Destrucción de sembradíos de enervantes en el poblado Los
Algodones, municipio de Culiacán.
Jesús Aranda/ La Jornada
Martes 31 de enero de 2012, p. 7
Culiacán, Sin., 30 de enero. A unos dos
kilómetros del poblado Los Algodones se extiende un oasis verde que contrasta
con las plantas y arbustos secos que ahí predominan; se trata de un plantío de
mariguana de casi una hectárea que, de permanecer, habría generado una ganancia
cercana al millón de pesos.
El comandante de la novena Zona Militar, general de brigada Pedro Felipe
Gurrola Martínez, reconoce que la cantidad de siembras de mariguana y amapola en
la región es prácticamente la misma desde hace más de 35 años, cuando se
implementó el Plan Cóndor.
Entrevistado en este plantío de droga, a unos 35 kilómetros de Culiacán,
mientras una docena de elementos arranca con las manos cada planta del enervante
–el cual posteriormente es quemado en el mismo lugar–, el general Gurrola
menciona que a pesar de que se han puesto en marcha diversos programas para que
la gente deje de sembrar droga, no han dado buen resultado.
Los hechos hablan por sí mismos, dice el militar, señalando el sistema de riego por goteo ahí instalado. Los narcotraficantes utilizan cualquier fosa u ojo de agua para llevar el líquido a los sembradíos.
Comenta que se trata de un problema cultural, pero también es un hecho que la
gente que se dedica a esto gana más que si sembrara frijol o maíz. Señala que
este año ha sido particularmente seco, lo que ha influido en que la cantidad de
plantíos sea menor que en otros años. Sin embargo, cuando caigan las primeras
lluvias se incrementará la siembra.
Otro factor, dijo, es que debido a los bajos costos de producción, al menor
espacio que ocupan, a que se necesita menos personal y a que esto genera
ganancias
mucho mayores que la mariguana y amapola, es que los laboratorios clandestinos para producir drogas sintéticas se han incrementado.
Apunta que la misma gente que hasta hace poco sembraba droga cambió de giro a
la producción de metanfetaminas.
Para dar una idea del esfuerzo de destrucción de droga, el general informa
que diariamente se destruyen en su zona entre 50 y 60 plantíos de mariguana de
manera manual y 20 de amapola por el mismo método; otros terrenos son fumigados
vía aérea.
Este punto, que se encuentra a dos kilómetros de la carretera y al que se
tiene acceso en vehículos todo terreno, refleja fielmente la problemática de las
drogas.
Un oficial comenta que cuando el personal militar ya lleva algún tiempo en la
zona,
uno ya sabe hasta el lugar donde hay plantíos, porque es lo mismo año con año.
Otro militar explica que no todos los sembradíos son
destructibles, porque si no se da tiempo a la planta para crecer y se destruye cuando todavía no alcanza un metro de altura, resulta que
más tardamos en irnos que lo siembran de nuevo.
Por eso la destrucción de las plantas también tiene sus tiempos. De hecho, la
tierra de Sinaloa puede dar hasta tres cosechas anualmente.
Año tras año, miles de soldados destruyen sembradíos y año con año los
narcotraficantes se las ingenian para volver a sembrar enervantes en una
historia que parece no tener fin... al menos en esta zona del país, una de las
principales productoras de enervantes a nivel nacional.
En Sinaloa los niveles de violencia son menores que en entidades como Nuevo
León y Tamaulipas. El general Gurrola comenta que actualmente el número de
ejecutados es de tres a cuatro al día en el estado, cifra menor al de
otras entidades.
Militares consultados comentaron que la razón por la que en Sinaloa no hay
niveles altos de asesinatos es porque hay un cártel que predomina: el
del Pacífico, liderado por Joaquín El Chapo Guzmán.
Aclaran que aun cuando los Beltrán Leyva trafican estupefacientes en la zona
de Los Mochis y los Carrillo Fuentes en Navolato, el predominio de un grupo
genera menor violencia. Hasta ahora, los intentos de La Familia por
entrar en la zona no han tenido éxito.
Recordaron que el último repunte en el número de ejecuciones tuvo
lugar en los años 2008 y 2009, en el marco de la muerte de Arturo Beltrán Leyva,
porque el grupo que comandaba pensaba que la gente del Pacífico los había
traicionado.
Los militares consultados sostienen que destruyen plantíos e interceptan
drogas
de quien sea, sin favorecer a ningún grupo. En Sinaloa, comenta un jefe castrense, el tráfico de estupefacientes se ha convertido en algo cotidiano.
Hace poco descubrimos un laboratorio para producir drogas. La primera persona que nos reclamó nuestra presencia en el lugar fue la dueña de una tiendita de abarrotes. Después descubrimos que en ese lugar de la sierrra los que trabajaban en la elaboración de enervantes le compraban diariamente como dos mil pesos en frituras.
Por eso de repente en lugares apartados aparecen antenas de televisión
satelital, camionetas de modelo reciente; incluso la gente viste diferente.
Entonces, esos negocios ilícitos detonan la economía del lugar al que llegan y
por eso hay quienes protegen a la gente que se dedica a esa actividad delictiva,
concluye el militar, paticipante en una lucha que pareciera no tener
fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario