miércoles, 14 de diciembre de 2011

LOS EXCLUIDOS DEL SUTUAS



  
Denuncian maniobra burda para quitarles derechos a jubilados de la UAS

Alejandro Sicairos
Un nuevo frente de conflicto abrió el Sindicato Único de Trabajadores de la Universidad Autónoma de Sinaloa, ahora la Sección Académicos, al impedir que más de dos mil trabajadores jubilados votaran para elegir al nuevo comité ejecutivo sin que nadie pueda dar una razón legal para excluirlos de ese proceso interno.
Fue una ocurrencia que el Colegio Electoral no quiere ni puede sustentar en los estatutos que reconocen el derecho de los jubilados para elegir a los dirigentes sindicales. Una burla que a sus mismos autores asusta.

“Por decreto de quién sabe quién —critica el abogado Jesús Manuel Martínez Peñuelas— se dejó fuera a un sector importante de trabajadores de la UAS; en un atropello inédito se fueron a la yugular de dos mil jubilados que representan el 20 por ciento de alrededor de nueve mil trabajadores activos de la institución”.

El dirigente de la Asociación de Jubilados de la UAS dio a conocer el inicio de una ofensiva legal para evitar que la Junta de Conciliación y Arbitraje proceda a la toma de nota del Comité Ejecutivo electo del Suntuas, encabezado por Elva Rosa Sánchez Gómez.

Por lo pronto han solicitado la intervención de la Comisión Estatal de Derechos Humanos y se disponen a denunciar el caso ante organismos laborales internacionales si la Junta de Conciliación no les atiende la petición de anular el proceso sindical y desconocer a los dirigentes electos.

Para Rodríguez Peñuelas se trata de la represión al movimiento de jubilados que desde 2007 ha exigido se dé marcha atrás en la llamada jubilación dinámica, que obliga a los trabajadores universitarios a aportar a un fondo de jubilación en el cual los gobiernos federal y estatal no han puesto un solo peso.

Para castigar esa postura de los jubilados, afirma, se llegó al exceso de impedir que estos ejercieran el derecho legítimo a nombrar a sus dirigentes sindicales.

“Ahora el problema es para la Junta de Conciliación y Arbitraje que tiene la obligación legal de revisar el procedimiento conforme a los estatutos sindicales y obligar a que se respete el derecho al voto de los diferentes sectores que integran el Suntuas académicos”.

Reclamos acumulados

En las instalaciones de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje la conflictiva universitaria se apila. La gente de Marco Medrano Palazuelos lleva más de un año en plantón en demanda de que se le reconozca como dirigente de los administrativos, la otra sección que conforma el Suntuas. Un resolutivo a favor que dictó el Tribunal Colegiado de Mazatlán les da ánimo pero la JLCyA se tarda en acatarlo.

Hasta ese pequeño espacio de la Unidad de Servicios Estatales está por llegar otro problema grande. Ahí protestarían en los próximos días los jubilados de la UAS, decididos a quedarse ahí sin importar los riesgos que corran.

“Si la Junta procede a la toma de nota del nuevo Comité Ejecutivo del sindicato de académicos, nos estarían declarando la guerra y nosotros estaremos viejos, pero no somos pendejos”, advierten los jubilados.

Los encorajina el hecho de que sus nombres fueron “rasurados” del padrón de votantes en la elección sindical. “Se volaron la barda, creyeron que éramos viejos decrépitos que ni siquiera nos íbamos a dar cuenta del atropello”, protestan.

Muchos jubilados que se han mantenido solidarios con el movimiento de Marco Medrano se alistan para un movimiento propio. “Tiempo es lo que tenemos para plantarnos aquí y no movernos; al menos que nos saquen en ambulancias o en carrozas funerarias”.

Sin embargo, para Jasiel Arteaga Vega, experto en jurisprudencia laboral, la maniobra para despojar a los jubilados del derecho de elegir a sus dirigentes sindicales podría ser el principio de una estrategia para eliminar todas las prerrogativas, prestaciones y garantías que los trabajadores en retiro tienen en la UAS.

Recuerda que en las universidades de Puebla, Nuevo León y Veracruz se tienen antecedentes de intentos por suprimir derechos a los jubilados, inclusive dejarles de pagar las primas correspondientes.

Arteaga Vega, con doctorado en la Universidad de Barcelona, dice que en México hay una tendencia a suprimir prestaciones a los jubilados, al considerarlos un peso excesivo para dependencias públicas que como el IMSS o el ISSSTE se han declarado en bancarrota por el pago de pensiones.

“La errónea idea del Gobierno, y ahora de las universidades, es que se desprenderían de un enorme lastre financiero si se deshacen de los jubilados. Lo que no alcanzan a ver es el enorme costo social y moral que tendrían que afrontar”, concluye.

Votar llorando

Al menos 800 jubilados de la UAS sí votaron para elegir al dirigente del Suntuas Académicos, pero lo hicieron en casillas instaladas por ellos mismos que no contaron al momento de computar las boletas. En la urna que por su propia cuenta instalaron en el Edificio Central de la UAS participaron cerca de 500 trabajadores, otros 180 en Los Mochis y 89 en Mazatlán.

Desde que fue emitida la convocatoria para renovar al Comité Directivo del Suntuas Académicos habían percibido la exclusión, pero creyeron que se trataba de un error. Le hicieron llegar la observación al sindicato en un oficio entregado a Mario Quiroz, pero al publicarse el padrón de votantes sintieron que iba en serio la agresión del Colegio Electoral contra ellos.

La misma dirigente electa del sindicato, Elvia Rosa Sánchez, aceptó una vez que obtuvo más del 75 por ciento de los votos que a ella le hubiera gustado que los jubilados participaran en la elección sindical. Se deslindó del acuerdo de excluirlos del proceso y los llamó a la unidad.

En realidad nadie quiere adjudicarse la acción de sacar de la jugada a los jubilados. Los integrantes del Colegio Electoral se esconden, no contestan las llamadas y no han realizado un posicionamiento público sobre la exclusión de los jubilados. Ninguno reconoce la paternidad del nuevo esperpento sindical.

Ni uno solo parece afrentarse, tampoco arrepentirse de las lágrimas de coraje que los trabajadores en retiro de la UAS derramaron al ir a votar en urnas simuladas que fueron la única manera de protestar por haberlos borrado, por una orden que adjudican al exrector Héctor Melesio Cuen Ojeda o al rector Víctor Antonio Corrales Burgueño, del padrón de votantes.

“¡Chingada madre, para qué nos hacen esto!”, reclaman los jubilados.


La enésima batalla del Chichí Rodríguez

Encontré al Chichí Rodríguez, el universitario de mil frentes de batalla, en uno de sus bastiones de guerra —el plantón que trabajadores administrativos de la UAS mantienen en la Junta de Conciliación y Arbitraje— y me recibió con un arenga bélica: “Ya estoy viejo pero no le tengo miedo a la muerte y si he de morirme así, luchando, sería un orgullo”.

Es Rodolfo Rodríguez Meléndrez, uno de los más de dos mil jubilados de la Universidad Autónoma de Sinaloa que no pudieron votar el pasado 1 y 2 de diciembre para elegir al Comité Ejecutivo de la Sección Académicos del Sindicato Único de Trabajadores de la UAS.

Él es un hombre de paz, pero en días de lucha tiene múltiples poemas e inacabables frases hostiles. “En la pradera basta una chispa para hacer un incendio; si yo tengo que ser la chispa, lo seré”, advierte.

Ya camina despacio, encorvado, pero sus convicciones no se doblan. Me dijeron que era difícil ubicarlo porque aún así acostumbra recorrer todos los recintos universitarios. Invariablemente va todos los días al Edificio Central de la UAS como si ahí se recobrara fuerzas, como si buscara en sus pasillos las utopías perdidas.

“Nos cerraron las puertas de la Universidad porque desde el rectorado de Jorge Luis Guevara Reynaga nos consideran una carga que hunde a la UAS, siendo que ellos mismos, los rectores, la han desbancado. Ahora quieren criminalizar la legalidad y perseguirnos, acabarnos”.

El Chichí es de los personajes más emblemáticos de la UAS. Igual por la mañana dice en emotivo discurso fúnebre y por la tarde diserta en algún acto festivo. Sabe al dedillo las frases de bastantes filósofos y los versos de incontables poemas. Su hablar elegante es filoso, penetrante.

“En la lucha por las causas justa, con uno que se sostenga de pie es suficiente para levantar otra vez la esperanza”, agrega.

Es de los fundadores del Suntuas, nacido como Sindicato de Profesores e Investigadores de la UAS, allá por los sesentas. Participó en la llamada época de oro de las luchas universitarias. Ocupó diversos cargos universitarios y direcciones de escuelas. Lo corrían de un puesto por “grillo” y a donde llegaba trataba de inculcar ideologías de resistencia. “También fui cuenista”, recuerda.

Está triste. “Fue una quimera el creer que podíamos tener un sindicato que nos defendiera”. “Los mismos compañeros de lucha de aquellos años nos traicionaron; fueron cooptados; hoy son la demostración más grande de corrupción en la UAS. Eso es lo que me da tristeza”.

Se queja de que los jubilados han sido expulsados literalmente de la UAS. “Hemos perdido nuestro estatus de jubilados; creíamos que con el rector Corrales Burgueño las cosas iban a mejorar, pero no. Nos siguen haciendo a un lado. Yo quisiera que la Universidad siga siendo el fanal que ilumine los muros de la sociedad sinaloense”.

Llama a las autoridades universitarias a rescatar a los jubilados. “Somos los viejos, los veteranos, que asistíamos a dar toda nuestra fuerza de trabajo a la UAS; con pasos cansados vamos a seguir pidiendo que nos vean así, por lo que somos”.

El Chichí es un aguerrido incorregible. Lo han perseguido e inclusive ha sufrido asaltos con pistola en mano, pero insiste: “Si me he de morir luchando, en mi tercera o cuarta juventud, la que sea, ahí que acaben mis años. ¿Qué más da si siempre he estado dispuesto a dar hasta la vida por mi alma máter, por mi casa grande? Sería una honra morir luchando”.

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