Uuufff, uuufff y recontrauufff, finalmente nos volvió el alma al cuerpo.
Ayer nos enteramos, por medio de la columna política de un amigo nuestro, que el pasado fin de semana fue visto por estos lares el ex gobernador sonorense, Eduardo Bours Castelo en compañía de algunos de sus secuaces de la pasada administración estatal; de hecho se dice que convivieron animadamente en un conocido restaurante del bulevar Morelos.
Detalle curioso registrado fue el hecho de que todos evitaron el consumo de bebidas embriagantes, lo cual aplaudimos de manera sincera dado que ya sabe usted cómo se pone el chaparrito nomás anda medio xaladón, si de por sí es pesadito en su estilacho al natural, pues ya sabrá usted cuando se le sube a la cabeza, que es muy fácil, un poquito la mexicana alegría que genera la ingesta continua de las bebidas espirituosas.
Otro dato interesante revelado por uno de los presentes, es que Bours Castelo pidió de la carne más blandita que tuvieran, y si estuviera deshebrada mucho mejor; no faltó el malora que en voz baja sugiriera ofrecerle mejor gelatina o algún flancito, digo, por aquello de que todavía hubiese dificultad para masticar por parte del ex mandatario sonorense.
En fin, por fortuna luego de poco más de dos semanas de ausencia obligada, y de la infame estrategia mediática de decir que se encontraba descansando o trabajando en distintos sitios a la vez, Bours Castelo pareciera ha recuperado hasta el ánimo para dejarse ver, situación de lo cual nos congratulamos sinceramente.
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