No tardan, como cada tres
años, en que hay elección para llenar los diferentes cargos públicos, saltar a
la palestra personajes, que después serán candidatos y sus partidos a anunciar
la buena nueva y a hablar de promesas, plataformas y programas.
Votar se ha convertido por
azahares o perversión -como el caro lector lo quiera ver-- de nuestra singular
democracia en la única participación efectiva del ciudadano-elector en relación
con quienes elige. Sin contar mapacherías, compra y coacción del voto,
cooptación de opositores y otras formas de adulteración de la voluntad popular,
como esas desplegadas a plena luz del día el pasado 4 de junio en el estado de
México y en Coahuila, ante el disimulo de la autoridad electoral.
Fuera del sufragio, los
elegidos ejercerán un poder sin control, con total impunidad y sin
trasparencia.
Y después de pasada la
euforia preelectoral y electoral, una vez enquistados en los cargos, tales
promesas de campaña y todo lo ofrecido durante los meses que estas duran,
pasarán al olvido o al baúl de los recuerdos.
Algunas tan descabelladas
como la de poner un teleférico de cerro El Vigía al centro de Otto Claussen o
como la de Damián Zepeda en Hermosillo de igual calado, han llamado a risa
entre los electores, por la tomadura de pelo.
SORPRESAS TE DA LA VIDA
Otros candidatos, ya en el
puesto, se han dedicado a hacer lo que nunca prometieron: Florentino López
Tapia, estuvo copado por la Banda de Sinaloa; Edmundo Chávez Méndez, gobernó
para su Happy Family; Sara Valle a instalar un gobierno regido por asambleas
populares fuera de la ley; Bernardino Cruz Rivas, a patrullar disfrazado de
policía por las noches; Carlos Zataraín, a echarse un clavado surrealista a la
Bahía para demostrar que estaba descontaminada o a barrer calles inundadas de
tierra y basura; Antonio Astiazarán, a privatizar el servicio de limpia; César
Lizárraga, a arrendar luminarias y Otto Claussen, a endeudar a la comuna.
Y Lorenzo de Cima va por un proyecto
de alumbrado público aunque le falta convencer a los regidores como en su
momento lo hicieron los anteriores. Puro convencimiento, claro.
Cada alcalde que ha pasado
por el ayuntamiento ha puesto su toque de locura y ocurrencia a su gestión.
Pero, lo cierto, es que la
agenda ciudadana que todo gobierno debe tener ha quedado olvidada o rezagada,
en el mejor de los casos y así lo demuestran asuntos como el gasolinazo de
principios de año o el aumento de las tarifas de agua y actualmente del
transporte.
Lo anterior sin mencionar
temas tan peliagudos como la corrupción que corroe todo el aparato
gubernamental, el estancamiento del crecimiento en un 2.2% anual a pesar de las
reformas estructurales neoliberales, la rampante pobreza, la violencia que ha
dañado el tejido social, la debilidad del Estado de Derecho y la simulación
democrática, pues desde 1997, México, ha sido gobernado por minorías, lo que
hace complicado imponer una plataforma política única.
El Pacto por México, implicó
la concurrencia de fuerzas como el PRI, PAN y PRD.
Esa dislocación entre agenda
política y necesidades ciudadanas, tienen al borde del colapso a regiones
enteras del país.
EL ÁNIMO CIVIL: ¿DEBATIR O REBATIR?
Dice el periodista Braulio
Peralta, que a los mexicanos no se les da el debate de ideas, sino la adhesión
inmediata, por eso el conflicto y la división son las divisas imperantes en la
vida pública.
Para el autor de “La jaula de
cristal”, no hemos aprendido a discutir sin pleito, con ánimo civil.
Detecta una enorme ausencia
de pensamiento crítico, de confrontación de ideas y de reflexiones para el
debate público, con sus dinámicas a favor de la discusión. Propone buscar
puntos de unión en vez de fragmentar, para armar el rompecabezas de lo que es
México.
Lo anterior, tiene mucho que
ver con la fiebre frentista que asola a clase política y cuyo antecedente es el
Frente Democrático Nacional conformado por el PMS, PARM, PPS y PFCRN, que
postuló a Cuauhtémoc Cárdenas en 1988 y ya se habla de gobiernos de coalición,
segundas vueltas, conformación de frentes electorales y demás conceptos que nada
dicen al ciudadano común.
En Guaymas, luego de la
insurgencia electoral de 1991, cuando el PAN quebró el espinazo del control
político priísta en el municipio e inauguró la alternancia en el ayuntamiento,
cuando la plaza jugó un rol importante como expresión genuina del ejercicio de
derecho de reunión y manifestación ante el discurso unilateral del partido
otrora hegemónico, se pensaba que la ciudadanía había alcanzado su mayoría de
edad.
Sin embargo, la historia ha
demostrado lo contrario. El pobre debate que sesión tras sesión han
protagonizado los representantes populares en cabildo y la aprobación de
propuestas contrarias al interés ciudadano, es la mejor prueba de esa
deplorable realidad.
De otra manera no se
explicaría la privatización a favor de PASA, la cual apoyó el entonces edil del
PT Rodolfo Lizárraga y el de Movimiento Ciudadano José Ordaz; la ganga de
terrenos de la Inmobiliaria con Iván Romano en la administración del Toño
Astiazarán; la aprobación del contrato de MIFEL, a quien se adeuda 8 mil
millones de pesos o el crédito con Bansi de 365 millones de pesos, avalado por
ediles panistas como Luis Felipe Valenzuela y José Javier Peralta, por órdenes
directas de Roberto Romero, entonces número dos del padrecismo.
Lo verdadero, es que muchos
de los políticos han antepuesto la grilla y sus intereses a la capacidad
creativa y constructiva.
GOBIERNO CIUDADANO: MERA DEMAGOGIA
Todo político busca legitimar
su gestión en nombre del pueblo. Sara Valle, bautizó al suyo como “Gobierno de
Ciudadanos”, pero solo quedó en el nombre, cuando la ingobernabilidad lo
arrasó.
En otros momentos, se ha
impulsado la conformación de Comités de Barrio, para agilizar las gestiones o
para agrupar a las clientelas políticas.
El PRI dentro de su
estructura contempla los seccionales, figura que utiliza para tener presencia
territorial permanente en barrios y colonias.
Y no han faltado quienes, sin
mínima imaginación se han volcado a tareas típicamente clientelares para
justificar su accionar aprovechándose de paso de las necesidades de ciertos
sectores vulnerables o con apremios sociales.
El Barzón, que presidió Sara
Valle, aglutinó a los deudores de la banca; Antorcha Campesina, en un momento
agrupó a un sector de precaristas y gente con problemas con el consumo del
servicio eléctrico y las diversas federaciones de cooperativas, presididas por
Gonzalo Rodríguez Cacho, “El Vitrinas”, Raúl Sánchez Fourcade y el “Molico”
Juan Manuel Félix Espinoza, a los vestigios del cooperativismo pesquero.
En últimas fechas el
Movimiento No al Gasolinazo, enarboló la defensa de los consumidores –todo
mundo— de los energéticos cuyo precio fue liberado a principios de 2017. No
pasó mucho tiempo para que quienes lo encabezaban lo dejaran al garete al
imponerse los intereses partidistas y electoreros.
Así, Rodolfo Lizárraga,
Porfirio Villa Brito, Víctor Marín y Roberto Palafox, dejaron la lucha social y
partieron sin recato en busca de derroteros más gananciosos. Y ahora, pretenden
unificar a la izquierda local, en aras del sueño guajiro de hacerse del poder
total, incluyendo obviamente sus beneficios. Es que de ver, dan ganas.
ALTERNANCIA A NINGUNA PARTE
Si a nivel nacional la agenta
política para el 2018 está más que clara y según el historiador Héctor Aguilar
Camín comprende cinco puntos obligados: 1) Corrupción; 2) Prosperidad y empleo;
3) Seguridad pública; 4) Estado de Bienestar y 5) Estado de Derecho; a nivel
municipal el rezago impone retos más terrenales: servicios públicos de calidad
y a costos accesibles, suministro de agua potable, pavimentación, seguridad,
vivienda, medio ambiente sano, generación de empleos, salario digno, alumbrado,
desarrollo urbano, áreas verdes, desburocratización y cese de la tramitología,
cultura, deporte, esparcimiento, entre las más sentidas.
Si alguien –candidato,
organización de la sociedad civil o grupo de poder-- se atreviera a armar o a
estructurar una agenda seria para intentar sacar del bache al puerto, saldría
abultada y cargadita.
Es más, hasta para la
izquierda, en sus múltiples acepciones –tomatera, cafecera, verdulera como el
PT con Rodolfo Lizárraga y su gurú “El Pipas” Palafox, despensera como
Movimiento Ciudadano, reforzada con “El Chino” Cinco y demás— esquematizar
dicha agenda sería un talachón.
Lo cierto, es que las
políticas neoliberales han dado al traste con el Estado de Bienestar y no se ha
podido articular una propuesta alternativa para salir de ese atolladero. PRI y
PAN, comparten dicho proyecto y el PRD, ni otras fuerzas de tinte diverso en
donde han sido y son gobierno, no han implementados políticas que hagan la
diferencia.
La Ciudad de México gobernada
por el PRD desde 1997 y otros estados gobernados por alianzas partidistas como
Oaxaca, Puebla, Sinaloa, Nayarit y Chiapas, entre otras, no han marcado grandes
diferencias, tal como sucede con Nuevo León, gobernada por un expriista
“independiente” como “El Bronco” Jaime Rodríguez Calderón.
Que el PAN gobernara Sonora
de 2009 a 2015, no representó grandes avances en comparación del priato de
antaño. Hasta eso que el Memo Padrés, dio cabida a priístas desencantados con
el boursismo y su PRI-Sonora, como fueron el caso de gentes cercanas a Ernesto
“Borrego” Gándara, quien trabajó en giras presidenciales con Vicente Fox
apoyado por su amigo Alfonso “Poncho” Durazo y a Carlos “Bebo” Zataraín. Manuel
Villegas, se pegó a Roberto Romero, a quien coordino su oficina de gobierno.
Igual acontece a nivel
municipal, en donde la constante alternancia de partidos en el ayunta, no ha
significado gran cosa. Los grupos de poder económico y político de alcance
local y con intereses y ramificaciones a nivel nacional y estatal, permanecen
intocados ante los vaivenes de la grilla.
Quizá las únicas tres
ocasiones en que tomaron como un desafío a su poder cimentado en años de
hegemonía y dominio, fueron la presidencia municipal de Florentino López Tapia,
de 1988 a 1991, por su extracción popular; la candidatura de “El Flaco” José
Ramón Uribe Maytorena en 1991 por el PAN y la alocada presidencia de la
entonces perredista Sara Valle Dessens de 1997 a 1999.
Por esa sencilla razón, todo
Plan de Desarrollo Municipal, que pasa por cabildo cada tres años es letra
muerta.
¿Más clarito o le seguimos?
(EL PORTAL DE LA NOTICIA/ 03 Julio 2017)
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