Según
la PGJE, sicarios de “El Cochi” se confundieron y mataron a Francisco Javier Hirales Romero y a su esposa, Victoria
Berenice Ceseña Zamora; e hirieron a su bebé, Diego Hirales Ceseña, de ocho meses, en el poblado
de Chametla, al norte de La Paz
De
acuerdo con las primeras investigaciones de la Procuraduría General de Justicia
del Estado (PGJE) de Baja California Sur, en el ataque armado perpetrado el 21
de agosto en contra de tres integrantes de una familia completa en el poblado
de Chametla, al norte de La Paz, resaltan tres hechos:
* La ejecución de dos personas inocentes
y desligadas completamente de actividades delictivas, las cuales fueron
atacadas por confusión por los asesinos.
* La orfandad de un bebé de solo ocho
meses de nacido que resultó herido en el pie derecho durante el tiroteo, con
orificio de entrada y salida.
* La utilización de tres rifles de
asalto AK-47, que de acuerdo con investigaciones oficiales, es utilizado por
matones al servicio del jefe de sicarios Raúl Castillo de la Rosa “El Cochi”, y
cuyas armas están relacionadas en una serie de eventos armados en La Paz y Los
Cabos.
La
mañana del 21 de agosto, la familia integrada por Francisco Javier Hirales
Romero, de 36 años, y su esposa, Victoria Berenice Ceseña Zamora, de 26, así
como su bebé Diego Hirales Ceseña, de ocho meses, fue atacada por un comando
armado desde tres ángulos diferentes, cuando circulaban a bordo de un automóvil
Ford Mustang 1997 de color azul, en el poblado de Chametla.
Según
testigos, los sicarios comenzaron a atacar a la familia por la parte trasera de
la unidad automotriz, por lo que al verse en peligro, el conductor aceleró la
velocidad. Al llegar al cruce de las calles Baja California y Francisco Villa
fue recibido a tiros por la parte izquierda del automóvil, quedando muertos el
piloto y copiloto dentro de la unidad, hasta estrellarse de frente con una
palmera.
Tras
el impacto del vehículo, el bebé se fue de frente, golpeando su cabeza
fuertemente con la guantera. Después de iniciado el tiroteo, el pequeño comenzó
a llorar y quedó tirado en el piso del copiloto, por lo que una vez terminada
la agresión, los vecinos prestaron auxilio al infante, el cual fue trasladado
de inmediato al Hospital General “Juan María de Salvatierra” en La Paz.
Dentro
del vehículo -según el informe pericial- fueron encontrados los cuerpos del
padre y la madre del bebé, quienes presentaban disparos de arma de fuego en la
cabeza.
En
la reconstrucción del tiroteo, peritos de la PGJE pudieron determinar que al
momento del ataque, la madre cubrió con su cuerpo al menor; ella presentaba
disparos en espalda y el costado izquierdo.
Los
sicarios todavía hicieron tres disparos más en contra de los fallecidos y el
bebé, quedado los casquillos 7.62 y 39 milímetros a escasos tres metros de distancia
del vehículo atacado.
En
un trayecto de 100 metros del punto donde comenzó el ataque hasta el punto del
choque del vehículo, y en un radio de 10 metros de distancia, se encontraron 24
cartuchos percutidos de calibres 7.62 y 39 milímetros.
Según
el dictamen oficial, el estudio de balística arrojó que las armas utilizadas en
el crimen están vinculadas en los siguientes hechos violentos:
* La primera arma se usó el 31 de julio
de 2014 en la balacera donde fuera asesinado el escolta del capo Dámaso López
Serrano “El Mini Lic”, Esteban Espinoza Velázquez “El Pantera”, y el tiroteo
del primero de noviembre de 2014, donde falleció el sicario José Ángel González
Portillo “El 27” y los narcomenudistas José Luis Ponce Ruiz “El Ponce” y Juan
Carlos Morales Vargas “El Chapo” o “El Pancho”, en las calles Ignacio Ramírez y
Manuel Márquez de León, Colonia Centro de La Paz.
De la misma salieron disparos en contra
de viviendas en los poblados El Pescadero y Todos Santos.
* La segunda arma tuvo participación en
el crimen del hermano de un presunto narcomenudista, Rosario Cervantes Soto, la
cual se registró el 8 de julio en el poblado El Centenario, donde su esposa,
Rosa Elvira Ruiz, resultó gravemente herida su esposa, Rosa Elvira Ruiz; y el
29 de julio en la ejecución del sicario José Alberto López Chávez “El Peto” o
“El R15” en Calle 1, entre Palo Fierro y Palo Escopeta, Colonia Ampliación El
Centenario; así como en el ataque armado a la vivienda del sicario Ramón “El
Bolas” en el fraccionamiento Del Mar Residencial en La Paz.
* La tercera y última arma está
relacionada con los últimos crímenes cometidos en el poblado El Pescadero y
Todos Santos.
Según
agentes de investigación de la PGJE, el armamento pertenece a sicarios al
servicio del jefe de matones, Raúl Castillo de la Rosa “El Cochi”, el cual
pareciera haber sido guardado después de la balacera del primero de noviembre
de 2014, y aparentemente, otra vez salió a relucir en los últimos hechos
violentos.
Con
base en reportes de inteligencia federales y militares, “El Cochi” se ha
encargado de “reclutar pistoleros en La Paz, Los Cabos y Sinaloa, contratando
matones sin experiencia, y cuyos antecedentes están ligados a robos y asaltos a
mano armada”, lo que los hace aún más peligrosos, ya que disparan en contra de
todo lo que se mueva y nunca hacia un objetivo fijo, lo que incrementa el
riesgo para cualquier ciudadano de encontrarse en medio de un tiroteo.
La
última razón que se tuvo del jefe de sicarios identificado hoy por autoridades
estatales y federales como “El Mata Niños” fue ubicado “en una casa de seguridad del jefe de la
plaza del narcomenudeo en Los Cabos, Javier Acosta López y/o Javier Guadalupe
Acosta 'El Javier’ o ‘El Cangre’” en San José del Cabo, quien hoy se sabe, brinda
logística a los sicarios de las Fuerzas Especiales de Los Dámaso, después de
que perpetran crímenes, porque, de acuerdo a informes oficiales, es compadre de
Ranulfo López Portillo “La Muñeca”, “en virtud de que las parejas de ambos son
primas”.
De
acuerdo con las indagatorias, los criminales cuentan con la protección de “dos
agentes de la Policía Estatal Preventiva identificados como Alex y Vega, y los
cuales a su vez, son los contactos con agentes corruptos de la Dirección de
Seguridad Pública, Policía Preventiva y Tránsito Municipal de Los Cabos”.
Después
de que el Juzgado Primero de lo Penal dictó auto de formal prisión el 17 de
agosto, en contra del multihomicida Simón Guillermo Hernández Peña “El Simón” o
“El Sepulturero”, las autoridades estatales, federales y militares, prevén que
el sicario Raúl Castillo de la Rosa “El Cochi” asuma el mando criminal y se
convierta en el nuevo jefe de los sicarios de las Fuerzas Especiales de Los
Dámaso; y en virtud de su manera sucia de trabajar, se teme “encabece el
reinicio de la narcoguerra y comience a desmembrar y tirar cuerpos por las
calles para generar miedo y zozobra en la población, y volver a calentar la
plaza”.
Tal
y como sucedió el miércoles 26 de agosto, cuando el narcomenudista César Macías
Madrigal apareció asesinado, torturado, atado de pies y manos y vendado de la
cara, sobre las calles San Esteban, entre Isla Magdalena y San Roberto, Colonia
Los Virreyes, al sur de La Paz.
El
vendedor de droga de 32 años tenía huellas de tortura en todo su cuerpo y, con
base en el dictamen pericial, fue estrangulado y posteriormente arrojado en un
lote baldío, atado con cinta canela y con un trapo negro en la boca.
(SEMANARIO
ZETA/ Investigaciones ZETA/ 01 de
Septiembre del 2015 a las 14:30:54)
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