El
Molino de Camou, Sonora, 14 de junio (SinEmbargo).– Hace 10 meses, Nadia Gómez
Moraga, de 32 años, presumía una piel blanca y lozana. Ahora, la mayor parte de
su cuerpo, excepto el rostro, está repleto de manchas negras, producto de una
erupción cutánea que inició un mes después del derrame de 40 mil metros cúbicos
de ácido sulfúrico de la mina Buenavista del Cobre de Grupo México, en los ríos
Sonora y Bacanuchi.
Nadia
vive a sólo 25 kilómetros de la capital de Sonora: Hermosillo y a 50 metros del
cauce por donde corre el agua contaminada de la presa Rodolfo Félix Valdés “El
Molinito”, una de las principales proveedoras de agua para la ciudad.
La
presa tiene meses cerrada, desde que ocurrió el derrame, el 6 de agosto de
2014, debido a que estudios realizados por expertos informaron a Grupo México,
que sería ahí, en “El Molinito”, en donde desembocarían todos los contaminantes
tóxicos derramados cuando llegaran las lluvias.
Nadia,
su esposo, sus tres hijos y cientos de habitantes de los ejidos aledaños,
siguieron bebiendo y utilizando el agua de los pozos que se surten del afluente
que corre desde hace tres meses, por la filtración del líquido retenido en la
presa.
Así,
Nadia, habitante del ejido El Molino de Camou, utiliza el agua de un pozo
ubicado a 50 metros del río: “En septiembre me sentí enferma. Mucha alergia,
mucha comezón en el cuerpo. Nunca me había pasado esto, fue de repente. Me
llené de ronchas negras, como una viruela; luego se me quitaron y me quedaron
estas manchas”, explica.
La
joven mujer dejó de trabajar debido a la comezón que la invadió. No podía
siquiera caminar. La erupción le cubrió hasta la piel del empeine de los pies.
Cuando estaba a punto de llegarle al rostro buscó ayuda médica.
Acudió
al Hospital General de Hermosillo, pero no le realizaron análisis de sangre.
Entonces acudió a una clínica pública en el municipio de Ures, donde una doctora
le hizo algunos exámenes. Le aseguró que no tenía metales pesados en el
organismo y que sus llagas y manchas, eran producto por exceso de ácido úrico y
colesterol.
“Pero
yo nunca vi los exámenes. A mucha gente de ahí de ‘El Molino’, se le está
cayendo el pelo. A mí nomás me da rasquera, pero no se me ha caído. Hay varios
enfermos, no soy la única”, dice.
Nadia
no cuenta con recursos suficientes para comprar agua purificada, así que ella y
el resto de su familia beben agua del pozo. Sus hijos tuvieron comezón, pero
ella les untó una pomada. La misma que utiliza para calmar sus síntomas.
Las
manchas de los brazos y piernas ya no le causan grandes malestares. Pero las
del torso, parecen finos “alguates” [espinas del nopal] lacerándola.
LA
POLÉMICA POR LA PRESA
Afectaciones
en la piel sufridas por algunos habitantes de la zona cercana a la presa
contaminada. Fotos: Olivia Paredes, especial para SinEmbargo
Afectaciones
en la piel sufridas por algunos habitantes de la zona cercana a la presa
contaminada. Fotos: Olivia Paredes, especial para SinEmbargo
La
presa “El Molinito” permaneció cerrada durante meses, sin embargo, debido a que
se encuentra con más del 50 por ciento del límite de su capacidad, las
autoridades de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) informaron que a partir
del 10 de junio, iniciaría el desfogue de la presa hacia la presa Abelardo L.
Rodríguez, ubicada a 22 kilómetros río abajo, en el corazón de Hermosillo.
Serán
vertidos 42.2 millones de metros cúbicos en Hermosillo, para preparar a “El
Molinito” para las próximas lluvias. Las autoridades afirman que el nivel de
los contaminantes está dentro de lo permitido por las normas y que se
aseguraron de ello, tomando cuatro muestreos.
Doctores,
académicos y activistas, no piensan lo mismo.
***
La
filtración del agua de la presa “El Molinito” que corre por el cauce del río Sonora,
hacia la presa Abelardo L. Rodríguez, tiene un color oscuro y en algunas
partes, pequeñas burbujas dispersas. Es el ejido El Molino de Camou, ubicado
sólo a unos cuantos kilómetros de Hermosillo, y en las piedras y lodo hay
manchas azuladas, violetas y grisáceas que brillan con la luz del sol veraniego
de Sonora.
Se
escucha el sonido del correr del agua turbia y se hunden los pies en un lodo
negro, pantanoso. Ese lugar está contaminado dicen los expertos. De ese lugar
bebió agua Nidia y también todos los fines de semana, a cambio de un cobro de
80 pesos, pasan el día varias familias hermosillenses. Ahí se lavan la cara,
mojan los pies, bañan a los niños y bebés.
Esa
misma agua será desfogada en la presa de donde se surten los pozos de agua
potable que abastecen al centro y al sur de Hermosillo.
“Las
manchas negras de Nadia, se deben a contaminación por arsénico. Desde que
ocurrió el derrame a la fecha, se han contabilizado 500 personas enfermas en
los siete municipios afectados”, dice Reina Castro Longoria,
profesor-Investigador de la Universidad de Sonora (Unison) y doctora en
Ecología.
Castro
Longoria indicó que Nadia requiere atención médica inmediata. Ella y el resto
de los enfermos de los municipios afectados.
“Lo
que más me preocupa, es que esa gente no está teniendo atención médica. Nadie
se está haciendo cargo de ellos, de sus gastos. Nadie está informando a la
población qué riesgos hay”, indica.
La
presa “El Molinito” está contaminada por arsénico, fierro, aluminio, cobre,
cadmio, plomo y otros metales.
La
doctora Reina Castro explica que de acuerdo con el último monitoreo público de
la Conagua, que data de noviembre del año pasado, la presa que será desfogada
superaba los niveles aceptados por la Norma Oficial Mexicana NOM-127-SSA1-1994
“Salud ambiental, agua para uso y consumo humano-límites permisibles de calidad
de tratamientos a que debe someterse el agua para su potabilización”.
Leopoldo
Santos, investigador de El Colegio de Sonora, recuerda que cuando ocurrió el
derrame, un grupo de médicos expertos recomendó a Grupo México tomar medidas
extremas para proteger a la población afectada.
“Especialistas
le proponían a Grupo México que alejara a las personas entre cinco y 10
kilómetros del río; que quemaran los utensilios que usaban; que quemaran la
ropa y se les diera ropa nueva. Le recomendaron que iniciara un muestreo de la
sangre de todas estas personas afectadas, porque no son siete municipios, son
nueve, incluyendo Hermosillo”, dice.
La
empresa de Germán Larrea Mota Velasco, uno de los hombres más ricos del país,
se comprometió a construir una Clínica de Especialidades Epidemiológicas, sin
embargo no cumplió.
Se
limitó a entregar los apoyos económicos del Fideicomiso Río Sonora, a repartir
tinacos y agua embotellada, sólo durante la contingencia. Hace meses que esa
contingencia se detuvo y el cauce del río nunca fue remediado.
De
acuerdo con un estudio, publicado en la página electrónica oficial del
fideicomiso en septiembre, Laboratorios ABC Química Investigación y Análisis
redactó el informe de resultados del muestreo y análisis del agua, sedimentos y
biota de los ríos Bacanuchi y Sonora, hasta septiembre de 2014. En el documento
se informa que la contaminación llegó hasta la presa “El Molinito” y que sería
esta, el lugar en el que se concentrarían todos los contaminantes con el paso
de los meses.
“Se
puede estimar una masa de 74.8 toneladas de metales aportados al ecosistema por
este derrame, principalmente fierro y aluminio [83 por ciento ]seguidos de
manganeso y zinc [8 por ciento]. Esta masa de metales, se repartió en los sedimentos
de los ríos Bacanuchi y Sonora y en la presa El Molinito”, se lee.
Más
adelante, en las conclusiones, el informe concluye que: “La mayoría de los
metales aportados por este evento se sedimentarán en la presa “El Molinito”
junto con los azolves del Río Sonora. El contenido de metales solubles en las
aguas de los dos ríos es congruente con la geología superficial de la zona.
Está compuesta principalmente por metales provenientes de los silicoaluminatos
férricos [compuestos de silicio y alumninio] que son arrastrados por las aguas
de lluvia, ya que esto ríos no proceden de fuentes subterráneas en su origen”.
Para
Leopoldo Santos, las autoridades federales, estatales y municipales, poco se
han interesado en mostrar estudios para informar a la población de Hermosillo
el nivel de contaminación.
“Las
autoridades no nos dicen en qué grado está la contaminación y cuáles son las
medidas que van adoptar. Desde hace rato se viene pensando en plantas que
tengan capacidad para retener los metales y de alguna manera limpiar el agua.
El río puede remediarse, volverse a sanear, pero esto lleva un gasto: que lo
asuma Grupo México, que fue quien contaminó. Hay personas enfermas ya y están
totalmente abandonadas”, explica.
ALERTA A DESTIEMPO
El
investigador aseguró que las personas que viven a la orilla del río, enfermaron
porque la compañía tardó seis días en lanzar la alerta del derrame.
Miles
de personas siguieron con su vida normal y tuvieron contacto con el agua
contaminada. A 10 meses del derrame, la población, aunque tienen alguna noción
de que el río está contaminado, sigue bebiendo de los pozos que se alimentan
del afluente, por falta de recursos económicos para comprar agua embotelladas.
En
el ejido El Molino de Camou, donde vive Nadia y en donde SinEmbargo entrevistó
a varias personas enfermas, la población es de escasos recursos.
Se
trata de personas que viven de la siembra de alfalfa, trigo y la pesca en la
presa “El Molinito”, la cual a pesar de que estaba clausurada, se siguió
utilizando.
“La
gente sigue pescando. Sacarán unos 80 a 100 kilos diarios y ese pescado van y
lo venden a Hermosillo. Es muy raro oiga, porque de aquí de ‘El Molinito’
llevaban agua a Hermosillo, se la compraban a los ejidatarios para abastecer a
la gente de allá. Este año no se compró, es una de las pruebas de que está
contaminada”, expone Rigoberto Cruz Mada poblador del ejido El Molino de Camou.
Rigoberto
expresó que la población de El Molino de Camou, que está asentada a unos metros
del cauce del río, es la más afectada. Pero otros ejidos también están
expuestos como El Fructuoso, Jacinto López, La Mesa del Seri y El Realito.
Aunque
la presa será desfogada hacia la presa Abelardo L. Rodríguez en estos días, el
agua contaminada de “El Molinito”, tiene meses filtrándose hacia ese lugar.
“La
presa está llena y por el mismo peso, cada vez se filtra más agua. Toda esa
agua va a dar para allá”, explica.
***
El
fondo del río en una parte, más cercano a la cortina de la presa El Molinito,
está negro. Foto Olivia Paredes, especial para SinEmbargo
La
noticia del desfogue alarmó a los médicos y a los activistas. Reina Castro afirmó
que la contaminación que hasta hace unos días, sólo se filtraba, ahora llegará
con fuerza a la ciudad de Hermosillo.
Uno
de los argumentos que expusieron las autoridades estatales de la Comisión
Nacional del Agua (Conagua), es que la presa Abelardo L. Rodríguez, opera a una
capacidad inferior al uno por ciento (0.4 por ciento). Hermosillo desde años,
padece sed y sequía. Hay tandeos y las población en realidad padece la falta de
suministro del líquido.
Antonio
Navarrete Aguirre, del Sindicato Minero Sección 65 de Cananea, explicó que “El
Molinito” siempre operó al 25 por ciento de su capacidad. Al mantenerla
clausurada, las aguas de la lluvia del año pasado saturaron el embalse.
“Todos
los campos que hay a la orilla del río, se abastecen de los pozos de por aquí.
Incluso los pozos están recuperados, porque el agua de El Molinito. El agua se
ve así, porque son los asentamientos de sulfatos de los residuos tóxicos de la
mina. Se asientan en el fondo, hay metales pasados en el fondo y otros arriba,
como el arsénico, que se quedan en la superficie”, detalla.
Navarrete
comenta que ninguno de los tres niveles de gobierno, se preocupa por la
catástrofe ecológica y humana que se vive en la región.
Las
vacas siguen bebiendo agua contaminada, los pobladores sembrando y
consumiéndola para todas las tareas cotidianas.
“Hay
un cerco mediático, no hay información a la ciudadanía. El gobierno intimida
con meter a la cárcel a quien protesta. Es un potencial riesgo para la
población de Hermosillo que consuma esta agua”, alerta.
Ahí
en El Molino de Camou, hay otras personas enfermas además de Nadia.
Ana
Gloria Martínez Vázquez de 58 años es una de ellas. La mujer tiene unas manchas
cafés en la cara y erupciones en las piernas.
Sentada
en el portal de su vivienda, una casa ubicada a unos cuantos metros del río,
cuenta que su esposo y a su pequeña nieta, también enfermaron.
La
niña padeció unas llagas en las piernas.
“Todo
el día tenemos comezón y ronchas. Yo sí se lo atribuyo al agua, aquí nos
bañamos, usamos el agua para hacer comida. A veces cuando puedo compro un galón
de agua para beber, para el café, pero no puedo evitar que la niña tome agua de
la llave”, dice.
La
pequeña juega en la patio con un perro y un gato, mientras se derrama el agua
de la manguera que riega las plantas de Gloria.
María
Jesús Ramírez, es otra habitante del ejido. Ella padece erupciones en la piel
desde hace cinco meses.
“Me empezaron a salir muchas ronchas. Luego
se fueron haciendo más grandes y por todo el cuerpo. Tengo en el estómago,
porque cuando estoy lavando, ya ve que uno se remoja el estómago con el
lavadero. Me da una comezón tremenda, me pongo crema, y se me calma, pero no
sé, dice que es alergia. A mi nadie me ha hecho análisis. Conozco unas gentes
que sí, que han venido de Ures”, narra.
En
Hermosillo, a unos 25 kilómetros de El Molino de Camou, Nadia pidió permiso en
su trabajo para salir unos momentos a contar su historia.
“Yo quisiera mi piel. Me siento muy
deprimida, yo quisiera mi piel como estaba. Que si es el agua, me ayuden a
pagar un médico, porque yo no puedo, apenas nos alcanza para comer lo que
ganamos mi esposo y yo”, dice.
Nadia
pide atención médica. Está llorosa. Las manchas en su piel, se convirtieron en
su peor pesadilla.
(SIN EMBARGO.MX/ SHAILA ROSAGEL JUNIO 14, 2015 - 00:05H)
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