Cuando pensábamos
que lo habíamos visto todo sobre excesos y corruptelas dentro del gobierno de
Enrique Peña Nieto, llegó el viaje oficial a Londres y nos mostró una nueva cara
del dispendio vergonzoso de esta clase política instalada en el poder.
Una clase política
encabezada por Peña Nieto ciertamente distanciada de la sociedad; una clase
política colocada en las antípodas del termómetro ciudadano; una clase política
cínica, capaz de despreciar el sentir popular e ignorar el rechazo, el
hartazgo, el enojo de los mexicanos con sus gobernantes.
Y es que Peña Nieto
nos ha demostrado que no le importa la caída en picada de su popularidad, ni
tampoco el bajo nivel de aceptación que tiene actualmente su administración,
sus reformas o su forma de gobernar.
Nos lo ha demostrado
de la peor manera: haciendo ostentación de soberbia y cinismo durante su viaje
oficial a Londres, un viaje lleno de dispendio y excesos que finalmente nos salió
muy caro a todos los mexicanos.
Peña Nieto, su
familia y una comitiva de 200 personas se van a pasear a Londres en avión
presidencial de lujo y en primera clase, mientras el país se hunde en una
crisis económica y luego del anuncio de los recortes de la Secretaría de
Hacienda al gasto público por 124,300 millones de pesos para 2015, la caída del
peso, la caída estrepitosa de los precios del petróleo y tantas otras señales
negativas en términos financieros.
La austeridad
tampoco es una virtud del Señor de Los Pinos, ni mucho menos de su familia o su
equipo de trabajo. ¿Era necesario viajar con 200 personas a Londres?
Seguramente no. ¿Era necesario llevarse a sus cinco hijas e hijastras?
Seguramente no. ¿Era necesario que Angélica Rivera se gastara más de 200 mil
pesos solo en dos vestidos de diseñador, aunque seguramente fue el triple
tomando en cuenta bolsos, zapatos y demás ropa que usó? Seguramente no. ¿Era
necesario que su hijastra Sofía vistiese un vestido de Dolce & Gabbana que
le costó más de 100 mil pesos? Seguramente no.
¿Quién pagó los
excesos de la administración peñista de su viaje a Londres? Obviamente el
pueblo, ustedes, nosotros, todos los contribuyentes. Peña Nieto, su familia,
funcionarios y amigos se sirven con la cuchara grande, saludan con sombrero
ajeno, porque los excesos no son pagados con dinero de sus bolsillos, sino con
los caudales públicos.
La falta de
austeridad en el gasto corriente de Los Pinos quedó de manifiesto durante su
viaje a Londres. Para muestra un botón. Empecemos a analizar el dispendio de la
extensa comitiva que acompañó a Peña Nieto en su viaje a Londres.
Entre los
funcionarios, legisladores, empresarios, académicos, asesores, familiares y
amigos invitados con el dinero público, están el secretario personal de Peña
Nieto, Jorge Corona; el secretario de Hacienda artífice de los recortes Luis
Videgaray Caso también asistió, pero sin reducir el presupuesto de este oneroso
viaje; además fue el “Jefe de la Oficina de la Presidencia”, Aurelio Nuño; el
coordinador de Asesores, Francisco Guzmán; el coordinador de Comunicación
Social, David López, y el Jefe del Estado Mayor Presidencial, Roberto Miranda.
La amplia lista de
funcionarios que fueron a Londres es imposible incluirla aquí completa, porque
está llena de secretarios como el de Educación, Energía, Turismo, Relaciones
Exteriores, Economía, Medio Ambiente y hasta el director de Conaculta; pero
llamó la atención la presencia por ejemplo del perredista de “Nueva Izquierda”,
Miguel Ángel Barbosa, acompañado, claro está, de su elegante esposa Rosario
Orozco.
La mayoría de los
funcionarios e “invitados”, viajó con sus acompañantes, algunos de ellos son
secretarios, amiguitas, amantes o esposas. También acompañó a Peña Nieto un
doctor porque como ustedes saben y es visible, su salud no anda muy bien que
digamos.
En la comitiva no
podían faltar por supuesto dos asistentes de Angélica Rivera para su arreglo
personal, es decir, su famoso estilista y su fashionista que le dice los
modelitos que debe comprarse a cargo del presupuesto y lucir en sus viajes al
extranjero.
Gracias a este viaje
a Londres nos hemos enterado que Angélica Rivera tampoco practica la necesaria
austeridad en tiempos de crisis económica. No solo nos dejó claro que no la
practica, sino que hizo uso de ostentación y lujo a raudales. A su llegada a
Inglaterra, usó un atuendo que casi llega a los 300 mil pesos, entre vestuario,
joyas, abrigo, bolsa Gucci y zapatos, todo de costosos diseñadores. En los
siguientes eventos llevó un vestido de Alexander McQueen y otro de Valentino
valorados en más de 200 mil pesos. Por la noche, un vestido y abrigo negro con
joyas, todo valorado en igual cantidad. Luego para demostrarnos que no iba en
viaje oficial, sino de paseo, fue a un foro de televisión donde se filma la
telenovela o serie Downton Abbey. En definitiva, podríamos decir que la señora
Rivera también se despachó con cuchara grande, porque solo en su arreglo
personal se gastó más de un millón de pesos.
Pero como el dinero
no sale de su bolsa, ni de lo que le pagó Televisa, su hija Sofía colocó la
guinda del pastel usando un vestido de Dolce & Gabbana de más de 100 mil
pesos. El resto de sus hijas e hijastras tampoco se quedaron atrás y vistieron
ropa de costosos diseñadores. Todo a cargo del erario público.
El dispendio fue tal
que, hubo secretarios de estado como el de Educación Pública, Emilio Chuayffet,
quien se llevó a una decena de rectores, entre ellos José Narro. Igual que
ProMéxico que acarreó a alrededor de 50 empresarios.
Sorprende el
dispendio en tiempos de inmenso rechazo hacia la administración peñista,
sorprende también en tiempos de inmensa pobreza: 70 millones de mexicanos
carecen de lo básico, 28 millones de ellos no tienen que comer; y sorprende
también la soberbia de los políticos enriquecidos a costa del presupuesto y el
tráfico de influencias para hacer “negocios”.
¿Tal vez, esos 100
mil pesos que costó la bolsita de Gucci de Angélica Rivera podrían haber sido
utilizados mejor en el presupuesto social? ¿O tal vez, esos 100 mil pesos del
vestido de Sofía de Dolce & Gabbana servirían para alimentar a cientos de
personas que acuden diariamente a los comedores de la raquítica “cruzada contra
el hambre”?
El costo exhesivo
del vestuario de la Primera Dama y sus 5 hijas e hijastras es peccata minuta
comparado con el gasto del presupuesto utilizado para llevar a una comitiva
nada menos que de 200 personas.
Un gobierno rico,
una clase política ostentosa de su sospechosa riqueza, frente a un pueblo
pobre, hambreado, saqueado, empobrecido; nunca tendrá un buen final.
La riqueza suntuosa
mal habida es peligrosa, pregúntenle a todos aquellos gobernantes del mundo que
han terminado sus días derrocados por el pueblo, un pueblo como el mexicano,
cada vez más hastiado ante tanta impunidad y cinismo.
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Martinez
(EL PORTAL DE
LA NOTICIA/ Sinembargo.mx/10 Marzo 2015, 20:51)
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