Puebla.-
“Van a desaparecer como los normalistas”, fue la amenaza que usaron supuestos
porros para aterrar a estudiantes de la Benemérita Universidad Autónoma de
Puebla (BUAP) que la madrugada del domingo fueron levantados, golpeados y
torturados para posteriormente ser abandonados en un paraje baldío a las
afueras de esta ciudad.
Cinco
de los ocho jóvenes aparecieron públicamente casi 24 horas después de la
agresión, justo cuando los integrantes del Colectivo Universitario para la
Educación Popular (CUEP) ofrecían una rueda de prensa en el Paseo Bravo para
denunciar el desalojo del que fueron víctimas por parte de presuntos grupos
porriles custodiados por policías estatales y municipales.
Con
hematomas visibles, manchas de sangre en sus ropas y aún bajo crisis nerviosas,
dos muchachos y tres jovencitas narraron que el grupo de choque que los
agredió, además de golpearlos con bates, varillas, tubos, macanas y
desarmadores, los mantuvo secuestrados durante al menos una hora y media bajo
la amenaza de que los desaparecerían.
Desde
el jueves, cinco estudiantes de la BUAP realizaban una huelga de hambre en el
Zócalo de esta ciudad para pedir que la rectoría les permita usar las
instalaciones a fin de impartir cursos propedéuticos gratuitos para el examen
de admisión a la universidad.
En
la rueda de prensa, los jóvenes explicaron que fueron reprimidos en dos
ocasiones, la primera cuando un grupo de unos 30 sujetos se llevó a ocho de los
participantes en la protesta y la segunda minutos después, cuando los
estudiantes trataron de recuperar las pertenencias que guardaban en el
campamento.
Un
cartel que portaba una joven resumía la protesta: “1968-2015, ser estudiante
más peligroso que ser delincuente”.
Diego,
estudiante de la Facultad de Contaduría Pública, quien estaba de guardia en el
campamento, contó la forma en que inició el operativo represivo, alrededor de
las 3:20 de la madrugada:
“En
su mayoría venían en estado de ebriedad y venían drogados (…) al principio seis
sujetos se acercaron al campamento, uno de ellos se bajó la bragueta, sacó su
parte, su sexo, nos la enseñó y nos dijo que nos iba a cargar la chingada”.
Luego
de esto, señaló que los agresores tomaron sillas y golpearon las casas de
campaña donde dormían los estudiantes, quienes ayer domingo cumplirían cuatro
días en huelga de hambre.
Esmeralda
Manzano, de 17 años de edad, denunció que cuando estaba en el interior de una
de las casas de campaña, recibió un golpe en la cabeza que la descalabró.
Mostró la herida que debió ser cerrada con ocho puntadas.
Posteriormente
llegaron otros 25 sujetos encapuchados que lanzaron una “bomba de humo” y
después golpearon y persiguieron a los 23 estudiantes, entre hombres y mujeres,
que a esa hora se encontraban en el Zócalo.
Fidel
Sánchez, de la Facultad de Economía, uno de los jóvenes que estaba en huelga de
hambre, relató que fue despertado por los golpes. Aunque en ese momento
levantaron las manos y dijeron estar dispuestos a retirarse, aseguró que los
sujetos no dejaron de agredirlos.
En
medio de agresiones verbales y empujones, indicó, fue llevado hasta una
camioneta negra cerrada sin logotipos y con vidrios polarizados que estaba
estacionada en la calle 2 Sur. “Empecé a gritar mi nombre y a decir que me
estaban llevando por si alguien no me había visto”, recordó.
Los
estudiantes se quejaron de que al lado de esa camioneta estaban policías que no
los ayudaron.
“Suben
a otros compañeros a la misma camioneta y a todos nos empiezan a golpear”,
agregó Fidel: “Me golpearon con bates y muchos puñetazos en la cara, tenía
mucha sangre entre la nariz y mi boca, y se pararon sobre mi cuello, ya no me
podía mover, me estaba ahogando y aun así me seguían pegando”.
“Nos
decían: no que te sentías muy chingoncito, primero muy valiente y ahora chillas
como nena (…) varias veces nos dijeron que nos iban a hacer lo mismo que a los
normalistas, que a ver quién nos iba a encontrar después hubo mucha tortura
psicológica y física”.
Al
tiempo que los golpeaban y gritaban esas amenazas, arrancaron a gran velocidad
en la camioneta: “Todo el camino fui con un desarmador en la nuca, me decía que
si me movía me lo iban a enterrar”.
Otra
joven relató que en el trayecto le rasgaron los pantalones y le quitaron la
ropa interior y advirtieron que la violarían, junto a sus compañeros.
Entre
sollozos y visiblemente temblorosa, una jovencita identificada como Magaly
contó cómo la tomaron de los cabellos para aventarla al interior de la
camioneta. Quedaron abajo las mujeres y encima de ellas lanzaron a los hombres.
“Nos
íbamos asfixiando, no podíamos respirar y encima esos malditos caminaban arriba
de nosotros, nos golpeaban con palos y nos torturaban con desarmadores, nos
amenazaban de muerte, que nos iba a pasar lo mismo que a los de Ayotzi”, dijo
mientras se quejaba de dolores en todo el cuerpo.
Les
advirtieron que tenían que entregar los celulares, los “manosearon” para
verificar que no trajeran ningún aparato y después les ataron las manos.
Llegaron
a un lugar que en un principio no identificaron, pero luego supieron que era un
terreno baldío del Complejo Industrial 2000, en la carretera a Tehuacán, en
donde los bajan de la camioneta. A los hombres los obligan a quitarse el
pantalón y los zapatos.
“Nos
decían que eso era para que aprendiéramos a respetar la autoridad”, señaló otro
de los jóvenes.
“Nos
tiran (al suelo) y nos dicen: el primero que levante la cabeza, se la vamos a
volar”, recordó Fidel: “La neta, en ese momento pensamos que nos habían sacado
para matarnos ahí, que era la intención, a todos nos pasó nuestra vida por la
mente… en verdad creímos que nos iban a matar”.
Sin
embargo, los sujetos se subieron a la camioneta y se marcharon. “Un compañero
se logra desatar y nos ayuda a los demás, en ese momento nos dimos cuenta que
éramos ocho, nos abrazamos y lloramos”.
Indicó
que luego de eso empezaron a caminar y que apenas habían avanzado unas tres
cuadras cuando se encontraron con una persona que se identifica como
funcionario de la Secretaría de Gobierno del Estado, que iban en una camioneta
Ram negra.
“Bajó
la ventana, se empezó a reír y nos dijo: ‘cuídense chamacos’. Se siguió riendo
y se fue”, narró.
Los
jóvenes siguieron caminando hasta encontrarse con personas que los ayudaron,
les dieron primeros auxilios, proporcionaron ropa, dieron de comer y les
prestaron celulares para que pudieran comunicarse.
Posteriormente,
se refugiaron en una casa, donde planeaban estar escondidos por varios días,
pero se enteraron de que el CUE daría una rueda de prensa por lo que decidieron
presentarse en ese lugar para denunciar lo ocurrido. Dos de los jóvenes no
acudieron porque fueron resguardados por sus padres, mientras que una de las
jóvenes decidió abandonar el movimiento.
LA SEGUNDA REPRESIÓN
La
segunda embestida ocurrió unos minutos después de la primera agresión, cuando
los estudiantes que se libraron de ser “levantados” regresaron al campamento
para ver si estaban aún en el lugar sus pertenencias, mochilas, casas de
campaña y equipo de sonido.
Apenas
inspeccionaban el lugar cuando regresaron 10 sujetos encapuchados que se
distinguían porque además de tubos, palos y varillas, también traían machetes.
“Empezamos
a correr y debo agradecer a los meseros de los portales y a los taxistas que
nos defendieron, incluso a algunos meseros los tiraron y les empezaron a dar de
varillazos, a los taxistas les rompieron los vidrios, les decían que no se
metieran, que no era con ellos”, relató un estudiante que se identificó como
Miguel Ángel.
Mientras,
mencionó, los policías, que estaban en unas seis patrullas alrededor del
Zócalo, sólo se mantenían como observadores, a pesar de que los supuestos
porros persiguieron por varias cuadras a los muchachos. Incluso un estudiante
señaló que en el momento de la represión marcó a la línea de emergencias 066
para pedir auxilio, pero sólo le colgaron.
“Lo
único que pedimos son salones para dar asesorías gratuitas ¿y nos mandan este
tipo de intimidaciones? entendemos que este es el diálogo del rector Alfonso
Ortiz Esparza, que es el diálogo de Peña Nieto y de Moreno Valle”, reclamó
Sánchez.
Los
jóvenes acudieron al hospital Universitario para pedir la atención médica y
para que certifiquen las heridas que presentan ya que, aseguraron, presentarán
una denuncia contra quien resulte responsable.
LA BUAP SE DESLINDA
La
BUAP condenó la agresión contra estudiantes por parte de un grupo de choque:
“La
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla condena enérgicamente la agresión a
los estudiantes producida en la madrugada de este domingo. La BUAP descalifica
las versiones de que fueron “porros” de la rectoría de la universidad los que
provocaron estos lamentables incidentes”, refiere la institución en un
comunicado.
“Además,
la BUAP lamenta profundamente el altercado y reprueba cualquier hecho de
violencia sin importar quién lo genere; estará pendiente del deslinde de
responsabilidades correspondiente que derive de este hecho”, agrega.
(ZOCALO
/ PROCESO/ 09/02/2015 - 06:13 PM)
No hay comentarios:
Publicar un comentario