Torreón,
Coah.- La Ley de Urgencias Médicas en Coahuila gestada apenas en noviembre de
2014 bajo la primicia de privilegiar la vida, nació muerta.
Y
es que no son pocos los casos en que diariamente cientos de pacientes tienen
que sufrir un viacrucis para poder recibir la atención de emergencia cuando
está en juego la vida, sin que hospitales privados o públicos tengan que
aplicar sus restricciones por encima de la ley o lo que es peor, sus intereses
monetarios.
Una
experiencia de ese tipo fue la que vivió Víctor Rogelio Cárdenas, luego de que
su esposa Martha Yazmín Aguilera, al ser trasladada en una ambulancia de la
Cruz Roja cuando presentó una complicación de preeclampsia, fue rechazada en
dos hospitales.
Víctor,
originario de Mapimí, de profesión licenciado en Administración de Empresas y
egresado del Instituto Tecnológico Agropecuario (ITA) número 10, trabajaba
junto con su esposa Martha Yazmín en una tienda de conveniencia en la colonia
Ana.
A
11 años de distancia del nacimiento de Sebastián, su hijo mayor, ambos
decidieron ir por un segundo bebé y esperaban con mucho amor la llegada de una
niñita. Lo que nunca imaginaron es que llegado a la etapa final del embarazo,
las cosas se complicarían.
Recuerda
que fue el sábado 24 de enero a las 4:00 de la mañana cuando su esposa se
comenzó a sentir mal, fue al baño, vomitó y regresó a la cama, argumentado que
era su problema de gastritis.
A
la pregunta que si le llevaba a un médico y a la negativa de ella, él salió a
las 6:00 de la mañana de su vivienda ubicada en la colonia Aviación de Torreón,
a fin de ir a abrir la tienda.
Más
tarde, a las 7:30 horas, recibió la llamada de su hijo Sebastián para decirle
que su mamá se había puesto peor, que se levantó nuevamente al baño pero que
había caído. Fue entonces que llamó a familiares para que acudieran a su
auxilio.
Relata
que ya en camino a su casa, tomó el celular y llamó para pedir una ambulancia a
la Cruz Roja. Ella, recibía los primeros auxilios y lo primero que le preguntó
el socorrista fue, ¿a dónde quiere que la llevemos señor?. Su respuesta
inmediata, considerando las distancias, fue la Clínica del Magisterio.
Había
transcurrido ya una hora de que había caído en la inmediación de la sala. La
ambulancia se adelantó y él en su camioneta la alcanzó en el hospital, pero
apenas llegó al acceso y la misma ambulancia iba saliendo con su esposa aún a
bordo, pues su cuñada que iba dentro, le comentó que no la recibieron porque no
había doctor y que aparte les dijeron que traía preeclampsia.
Víctor
hace un paréntesis en el relato, tiene la mirada pérdida entre el dolor y el
coraje, esa furia e impotencia que se refleja en los ojos llorosos. “Usted cree
eso. Cómo creerles que en un hospital no haya un médico, sí se supone que están
para atender, para auxiliar a la gente".
Como
segunda opción, dice que el chofer de la ambulancia le recomendó entonces que
la llevaran a la Clínica de la Mujer que está a poca distancia de donde se
encontraban, algo que le propicio tranquilidad al saber que son especialistas
en el género.
Sin
embargo, su pena aumentó cuando ni siquiera les permitieron ingresar al área de
Urgencias, pues incluso mantuvieron a la ambulancia de la Cruz Roja atrás de la
pluma de acceso y dos enfermeras subieron a observarla.
Así
pasaron otros cinco minutos y no hubo respuesta, por lo que la ambulancia se
encaminó a la Clínica 16 del Seguro Social, donde a las 8:30 de la mañana un
médico la recibió, pero con la advertencia que iba muy mal, que lo primero
sería estabilizarla y tratar de salvar el producto.
Con
todo y eso, recuerda que todavía intervino una asistente de Urgencias y le
refirió al doctor que no sabían si la paciente tenía o no afiliación, a lo que
le respondió, “a mí no me interesa sí tiene o no tiene Seguro, a la señora por
su salud y por su vida, yo tengo que atenderla”.
A
las 11:00 horas del sábado, le notificaron dos noticias: la primera el nacimiento
de su hija Ana Victoria, pero con la aclaración que iba a quedar en
observación, ya que le habían reanimado en su respiración debido a las
convulsiones que había sufrido su madre, que tenía los niveles de azúcar altos
y pudiera haber secuelas por el tiempo sin recibir atención.
La
otra fue la mala, le confirmaron que su esposa tenía muerte cerebral y que la
iban a trasladarla a la Clínica de Especialidades número 71, pero sin
probabilidades de recuperación. Pasaron seis días, no recobró el conocimiento y
su pulso fue cada día más débil. Martha Yazmín murió el sábado siguiente al que
ingresó.
“Te
sientes impotente. Uno no puede hacer nada por desconocimiento, pero las
personas que estuvieron ahí, que sí pueden y tienen un compromiso con la salud,
mejor piensan en otros intereses como el dinero, por encima del valor de una
persona. Ya el dinero uno lo consigue, vendes lo que puedes, pero tienes a tu
ser querido a su lado”.
Lamenta
que habiendo leyes para ello no se apliquen, que los hospitales actúen sin consciencia,
sin humanidad y que cómo él, existen muchos casos que no trascienden, pero que
suceden todos los días y en todas las clínicas, ya sea privadas o públicas.
(ZOCALO/
AGENCIAS/ 09/02/2015 - 06:18 PM)
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