lunes, 9 de febrero de 2015

GATILLERO DESTROZA PUERTA DE UNA CASA CON AK-47 Y TOMA DE REHÉN A LA CASERA


“El muchacho de pelo negro, bigote negro, sudaba muchísimo, traía un pie fracturado, al principio estaba muy  agresivo y me decía que si venían los soldados me iba a matar…”, narra la persona que fue tomada como rehén durante el tiempo que a ella le pareció una eternidad.

“¿Por qué niño?, yo no te he hecho nada”, comenta que le argumentaba al supuesto delincuente y  éste después cambió su actitud agresiva.

“Y es que los soldados ya estaban aquí, yo no sabía nada y ni qué había pasado”, cuenta.

Uno de los gatilleros, durante su huída de las corporaciones policiacas, luego de percatarse de que estaba atrapado y sin salida, por una de las bardas que circundan el fraccionamiento Bahía de Mazatlán, con su fusil AK47, destrozó a balazos la puerta de la casa y la tomó como rehén junto con su hija y dos vecinos.

En la calle Bahía San Carlos, contigua a una barda que cierra el paso a los transeúntes, está ubicada la casa con el número 210, donde se presume que los supuestos delincuentes la utilizaban como casa de seguridad y/o oficina.

La relativa cercanía por sus respectivas partes traseras de las casas números 119 y 210, Bahía San Agustín y Bahía San Carlos, respectivamente, habría facilitado que el presunto delincuente se atrincherara en el domicilio 119.

Eran como las 23:30 horas, cuando según testigos se escucharon balazos intermitentes, y todos los vecinos apagaron las luces de sus casas y se encerraron a “piedra y lodo”, para evitar ser alcanzados por una bala perdida.

Relata que esa noche su esposo no estaba en casa y que su hija estaba acostada en una recámara, y al oír los balazos lo primero que pensó fue en salir por su hijo adolescente que estaba en casa de unos amigos vecinos suyos.

En esos momentos, una pareja que vive frente a su casa iba llegando a su domicilio cuando le dijo que no saliera, porque ahí venía un hombre armado.

La pareja vecina fue y se metió con ella por el cancel de la cochera y cerraron la puerta de madera, resguardándose en otra recámara desocupada.

El gatillero aparentemente había salido huyendo de la calle Bahía de San Carlos, buscando escape por la calle Bahía San Agustín, pero al toparse con la barda, al ver el cancel de la cochera abierto, se metió a la casa y a balazos con su  AK-47, despedazó la puerta y se metió a refugiarse.

Acto seguido, el sicario cerró la puerta de madera arruinada y la atrancó con los muebles de la casa cuyos cuadros, lámparas y paredes estaban acribilladas por el “cuerno de chivo”.

Cuando el gatillero se encontraba dentro de la casa tocaba la puerta de la recámara donde estaba la hija de la señora, para que le abriera y amenazaba con abrirla a balazos si se negaba a dejarlo entrar a esconderse de sus perseguidores.

Desde la recámara donde se había resguardado, al ver el peligro inminente que corría su hija si el intruso armado cumplía su amenaza, la señora, armada de valor salió para suplicarle al gatillero que no balaceara la recámara de su hija.

“No, no dispares, ahí está mi niña”, suplicó.

Fue así como la señora se convirtió en rehén de un presunto sicario que al sentirse acorralado la quiso utilizar para negociar su huída con las corporaciones policíacas que lo tenían rodeado.

“Y ya me tuvo todo ese tiempo”, dijo la señora con aparente serenidad.

“El veía que arriba estaban unos policías, él quería que se bajaran los policías”, cuenta.

“Él hablaba mucho por celular, quería que vinieran sus amigos por él; ‘¿pero cómo van a venir por ti?’, si estaba todo rodeado”, decía ella.

“Nunca entró a la recámara, siempre estuvo detrás de mí como para protegerse”, asegura.

“Después me dijo que no me iba a hacer dañó, me dijo que lo perdonara”, recuerda.

Las corporaciones policíacas trajeron a sus compañeros y uno de ellos le gritaba que saliera y se entregara, porque ya se había terminado todo, a lo que él respondía que quién había dicho eso, porque pensaba suicidarse.

“Después de escuchar a sus compañeros, él quería dispararse para no entregarse”, precisa.

“No hagas eso”, le aconsejó la señora y aquél dejó las armas y salió.

“Pidió agua, bajé con él… el pie izquierdo le dolía mucho”, abunda.

“Cuando se iba a entregar sacó muchas cosas de su cartera y las quemó, sacó el chip de su celular”, añade.

“Yo no salí, porque dije si a alguno (de los policías) se le ocurre disparar me va a tocar a mí; fueron como tres horas, pero para mi duró una eternidad”.

EL ANTECEDENTE MORTAL

El asesinato de Eufemio Medina, de 45 años, ocurrido a las 21.30 horas, del jueves, en su domicilio ubicado en la calle Huatabampito, casi esquina con Maclovio Herrera, en el fraccionamiento Hacienda del Mar, habría ocasionado la persecución y detención de tres presuntos delincuentes, en el fraccionamiento Bahía de Mazatlán, donde uno de ellos, tomó de rehenes a cuatro personas.

Según la información oficial, minutos antes de la hora arriba señalada, llegó un grupo armado al domicilio de Eufemio Medina y dispararon contra la vivienda, y aparentemente lograron ingresar al domicilio donde asesinaron a su víctima.

En el lugar de los hechos, fueron encontrados varios casquillos percutidos, junto a una camioneta Dodge Ram, color rojo, al parecer propiedad del finado.


(RIODOCE/ Cayetano Osuna/ 8 febrero, 2015) 

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