miércoles, 1 de enero de 2014

LOS HUIPAS

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Con esta tercera participación, el autor nos narra con todo lujo de detalles, la crueldad con que los cuatro indígenas homosexuales conocidos como los Huipas, de la comunidad indígena del Bacapaco, localizado a unos 500 metros del puente del canal Moroncarit, adelantito de la curva rumbo al Etchoropo, asesinaban a sus víctimas, con toda alevosía y ventaja.

Calculaban los tiempos, y los lugares, que bien podían ser las cantinas en Huatabampo, los mesones donde guardaban las arañas y caballos, y las parcelas donde trabajaban, las velaciones y las fiestas tradicionales para cazarlos, embaucándolos con tequileñas de vinos y raites, para que cayeran.

Ya borrachos, según los lugareños, saciaban sus insaciables instintos sexuales, en cuyo éxtasis, comentaban indígenas ancianos de la época, se aproximaban al pacto tramado con el diablo, al cual se acercaban cada vez que hacían el sexo, con todas las maniacadas, de las cuales, ver correr la sangre y el olor que impregnaba el cuarto de adobe, constituían la ofrenda fundamental del ceremonial satánico con que honraban al dios de las tinieblas.

En ese entorno sociológico, en que dominantes eran las costumbres y tradiciones indígenas, y determinante la religión católica y la moral de los misioneros que cristianizaron a las comunidades indígenas de moda, fresquecitas permeaban todos los escenarios de la vida social, económica y política (excepción de algunas prácticas antiguas de los aborígenes de enterrar enredados en un de carrizo a los difuntos, directo al hoyo, después de que trotando cuatro indígenas los transportaban al hombro y gritando, colgados de dos palos que ataban al petate, desde el lugar del velorio hasta el campo santo), que estereotiparon esas inusuales cuan insólitas prácticas homosexuales de estos autóctonos, entre el rango de los mitos y las leyendas, cuyas evidencias, que se van a narrar en los próximos números, darán cuenta de que solo faltaba uno o dos pasos para que se cumpliera el pacto con el demonio y, a partir de ahí, la situación espiritual de los cuatro indios habría de cambiar para continuar aterrando a las comunidades de la manera más espeluznante.

LA VIDA SECRETA DE LOS HUIPAS (Tercera parte).

José Luis Laguna Duarte

Cuentan pobladores del Bacapaco, que Los cuatro también planearon la muerte de Lorenzo Valenzuela Bamayoa, y que este asunto lo acordaron a fines de febrero, porque Lorenzo maltrataba mucho a Eusebio pues era su querido y mantenía relaciones sexuales casi permanentes con él. La verdad es que este individuo sostenía relaciones sexuales con los cuatro, pero era muy ofensivo y violento con Eusebio, e incluso en una ocasión lo maltrató mucho y le partió la cabeza. También los ofendía a todos cada rato diciéndoles “putos salados hijos de la chingada” y se burlaba de Eusebio porque este decía que tenía una novia en el Etchoropo llamada Aniceta y lo choteaba a cada rato y se reía de él. Así un buen día se pusieron de acuerdo para matarlo el día 4 de abril de 1950.

Dicen los que entrevistamos para hacer nuestro libro de los Huipas, que el día tres de marzo, Lorenzo estuvo tomando en Huatabampo en compañía de Antonio Yocupicio, mientras que Eusebio lo estaba esperando en el callejón del Bacapaco para llevarlo a su casa donde estaban reunidos esperando Leonardo Huipas López, Basilio Humo Valenzuela y Adelaido Huipas Quijano, de acuerdo al conjuro que habían tenido tiempo atrás para matarlo.

Se comentó que Eusebio dos días antes ya le había dicho a Lorenzo que lo iba a matar, pero Lorenzo lo tomaba como una broma, y le decía “Que me vas a hacer puto, yo te voy a matar a ti” y soltaba la carcajada, ante un Eusebio que se ponía serio e impotente.

 Cuando Lorenzo llegó al callejón del Bacapaco Eusebio que lo esperaba, se abalanzó hacia él y le dijo “Te voy a llevar para mi casa para matarte” y Lorenzo le contestó “Yo también te voy a matar”. 

Eusebio y Lorenzo caminaron por el canal y llegaron a la casa donde esperaban los demás, y en el mismo lugar donde mataron al muchacho Santos Valencia, Leonardo con el mismo garrote le pegó a Lorenzo dos golpes muy fuertes, y sin embargo este empezó a defenderse tirando golpes a los cuatro.

 Atarantado Lorenzo cayó al suelo y fue cuando Adelaido le asestó dos golpes más con ese garrote de puro corazón de mezquite. Después de Adelaido, Eusebio le pegó dos golpes muy fuertes en la cabeza, y a lo último Basilio le asestó otro golpe para rematarlo.

Ya muerto Lorenzo, fue introducido a la casa y lo sometieron al proceso de castramiento, donde con una navaja metálica de cachas hicieron la operación. El corte partió a la altura del ombligo con dirección hacia abajo, llegando este hasta el límite de los glúteos por ambas partes, hasta que jalaron el pene para desprenderlo del cuerpo inerme de Lorenzo. 

Una vez hechos los cortes, los órganos sexuales de Lorenzo fueron clavados en una tabla donde quedaron bien restirados y disecados, órganos utilizados por este grupo asesino para masturbarse en la clandestinidad. 

Sin duda, dijeron nuestros entrevistados, que esto parecía la locura, algo realmente insólito, jamás visto en ninguna parte, y menos en una comunidad indígena como la de los Mayos, tan conservadores en sus tradiciones y prácticas religiosas. 

Lo mismo le sucedió al muchacho de solo 14 años, al verse envuelto en una trama sexual y despiadada bajo condiciones de desventaja, premeditación y alevosía al extremo, y cuatro asesinos que demostraban en esos momentos un total desprecio por la vida humana, y no solo eso, sino irse al extremo de castrar a sus víctimas y utilizar sus partes nobles para masturbarse y para hacer pequeñas bolsas de cuero donde se pudieron apreciar como colgajos sus partes y su vello púbico.

 Cuando la policía se encontró con esto, no lo podían creer, y cuando le preguntaron a Eusebio para que querían las partes nobles de sus víctimas, dijo “Inquili” es decir, para sentarse en ellas y masturbarse, lo que demuestra la total desviación sexual y psicológica de estos individuos.

Por último ya operadas las victimas las enterraban dentro de la vivienda y en el canal. (Nos vemos en la necesidad de extender nuestro trabajo para que en el próximo número se pueda abordar el asesinato de Vicente Buitimea que corrió la misma suerte y dejar lugar para otros aspectos importantes que dan fe de la crueldad y la locura en que cayeron estos indígenas mayos de Huatabampo a principios de 1950.

(DIARIO DEL YAQUI/Bernardino Galaviz /  Martes, 31 Diciembre 2013 16:45)

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