SAN
CRISTÓBAL DE LAS CASAS, Chis (Proceso).- Veinte años después del
alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), Chiapas
parece igual… pero es distinto: en las últimas dos décadas tuvo seis
gobernadores que no sólo han hecho muy poco para abatir la pobreza, sino
que se dedicaron a arrinconar a las comunidades zapatistas.
Nicolás,
miliciano del EZLN desde sus orígenes, niega cuando se le pregunta si
el zapatismo llegó a su fin: “No sabemos hasta dónde vamos a llegar.
Supimos hacer el comienzo y no sé a dónde va a llegar, pero seguimos
caminando”.
A finales de este 2013, a punto de cumplirse el
vigésimo aniversario del alzamiento armado de los indígenas chiapanecos,
el espíritu navideño llega a San Cristóbal impuesto en forma de una
pista de hielo y de un árbol artificial adornado con propaganda del
gobernador Manuel Velasco. Visitan la ciudad miles de turistas, quienes
llegaron para festejar el año nuevo. El ambiente es de fiesta.
Pero
no son los únicos que quieren celebrar. En las regiones Selva, Norte y
Altos, en los 29 municipios autónomos rebeldes los zapatistas también se
preparan para conmemorar la declaración de guerra de 1994.
A la
fiesta de los 20 años del EZLN la prensa no fue invitada, anunció el
subcomandante Moisés en un comunicado difundido el jueves 19. Analistas
del fenómeno zapatista consideran que esto puede deberse a la
posibilidad de que haya cambios en la dirigencia indígena, donde podrían
aparecer figuras nuevas.
“No entendemos a Peña Nieto”
Nicolás
se formó desde muy joven en las filas de EZLN. Tiene experiencia en la
lucha armada –la cual tuvo que dejar por razones de salud, secuelas de
su participación en los combates de 1994– y ahora se aplica en tareas de
organización con otras agrupaciones sociales.
“El zapatismo no
está debilitado porque es una transformación, y aunque muchos quieren
más balazos eso ya no lo queremos. Por eso nos preparamos para esa
transformación en medio de ese remolino del poder del dinero. No
entendemos lo que está haciendo Peña Nieto y no nos interesa. Nosotros
tenemos nuestro pequeño mundo, nuestra autonomía y vamos a seguir. Para
eso es nuestra escuelita, para entender y enfrentar la realidad, para
prepararnos y conseguir lo que no nos quisieron dar en el cambio. Pero
no vamos solos, hay muchos pensamientos valiosos”, sostiene.
En
estos días de finales de 2013 en los cinco Caracoles –con sus
respectivas Juntas de Buen Gobierno que mandan sobre los 29 municipios
autónomos rebeldes zapatistas– tiene lugar el segundo de tres cursos de
la Escuelita Zapatista. En el primero, en agosto pasado, al cumplirse 10
años de los Caracoles, hubo mil 500 alumnos. Para los dos últimos,
cerca de 5 mil.
Con la Cátedra Tata Juan Chávez Alonso y la Marcha
del Silencio de diciembre de 2012 –en la que participaron 40 mil
zapatistas–, el EZLN reapareció públicamente tras una pausa de seis
años, cuando Marcos encabezó La Otra Campaña entre 2005 y 2006.
Para mucha gente, sobre todo para el gobierno federal, este largo paréntesis fue la señal del principio del fin del zapatismo.
Nicolás
argumenta: “Políticamente ya no salimos en los medios. Piensan que
estamos acabados. Pero no estamos cruzados de manos. Nos estamos
preparando y quizá vayan a echarnos bombazos… Por eso aún están los
paramilitares.
“Estamos evaluando los errores y también
construyendo otra forma de vivir. Hay críticas de que (el EZLN) ya no
representa el mundo indígena campesino como en el 94, pero no queremos
ser vanguardia; nos corresponde cambiar este pensamiento en otra forma
de actuar.”
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