TUXTLA
GUTIÉRREZ, Chis. (apro).- En enero de 1994, luego de los
enfrentamientos entre indígenas y elementos del Ejército, los cadáveres
de aproximadamente 60 milicianos del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional (EZLN) fueron enterrados en el rincón más apartado y solitario
del panteón San Marcos. Veinte años después, las tumbas de los rebeldes
muertos han empezado a desaparecer entre la multitud de sepulcros a su
alrededor.
Algunos cuerpos identificados fueron reclamados por los familiares, quienes les dieron sepultura de acuerdo con sus tradiciones.
Las cárcavas de los zapatistas muertos no tienen nombre, sólo las identifica un número escrito sobre el rústico concreto.
En
enero de 1994, durante los enfrentamientos entre el EZLN y el Ejército,
no sólo murieron indígenas rebeldes liderados por el Subcomandante
Marcos, también cayeron soldados, policías y civiles, pero, además,
miembros de las fuerzas armadas cometieron ejecuciones extrajudiciales,
por ejemplo en el hospital y el mercado de Ocosingo.
Aunque 20
años después de aquellos sucesos trágicos han salido a relucir nombres y
número de bajas, lo cierto es que no se conoce con precisión el número
de fallecidos en la zona de conflicto.
En Ocosingo, elementos del
Ejército, bajo el mando de Luis Humberto Portillo Leal y Juan López
Ortiz, provocaron decenas de bajas al EZLN.
En la acción cayeron
alrededor de 12 militares vestidos de verde olivo, pero los zapatistas
muertos sumaron aproximadamente 34, además de 32 desaparecidos y 34
capturados. En ese enfrentamiento falleció el Comandante Ik’ o Comandante Hugo, como se conocía al indígena Francisco Gómez Hernández, quien encabezó la toma de Ocosingo y cuyo cuerpo nunca se recuperó.
En
el cuartel militar de Rancho Nuevo, otro de los lugares donde se
desataron fuertes combates, las tropas de la Comandanta Yolanda
fracasaron en la toma de esas instalaciones y sufrieron 25 bajas, por
cinco del Ejército.
En febrero de 2004, el Subcomandante Marcos
detalló que en los combates de Ocosingo, el 3 y 4 de enero de 1994, el
EZLN tuvo 35 bajas. Se trata de Mariano Sánchez Gómez (Moisés), Marcos López Hernández (Ghandi), Horacio Aguilar Moreno (Felipe), Eligio Hernández Jiménez (Ciro), Feliciano Albores Hernández, (Daniel), y el miliciano Agustín, de quien no se identificó su verdadero nombre.
En la lista de muertos también aparecen Antonio Guzmán González (Amador), Fernando Ruiz Guzmán (Agenor), Marcos Guzmán Pérez (Fidelino), Doroteo Ruiz Hernández (Adán), Diego Aguilar Hernández (Arnulfo) y Eliseo Hernández Cruz (Samuel).
También Eusebio Jiménez González (Salvador), Santiago Pérez Méndez (Ernesto), Marcos Pérez Córdova (Venancio), Juan Mendoza Lorenzo (Horacio), Eliseo Sánchez Pérez (Jeremías), Leonardo Méndez Sántiz (Linares), Carmelo Méndez Méndez (Dionisio) y Javier Hernández López (Bonifacio).
Los otros son: Enrique González García (Feliciano), Marcelo Pérez Jiménez (Horacio), Manuel Sánchez González (Cayetano), Nicolás Cortez Hernández (Cristóbal), Vicente López Hernández (Chuchín), Javier López Hernández (Adán), Alejandro Sánchez López (Nacho), Enrique Hernández Vázquez (Arturo) y el miliciano Juan.
De igual manera destacan Floriberto López Pérez (Heriberto), Pedro López García (Jeremías), Alfredo Sánchez Méndez (Germán), Santiago Ramírez Hernández (Jeremías), Apolinar López López (Camilo) y Rogelio García García (Tito).
Señaló que además del capitán Hugo, cayeron en combate o están desaparecidos: el subteniente Álvaro, cuyo nombre real era Silverio Gómez Álvarez; Bartolo Pérez Cortés, Fredy; Marcos Gómez Velasco, teniente insurgente de infantería Calixto, y Arturo Aguilar Jiménez, teniente Miguel.
La
muerte más sentida fue la del mando militar mestizo, el Subcomandante
Pedro, cuya gorra y paliacate raído siempre trae consigo el
Subcomandante Marcos.
En noviembre de 2003, al celebrar los 20
años de la fundación del EZLN en la Selva Lacandona, el Subcomandante
Marcos recordó con nostalgia a su amigo, el Subcomandante Pedro.
“Voy
a hablar de un hombre, un soldado insurgente, un zapatista. No voy a
hablar mucho. No puedo. No todavía. Se llamaba Pedro y murió
combatiendo. Tenía el grado de subcomandante y era, en el momento de su
caída, jefe del estado mayor del EZLN y mi segundo al mando. No voy a
decir que no ha muerto. Está muerto de por sí y yo no quisiera que
estuviera muerto. Pero, como todos nuestros muertos, Pedro camina por
acá y cada tanto se aparece y habla y bromea y se pone serio y pide más
café y enciende el enésimo cigarrillo. Ahora está aquí. Es 26 de octubre
y es su cumpleaños. Le digo ‘salud al cumpleañero’. Él levanta su
pocillo de café y dice ‘salud sub’. Yo no sé por qué me puse Marcos si
nadie me dice así, todos me dicen sub o sus equivalentes. Pero me dice
sub. Platicamos con Pedro. Le cuento y me cuenta. Recordamos. Reímos.
Nos ponemos serios. A veces lo regaño. Lo regaño por indisciplinado,
porque yo no le ordené que se muriera y él se murió. No obedeció. Lo
regaño, pues. Él sólo abre más los ojos y me dice: “ni modos”. Si, ni
modos. Entonces le enseño un mapa. De por sí le gusta ver los mapas. Le
señalo lo que hemos crecido. Sonríe”. (17 de noviembre de 2003).
El
Subcomandante Pedro, baleado por un ganadero en Las Margaritas, el 1 de
enero de 1994. Fue la única baja en esa acción militar del EZLN. Su
cuerpo fue llevado a la selva, donde se le sepultó con honores. La gorra
y el paliacate raído y percudido que trae el Subcomandante Marcos y
nunca se quita pertenecieron al Subcomandante Pedro.
El Comandante
Hugo, otro de los fundadores del EZLN que perdió la vida en Ocosingo y
cuyo cuerpo nunca apareció, sería recordado después en la revista Rebeldía del grupo armado.
“Hugo,
tzeltal de sangre y mexicano por derecho e historia, fue de la primera
generación de responsables políticos del EZLN. Fue de los primeros
fundadores de lo que ahora se conoce como Comité Clandestino
Revolucionario Indígena y formó a toda una generación de nuestros jefes:
Raúl, Juan, Gabino, Gustavo, Ramón, Simón, Fernando, Maxo y otros,
ahora miembros del CCRI, aprendieron de Hugo el modo de organizar y
dirigir los preparativos de la guerra. Hugo, nombre de guerra de este
príncipe tzeltal, en porte y nobleza, escogió el apelativo de «señor
Ik’» («Señor Negro») para identificarse en las comunicaciones. Poco a
poco el «Hugo» se fue perdiendo y sólo se le conocía por «el señor Ik’».
Y así recorrió cañadas y municipios explicando el significado de las
cuatro siglas que, después, darían la vuelta al mundo. Con el cargo de
jefe del Comité Clandestino Revolucionario Indígena Tzeltal y miembro
del CCRI‑CG del EZLN, el señor Ik’ marchó al frente de una parte de las
tropas que tomaron la cabecera municipal de Ocosingo el día primero del
año 94. Cuando, el día 2 de enero, los federales atacaron la plaza, el
señor Ik’ permaneció combatiendo para proteger la retirada de sus
compañeros. En la confusión del repliegue de las últimas tropas, el
señor Ik’ quedó en la lista de desaparecidos. Llegaron, después,
distintas versiones: que lo vieron peleando todavía el día 4 por el
rumbo del IMSS-Coplamar; que el día 3 ya lo habían visto muerto, con un
arma enemiga en la mano y frente a un federal muerto; que estaba vivo y
preso; que se había escapado. Nunca supimos si su cuerpo está en una de
las fosas comunes clandestinas que los federales hicieron para esconder
su brutalidad y su falta de honor militar.
“O si, como ahora se
dice en las montañas, el señor Ik’ no murió, sino que vive como una luz
que aparece, de tanto en tanto, por entre cerros y cañadas, con el
sombrero y el caballo de Zapata. Como el dios negro del cuento del viejo
Antonio, el señor Ik’, con su muerte, dio luz y calor a estas tierras, y
vida a la lucha que renace a pesar de todo.
El 10 de abril de
1994, al compás del himno zapatista que se entonaba en la ceremonia
militar, la mujer del señor Ik’, que aún lo espera (como todos
nosotros), parió un niño. Cosas de estas tierras, de estos mares”.
El
próximo abril, el hijo del Comandante Ik’ o Comandante Hugo, que se
llama igual que su padre, Francisco Gómez, pero le dicen Huguito,
cumplirá 20 años. Nació en la guerra, es zapatista y toda su vida ha
vivido en la resistencia.
Luego de que el EZLN dio a conocer su
lista de muertos y desaparecidos, la Secretaría de la Defensa Nacional
(Sedena) dio los nombres de los militares caídos en los combates, entre
ellos el coronel de arma blindada Hugo Alfredo Manterola Cedillo, el
mayor de infantería Roberto Hernández Oropeza, el mayor de caballería
Vladimir Lara Salgado, el teniente de caballería Fernando Monroy
Tinajero y el sargento segundo de infantería Gilberto de Jesús Dámaso.
Asimismo,
el sargento segundo de transmisiones Cicerón Gutiérrez Pérez; los cabos
Jordán González González, Encarnación Mejía Hernández, René Mezquita
López, Ernesto Santiago Santiago, Leonildo Zárate Martínez, Amado Robles
Gómez, Juan Domínguez Farfán, Felipe Reyes Altamirano, José Luis Flores
Nicolás, Mauro Campos Arroyo y Pascual Vázquez Torres.
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