El secretario
de Seguridad Pública de Tijuana, habla a ZETA sobre lo que le tocó vivir. Cinco
veces fue amenazado, principalmente por el Cártel de Sinaloa, pero siempre
respondió: “Ustedes a su jale y nosotros al nuestro”. Su mayor reto y consejo
para quienes llegan: mantener la Policía cerca de la sociedad. “Llegué
desconfiando del 80 por ciento de la Policía, me voy confiando en el 75 por
ciento”, pero dice, fue duro: “Soy el secretario que menos le ha templado la
mano”; en la depuración, 689 policías
Adela Navarro
Bello / Rosario Mosso Castro
El secretario de
Seguridad Pública de Tijuana se emociona:
“Tijuana debería
tener 6 mil 900 policías; tenemos 2 mil 200, y con 2 mil 200 policías le hemos
dado ‘en la madre’ a todas las batallas, porque un porcentaje muy importante,
mayor al 60 por ciento, está motivado. ¿Cuál es la muestra de la motivación?
Díganme ustedes en la historia de México cuándo un policía había turnado a un
ciudadano por ofrecerle una ‘mordida’. Llevamos 543 ciudadanos que han tenido
la osadía de ofrecerle una ‘mordida’ a un policía, y que el policía, en lugar
de recibir la ‘lana’, lo arresta y lo envía al Ministerio Público”.
El principal cambio
que Jesús Alberto Capella Ibarra dice haber generado al interior de la Policía
Municipal, tiene que ver con reconocerlos como humanos y no como números.
Desempolvar a los viejos agentes que saben de estrategia, dar la oportunidad a
los jóvenes, cambiar los grupos cada ocho meses, darles “salario emocional” con
reconocimientos y atención.
Dos veces secretario
de Seguridad Pública en Tijuana, Capella será relevado por Alejandro Lares
Valladares, un miembro de su equipo al que desea suerte, y espera que mantenga
a la Policía unida a la sociedad.
De las amenazas no
se queja, vienen con la responsabilidad, dice. Hoy, días antes de concluir la
administración de Carlos Bustamante, el titular de Seguridad Pública Municipal
tiene seis ofertas de trabajo. En cinco estados y en el Gobierno Federal. Por lo
pronto, se integra a la Conferencia Nacional de Seguridad Pública Municipal, de
la mano de la alcaldesa de Toluca, Estado de México.
A continuación, la
entrevista que Capella concedió a ZETA, antes de partir.
— ¿Cómo deja Usted
la ciudad, cómo queda la ciudad en términos de seguridad?
“Primero con una
visión muy clara de que es un tema interminable; es de todos los días y no es
llegar a una meta y punto. Es un tema de todos los días. Me voy con la
tranquilidad que los índices y los
números fríos que nos analizan y nos evalúan mensualmente, y ahora al final del
periodo, nos favorecen bastante. Hay una reducción importante en la incidencia
delictiva, hay una percepción social y empresarial de que las cosas han
mejorado sustancialmente no solamente en el dicho, sino en los hechos.
“En la Avenida
Revolución estaban los locales ‘se vende’, ‘se renta’, uno abierto, ‘se vende’,
‘se renta’, y ahorita pasan por la Avenida Revolución y son escasos los lugares
que están disponibles; tengo acercamientos y reuniones con empresarios que me
dicen, ‘este proyecto -como el que se hizo ahí de Salomón Cohen- me atreví a
hacerlo porque veía que el ambiente de tranquilidad regresaba a la ciudad de
Tijuana, si no, no le invierto’. Y eso tiene su secreto: que tanto el alcalde como
tu servidor, como el que sigue después de mí, somos personas honestas que
estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo para que las cosas funcionen, y la
otra, que evitamos conductas que eran una costumbre y que eran el contrapeso
positivo para que el policía arriesgara su vida, que era generar botines de
guerra, dejar o lacerar a las familias de los presuntos delincuentes, crear
acuerdos en algunas zonas con ellos para que las cosas estuvieran tranquilas.
Evitamos eso, cualquier acercamiento, cualquier situación, actuamos conforme a
derecho, no abusamos ni brincamos los límites”.
— ¿Eso también tiene
que ver con la detención en 2010 de Teodoro García Simental? Cuando ustedes
llegan, a finales de 2010, la inseguridad ya había disminuido de manera
considerable por esta detención, Tijuana ya no era el territorio de guerra que
fue de 2008 a 2010, en un enfrentamiento de cárteles.
“Sí, la detención,
nosotros en cuanto al tema numérico, porque es un dato muy interesante que
siempre lo hemos analizado y discutido, se da la detención impactante y
aparentemente dices, ‘bueno, encontramos el virus que estaba generando el
problema que teníamos’, pero la parte numérica nos marca 2010 como uno de los
años más violentos, y la detención fue en enero, pero fue un año sumamente
violento”.
— Estaban dando los
coletazos, porque lo fuerte, y a Usted también le tocó, fue en los años
previos…
“Sí, pero ya
después, posterior a esa detención, fueron limitadas las situaciones que se
fueron dando…”.
— Pero incide…
“Ustedes dieron
cuenta de la visión que tenía el ‘Sillas’, era venir y apropiarse otra vez de
la zona, entonces, ha habido también detenciones de impacto de los tres órdenes
de gobierno que han evitado que aquellos herederos de aquel tema, aquellos que
sobrevivieron a la guerra, quisieran venir y ocupar espacios que evidentemente
estaban desocupados. Sin dejar de reconocer los esfuerzos que se han hecho por
todos, pero todavía para el año que entra hay riesgo de que quieran llegar y
ocupar espacios, y lo vemos todos los días. Nosotros actuamos como un dique,
para que no se desborde. En el tema de violencia tenemos que ser muy
contundentes, es Tijuana una zona geográficamente muy importante para el
crimen”.
— Considerando los
“herederos” que mencionó hace un momento, ¿cómo está operando el crimen
organizado y quiénes están a la cabeza? ¿Contra quiénes tienen que funcionar
como dique?
“Siento que esa
actuación del crimen organizado, Tijuana no está alejado de todo lo que se da
en el resto del país, sigue una operación fuerte del llamado Cártel de Sinaloa,
que obviamente ha operado y controlado mucha región. Vimos una expresión de
muchos grupos criminales de Michoacán, particularmente con el trasiego de
‘ice’, en lo que me tocó ver a mí, y grupitos que me preocupan del sur de
California, que en algún tiempo fueron sicarios de algunas de las células esas,
particularmente del cártel de esta famosa familia de Tijuana, que bueno, pues
también conocieron la operación y han querido venir a abrir plaza aquí a la
ciudad. La modalidad que se dio con las ‘mulas ciegas’, recordarán, presumimos
nosotros, eran parte del tema de la gente local. Cuando logramos un nivel de
colaboración importante con las autoridades estadounidenses, logramos limitar
esa circunstancia, de hecho se logra inclusive cambiar el sistema de cruce
rápido de ellos por una situación provocada por esto, que la propia Policía
Municipal fue ‘encuerando’ conforme se iban dando casos y casos de situaciones
lamentables. Yo veo el tema, una cierta manifestación todavía de la gente
local, de lo que queda…”.
— ¿De quién?
“De los Arellano, y
veo la intención siempre focalizada del Cártel de Sinaloa, de ocupar lo que en
su momento ocuparon de Tijuana o de Baja California, porque no solamente es
Tijuana, es la conexión que tienen con toda Ensenada y todo lo que representa el
sur de Ensenada, lo que representa el Valle de Mexicali y lo que representa San
Luis Río Colorado, y lo que de alguna forma se fue dando poco a poco en
Mexicali”.
— ¿Y tienen nombres
específicos?
“No puedo
profundizar más en temas que obviamente nos toca a nosotros atender, pero pues
más claro que la (narco) manta que ustedes vieron y que fue pública, y con los
nombres que ahí se señalan, yo no veo nombres nuevos en relación a lo que ya
hay y lo que ya es público. Existen, hay manifestaciones, se ve al momento de
la detención de un narcomenudista que probablemente dependa de ellos, la
actuación de cuatro, cinco, seis abogados. Es impresionante la capacidad
económica que tienen, y con lo que tenemos que combatir, entonces, nos damos
cuenta que no son grupos desorganizados o solos, traen sus esquemas de análisis
de riesgo y de control de daños cuando hay alguna detención por parte de alguna
autoridad”.
— ¿Cuál es el reto de
la Policía Municipal en el tema de crimen organizado?
“No bajar la
guardia; seguir con la contundencia con que se ha actuado, seguir fortaleciendo
las áreas de inteligencia, los grupos operativos estarlos reestructurando,
estarles dando una oxigenada rápida, y tener la capacidad de reacción
inmediata, porque somos la fuerza más importante. Y el reto para mí más
importante: estar siempre del lado de la ciudadanía. Si volvemos a perder a la
Policía Municipal, la sociedad va a estar en riesgo.
“La Policía atiende
las dos generalidades de delitos de la siguiente manera, y fue la parte que yo
utilicé: los grupos de inteligencia y los grupos especiales, los temas de
delitos de alto impacto, que generalmente tienen que ver con narcotráfico o el
crimen organizado. Todas las demás secciones y los distritos, la delincuencia
común, entonces, esa era la estrategia que utilizamos y yo creo que nos
funcionó, sin dejar de reconocer que en Tijuana circulan, lamentablemente,
cerca de un millón de dólares diarios en el consumo de drogas. Nada más un
rubro, narcomenudeo, y dicen los que saben: el narcomenudeo puede representar
únicamente el 25 por ciento del total del trasiego general de drogas, sobre
todo la que cruza hacia Estados Unidos. La capacidad económica es grande, la
estructura de la Policía es importante, pero sigue siendo insuficiente para
todos los retos que hay en la ciudad”.
— ¿Fue amenazado por
el crimen organizado?
“Sí, varias veces”.
— ¿Quién, cómo?
“Recibí varias
llamadas a mi teléfono particular, y varias llamadas a la casa de mi familia.
Generalmente cuando se daba alguna detención importante o algún decomiso,
alguna situación así, pero no es algo que esté ajeno a una responsabilidad como
ésta, te tienes que preparar mentalmente para ello. Sí es impactante cada
llamada que tienes, y cada amenaza es preocupante, tienes que activar todos los
mecanismos de alerta, pero yo tenía, siempre he tenido y me voy con la plena
tranquilidad, de que hicimos lo que teníamos que hacer, y mi respuesta siempre
a las llamadas era ‘usted a su jale, nosotros al nuestro, ustedes se
atraviesan, nosotros vamos a hacer lo que tengamos que hacer’. No les robamos,
no les generamos botines de guerra, no les quitamos ni medio centavo partido a
la mitad, no vejamos a sus familias, hacemos lo que la Ley nos permite hacer y
lo estamos tratando de hacer bien. No generamos acuerdos con ellos ni con
nadie, no jalamos por ningún lado, e igual atacamos a un presunto bando, como
al otro, al otro, al otro, nunca con la visión de que ‘éste nomás’”.
— ¿Cuáles grupos lo
amenazaron?
“Los de Sinaloa, y
dos, tres mensajitos supuestamente de los de aquí”.
— ¿Cuántas veces lo
amenazaron?
“Cinco”.
— Dice que no generó
acuerdos, pero ¿le ofrecieron dinero?
“Voy a decir una
cosa que va a parecer hasta absurda: una de las llamadas de uno de los
presuntos líderes importantes, famosos, me dijo: ‘mire, no nos hemos metido con
su familia porque no hemos querido, y tampoco le hemos ofrecido una lana porque
sabemos que usted es un cabrón íntegro’. Dije, hasta de ellos tiene el
reconocimiento, y ahí es cuando vino mi respuesta: mire, yo tampoco me he
metido con su familia, no es nuestra intención y no lo vamos a hacer, pero
usted a lo suyo, y nosotros a lo nuestro; lo nuestro es aplicar la Ley,
combatir lo que esté mal, y lo vamos a seguir haciendo”.
— ¿Quién era?
“Un personaje, no
vale ni siquiera la pena mencionarlo. Yo quiero compartirles que con Arnulfo
(Bañuelos, del área de Planeación), que tiene veintidós años aquí en la
institución, y con otros ‘intelectuales de la seguridad pública’, como yo les
llamo -que están poco valorizados y pueden aportarle a la institución-, fue
gracias a esa visión que tuve de allegarme de gente con inteligencia, calidad
moral y calidad de hacer las cosas; y diseñamos una estrategia, un plan siempre
estratégico. Nos dimos cuenta que la responsabilidad que tiene un titular en
estas instituciones, no es nada más combatir el crimen, esa es una guerra, que
es a la que nos debemos, que es la más importante; pero hay una segunda guerra,
la guerra interna. Hay muchos paradigmas y gente que no quiere cambiar, que
está acostumbrada y que platica de ciertos titulares que llegaban, reventaban
una casa y se llevaban plasmas, comedores, joyas… y eso evidentemente después
generó una molestia en quien está detenido, que muy probablemente salga y luego
genera la violencia contra el jefe de distrito de Policía que participó.
Entonces, hay una segunda guerra también en paradigmas de la corrupción, de gente
que está acostumbrada a vivir no solamente de su salario, sino de lo extra, o a
comer de la propina o la ‘mordida’ que le dé un ciudadano. Tenemos en promedio
diez mil contactos diarios con ciudadanos, imagínense todo lo que no se pueda
dar, pero yo estoy en esa segunda guerra, muy convencido de que hay resultados
importantes. Llegué desconfiando del 80 por ciento de la Policía, me voy
confiando del 75 por ciento de ella”.
— ¿Eso lo puede
medir? ¿La corrupción que encontró era del 80 por ciento?
“No lo puedo medir
de esa manera, sino la desconfianza de que no sabía quiénes eran, de que no
había exámenes de control y confianza, de que había ciertos antecedentes, para
mí era el 80 por ciento, y obviamente había que reconstruir esa confianza. Me
han traicionado y han sido desleales desde comandantes, jefes de distrito y
hasta directores, entonces, la característica particular para mí es que la
gratitud y la deslealtad son características normales de instituciones como
ésta, pero tienes que seguir confiando para que las cosas fluyan. Ahorita me
voy confiando en el 75 por ciento de ella, porque hay rubros, hay ciertas
cosas, hay el famoso VIP, que mandamos gente porque no les pudimos procesar, y
además, no quisimos hacer cosas que no debíamos”.
— Si confía en el 75
por ciento, ¿quiere decir que la corrupción de una corporación la puede situar
en el 25 por ciento?
“En estándares
internacionales andamos en países de primer mundo. Si tú analizas por ejemplo
la crítica que hay en ciertas corporaciones de Estados Unidos, te van a decir
que el 25 por ciento anda mal, falta mucho por hacer, y no es un mecanismo de
satisfacción porque falta, pero yo creo que en estos dos años y fracción el
avance fue para mí dimensional…”.
— ¿Se depuró?
“Claro. Desde 2008 a
la fecha, se han ido 680 policías, en aquella etapa, mi primera experiencia, y
en ésta, me tocaron 500, entonces, yo creo que soy el secretario que menos le
ha temblado la mano en ese tenor… 689, son 500 los que me han tocado a mí, en
esta última etapa son 180, creo, en estos dos años los que se han ido. Llegué y
la Comisión de Desarrollo Policial era inoperable, no funcionaba, parecía que
era una actividad jurisdiccional dedicada a solapar policías en lugar de
procesarlos, me dejaron 450 expedientes que estaban ahí sin moverse, entonces
tuvimos que depurar, la vamos a dejar con muy poquitos, obviamente va a haber
un rezago, pero no un rezago de 450; entonces, cuál era la visión, no hacer
nada.
“Por ejemplo, el
famoso asunto del ‘Presa-gate’, no lo querían resolver, entonces, todo era esa
lamentable complicidad entre cabezas o mandos y los de abajito, ‘ustedes hagan
lo que quieran, pero sean leales conmigo, si hay que robar, hay que robar, si les
digo acá…’; pero todo mundo calladito, y había esa triste complicidad. Se llegó
a romper, punto, y a hacer lo que se tenía que hacer”.
— ¿Fallan los
exámenes de confianza?
“Yo siento que es un
instrumento sin el cual los jefes policiacos no podríamos hacer las cosas bien,
el tema de los exámenes de control y confianza, o sea, las cifras no andan tan
alejadas, son noventa los que no lo han pasado. Yo te puedo decir que en alguna
ocasión tenía yo el examen de un personaje que lo había pasado muy bien, y a los
tres o cuatro meses se trastornó por un problema conyugal que tuvo, y el cuate
se convirtió en un tipo corrupto, y punto. Todos los días hay factores humanos
dentro de la Policía que pueden transformar la voluntad de una persona, no
significa que porque ya hiciste el examen y lo pasaste, al día siguiente no
puedas hacer una tontería, o sea, son mecanismos que se acercan a una
posibilidad de, pero no son instrumentos perfectos.
— En lo personal,
¿tuvo problemas con los exámenes de control y confianza?
“Los dos que he
hecho yo, los dos exámenes los he pasado. No ha habido una reevaluación de los
exámenes, y es muy difícil, si pasas el primero, pues vas a pasar los demás, si
no pasas el primero, no vas a pasar los demás. Se especuló en aquel tiempo, estuvimos
sujetos a muchos temas de mucha grilla, venía yo de encabezar el tema del
esfuerzo del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública. El examen del polígrafo te
mide una escala de valores: si a ti en tu casa te educaron para que cualquier
persona que de alguna manera se brincara el patio de tu casa, tú tenías derecho
de agarrar y matarlo, y no pasaba nada, era tu derecho, pues vas a pasar el
examen. Si te preguntan si mataste a alguien bajo esa circunstancia, bajo
alguna circunstancia, vas a decir, ‘pues a lo mejor’, pero estaba legitimado,
entonces lo vas a pasar, porque tu escala de valor te determina que eso no
tiene problema. Los que fuimos educados con escalas de valores muy grandes,
como afortunadamente lo tuve yo en mis padres, cualquier detalle que a lo mejor
te parezca equivocado, pasarte un alto… digo, yo soy abogado de carrera, y que
alguien te pregunte si en algún tiempo un ministerio público te pidió una
‘lana’, son escalas de valores que a lo mejor dices, bueno, eso a lo mejor no
lo hubiera hecho, pero era parte de un sistema.
“Es muy interesante
analizar cómo personajes que lo pasaron también, pues ahorita están en Almoloya
y no precisamente por el hecho de lo que hicieron después del examen, sino por
lo que se les acredita antes del examen, entonces, hay que cuestionarnos
aquellos que pasaron, por qué lo pasaron. Yo siempre cuando hay alguien que no
lo pasa, pregunto qué fue lo que le calificaste, qué fue lo que te dijo…”.
— Por eso le
preguntábamos, si funcionaban o no funcionaban…
“Yo creo que sí, no
son cosas perfectas, tienen… yo cuando lo hice la primera vez, era
verdaderamente vergonzoso que un chamaco de 21, 22 años, te estuviera haciendo
el examen, era vergonzoso. Y eran aquellos tiempos cuando apenas iniciaban los
sistemas de los exámenes, entones, un chamaco que acaba de salir de la carrera
de psicología, te empieza a hacer un examen preguntándote, y hacen diez
exámenes a lo mejor al día, yo creo que era de las partes perfectibles que
había que hacer.
“El C3 que tenemos
en Baja California, es definitivamente el mejor C3 que hay en el país en cuanto
a los locales, no sé cómo se pueda comparar con el que hay a nivel nacional,
pero yo vuelvo y digo, y más que nada por la nota que sacaron el otro día: si
yo no hubiera pasado el primer examen, no hubiera sido secretario, porque uno
de los requisitos para poder aplicar los recursos del SUBSEMUN, era ese;
entonces todos aquellos que quisieron manipular y decir que no se pasó, era
parte de una grilla perversa que se estaba manejando, o sea, ¿dónde está el
papelito?”.
— ¿Por qué cambió el
grupo de inteligencia?
“Había ciertas
acciones de desconfianza, operativos que al momento del resultado no me gustaba
lo que me traían en cuanto a ciertas decisiones que se habían tomado, y luego
se empezaban a generar ciertos rumores. Se hizo un tratado muy interesante, que
yo lo adopté: un jefe de distrito llega a la curva superior, a la cúspide de su
trabajo, y lo expulso a los ocho meses de ser jefe. Luego de ocho meses empieza
a bajar su efectividad, así es poco a
poco, y esa bajada de efectividad puede generar distorsiones o actos de
corrupción, o falta de intensidad o miedo en aplicar ciertas situaciones. En
una ocasión desaparecí todo el grupo de inteligencia, que fue la penúltima, y
luego vino ya otro personaje de mucha confianza, con mucha relación con la
Procuraduría, parte de los arquitectos del nuevo esquema de inteligencia de la
ciudad, con trabajo de tecnología, de inteligencia, de meterle un poquito más
esquemas sofisticados a esta área, y me funcionó muy bien.
“Prácticamente todo
lo que ha sido el último año me ha funcionado a la perfección, pero sí hubo sus
ajustes, en algunos casos no se pudo comprobar. En otros casos, la primera
ocasión que cambié el grupo de inteligencia, fue por algunos señalamientos que
ustedes incluso hicieron en el semanario, de personajes relacionados con
actividades ilícitas, que eran los encargados del área de inteligencia. Yo no
llegué moviendo lo que había, llegué analizándolo y lo moví a las semanas,
precisamente por algunos señalamientos o presunciones de situaciones graves”.
— ¿Qué otros grupos
operativos desaparecieron?
“Las Fuerzas
Especiales era un grupo con un cierto nivel de arrogancia, que decían que no
atendían nada, son policías municipales, y cuando algún ciudadano se acercaba a
la patrulla para pedirles apoyo, le decían, ‘háblele a la Municipal’, ¡pues si
son policías municipales! Estaban acostumbrados a hacer un grupito especial,
entonces llegamos ajustando más que nada por el hecho de cuidar la integridad
de ellos, y de darle el beneficio importante que requería un grupo de esa
naturaleza en la ciudad. Creo que hay gente con mucha capacidad en ese grupo,
hay que aprovecharla. Le cambio el nombre al grupo, de Fuerzas Especiales por
Grupos Operativos, nos ayudaron a atender muchos aspectos importantes,
inclusive de orden social, y le fuimos cambiando poquito el rostro.
“Había mucha queja
de los jefes de distrito, que cuando me llegaba algún señalamiento de actos de
corrupción, decían, ‘es que yo tengo mis patrullas bien controladas, jefe’,
entonces andaban las Fuerzas Especiales ahí. ¡Ah, cómo que andaban! Lo que
hicimos fue agarrar, meterlas en cintura y analizar qué era lo que hacían para
que no tuvieran cartera libre de hacer y deshacer lo que quisieran por
cualquier rincón de la ciudad. Creo que dieron resultados importantes, gran
parte de los decomisos de droga se dieron por parte de ellos, yo creo que hay
que ponderarlo, y es una herramienta indispensable para combatir la parte de
los delitos de alto impacto de la ciudad”.
— Fue secretario en
dos periodos, está por terminar el segundo, fue jefe de Alejandro Lares. ¿Quién
es Lares, quién es Montilla? ¿Qué se puede esperar de ellos?
“Yo creo que no está
en mi papel hacer ningún comentario en ninguno de los sentidos, porque como lo
haga, se va a malinterpretar, yo le deseo la mejor de las suertes a quienes
vengan, nosotros dejamos muy clara una manera
de hacer las cosas. Yo te puedo decir que si algo busqué siempre, fue crear
líderes dentro de la institución, líderes sanos, que quisieran hacer bien las
cosas. Y si uno de los que viene está dentro de ese grupo, esperemos que el
aprendizaje haya valido la pena. Yo les deseo la mejor de las suertes, nosotros
dejamos una manera de hacer las cosas, ellos ya implementarán su toque.
Nosotros lo que sí queda muy claro es que en Tijuana, el tema de seguridad no
puede tener retrocesos, y menos la Policía Municipal, menos el tema de la
dignificación de la profesionalización de la Policía; eso no puede tener ningún
retroceso”.
— ¿Puede el personal
que formaron ustedes, afrontar los retos que nos comentó del crimen organizado,
secuestro, en narcomenudeo, en extorsión?
“Con el debido
respeto para todos mis compañeros aquí de la Policía, había gente que eran así
como ‘muebles’ que estaban en alguna parte, polveados, con un valor en
conocimientos y en el manejo del liderazgo de la institución, conocimiento en
cómo combatir al crimen. Lo único que yo hice fue ‘desempolvar’ a muchos de
ellos, darles posibilidades de desarrollo aquí como mandos, y sacarlos
adelante. Entonces, si el equipo con el que se rodeen, trae esas
características, yo estoy cierto que esta corporación tiene una capacidad
enorme para poder combatir cualquier fuerza que sea una amenaza para la ciudad.
Yo lo veo de esa manera, pero por qué siempre cada cosa que hacíamos, se
criticaba, si andábamos en la calle… hay que generar ese ánimo y dar muestras
con el ejemplo de que todos estamos en el mismo barco y hay que jalar igual; yo
lo hice, no me dediqué a estar sentado nada más en la oficina, sino que me
gustaba ver las cosas, mantener mi propio criterio.
“Me voy obviamente
con la decepción de muchas deslealtades, de actos que no se debieron dar por
algunos de ellos, abusos de confianza en muchos sentidos, pero también con el
entendimiento que son tantos los intereses que hay aquí, que va a haber alguien
que de alguna manera se atreva a traicionar a la institución y a sus titulares.
Pero aquí fuimos compañeros que trabajamos con un objetivo muy concreto, no
cómplices, yo creo que esa parte es muy importante”.
— ¿Qué sigue? ¿A
dónde va?
“Voy a México, me
incorporo a Toluca de forma inmediata, yo creo que los primeros días de
diciembre, la primera semana, a la Conferencia Nacional de Seguridad Pública
Municipal. Voy a tener acuerdo con la presidenta de la Conferencia, que es la
alcaldesa de Toluca, traigo por ahí ya algunas encomiendas muy importantes en
cuatro municipios, yo voy a seguir siempre con la prioridad de Tijuana. No
quiero tomar decisiones aceleradas, tengo cinco propuestas muy concretas en
algunas otras entidades, y traigo obviamente una propuesta muy concreta del
Gobierno Federal, que ya estaremos analizando en enero”.
— ¿Todas en el tema
de la seguridad?
“Pues es que no hay
para donde hacerse, hay números muy concretos de Tijuana que hablan de una
realidad esperanzadora en la ciudad, yo siempre he planteado que son muchos
factores los que han participado en esto, particularmente el tema del activismo
y la participación de la ciudadanía, la voluntad política que hay, y luego ya
la parte que nos toca a nosotros, a todos los que estamos encabezando áreas de
esta naturaleza. Pero es muy sintomático que cuando yo era presidente del Consejo
Ciudadano de Seguridad Pública en el Estado, cuando entró el Presidente
Calderón, en 2006, precisamente en diciembre de 2006 mandó un operativo
conjunto a Michoacán, para combatir el crimen que se estaba dando allá.
Recuerdo yo que en enero y febrero publicamos un desplegado en el periódico
Reforma, diciéndole que oye, está bien que sean sus paisanos, pero nosotros
también traemos broncas en Baja California, y en marzo, febrero o marzo, nos
llegó el operativo a Baja California. Y es muy sintomático en las noticias que
hay de Michoacán ahorita, con relación a lo que estamos viviendo nosotros en
Baja California. Entonces, hay algo positivo que se hizo, donde no se le puede
quitar mérito a nadie de los que participaron, desde el gobernador hasta el
General Duarte, el General Aponte Polito, lo que le tocó hacer a los alcaldes…
o sea, no le puedes quitar mérito a nadie, pero particularmente un tema
sustancial, que es la sociedad”.
— ¿Sería el trabajo
con la sociedad una de sus propuestas laborales, incluso en el gobierno?
“Sí, eso y una cosa
que me llama mucho la atención: tengo una invitación que voy a atender también
en enero, para estar en Colombia quince días, que lo hace la Policía Nacional
de Colombia. En términos policiacos, Colombia trae avance de diez años en
relación a lo que se vive en México, ellos tienen una estructura muy sólida en
cuanto a temas policiacos, les falta más acercamiento con la sociedad. Lo que
nosotros queremos analizar es el punto exacto en el que nos encontramos a nivel
país en relación a Colombia, hay muchos esfuerzos aislados que no se han
concatenado para combatir a la delincuencia. El éxito de Tijuana es la mística
que le imprimió el alcalde a la Policía, y un descubrimiento que pareciera
absurdo: el hecho que los policías son seres humanos, y aquí la sociedad
tijuanense le ha dado respeto y estatus social al policía. Aquellos que han
aceptado esa nueva posición dentro de la sociedad, se han convertido en los
héroes de la comunidad; tenemos reconocimientos cada seis meses para ellos, les
hemos dado lo que los colombianos le dicen allá ‘salario emocional’ al policía,
cambiamos esa visión de números, de que los policías eran números que hay que
capacitar, que hay que mandarlos a exámenes de control y confianza, que hay que
equipar, que hay que armar. Son seres humanos que hacen una actividad heroica,
y hay que reconocerlos como tal.
“Según los
estándares de la ONU, Tijuana debería tener 6 mil 900 policías; tenemos 2 mil
200, y con 2 mil 200 policías le hemos dado ‘en la madre’ a todas las batallas,
porque de esos 2 mil 200, un porcentaje muy importante, mayor al 60 por ciento,
está motivado. ¿Cuál es la muestra de la motivación? Díganme ustedes en la
historia de México cuándo un policía había turnado a un ciudadano por ofrecerle
una ‘mordida’. Llevamos hasta ayer 543 ciudadanos que han tenido la osadía de
ofrecerle una ‘mordida’ a un policía, y que el policía, en lugar de recibir la
‘lana’, lo arresta y lo envía al Ministerio Público porque eso es un delito.
Entonces, si eso no es cambiar una cultura de una corporación que se le
consideraba corrupta, inexperta, estigmatizada totalmente, yo me pregunto: ¿qué
otra muestra quieren?, sin dejar de reconocer que falta muchísimo por hacer”.
Muchas gracias.
(SEMANARIO ZETA/
Adela Navarro Bello / Rosario Mosso
Castro / diciembre 2, 2013 12:00 PM)
No hay comentarios:
Publicar un comentario