GUANAJUATO,
Gto. (apro).- “Decimos que sí y somos unas cualquiera. Decimos que no y
nos intentan matar. Ésta es mi historia, la historia de un ‘no’. Un
‘no’ que casi me lleva a la muerte”, dice Lucero Salgado Palacios, a
sólo cuatro días de que su agresor comparezca en el Juzgado Oral.
Su caso, uno entre miles, es seguido por cientos de personas a través de las redes sociales y medios de comunicación.
“Lo que me pasó me ha dado una voz”, dice, y no la quiere desperdiciar.
Cuando
Lucero decidió contar en Facebook la golpiza que sufrió de parte de un
conocido con el que se negó a tener relaciones sexuales, lo hizo primero
en el círculo cerrado de sus amistades.
“Más que por denunciar,
quería que mis amigas se dieran cuenta de que el problema es más grave
de lo que piensan, porque no le damos importancia si vemos un empujón
entre novios y eso no es normal”, señala.
Ante la avalancha de
comentarios, mensajes de solidaridad y, sobre todo, historias similares
que numerosas jovencitas y mujeres le han narrado, Lucero dice que de
ahora en adelante quiere ayudar a otras víctimas de violencia a
denunciar, “pero plenamente informadas, que sepan los derechos que
tienen, que no vayan solas y que las autoridades no las ignoren sólo
porque no saben lo que tienen que hacer, hasta que se haga justicia”.
Ella misma aún espera justicia.
La
madrugada del pasado jueves 12, Miguel Ángel Jasso –a quien conoció a
través de un amigo mutuo– le ofreció llevarla a su casa después del
trabajo, pero esa invitación se transformó en una pesadilla cuando ella
se negó a tener relaciones sexuales con él.
Miguel Ángel tomó
hacia la carretera a Dolores Hidalgo, y en un camino rural la golpeó
brutalmente en la cara, brazos y el cuerpo. Lucero alcanzó a arañarlo en
la cara y él huyó, pero kilómetros adelante se accidentó cuando
regresaba a la ciudad.
Ambos se encontraron en el Hospital
General. Lucero esperaba el arribo de un agente del Ministerio Público
(MP), mientras Miguel Ángel era atendido por heridas sufridas tras el
percance automovilístico. Ella lo identificó plenamente ante las
autoridades ministeriales y el personal del hospital. Al sujeto se le
tomaron fotografías y luego se retiró del nosocomio.
Lucero
interpuso la denuncia penal y le ofrecieron llamarle en un par de días
para realizar el peritaje psicológico. Acudió al MP cuando se cumplía
una semana, porque nadie le llamaba y quería conocer el estado de la
carpeta de investigación.
“Los licenciados que estaban ahí me
dijeron que para qué me serviría a mí (la carpeta), que regresara con mi
licenciado para que se la mostraran a él, que yo para qué la quería”,
relata a Apro.
Como siguiente paso compartió su testimonio en su
muro de Facebook, que fue retomado por algunos de sus conocidos y
posteriormente por medios locales. Sólo pasó un día de eso cuando
recibió la llamada para que acudiera al Ministerio Público, a las ocho
de la noche, a fin de que le practicaran el esperado peritaje.
Después
de una semana, en un comunicado la Procuraduría General de Justicia del
estado anunció que había concluido las diligencias y que requirió al
Juzgado Oral que citara al agresor a la audiencia de formulación de
imputación, el próximo lunes 30 por la mañana.
Los días de espera
le han dado a la joven de 18 años la posibilidad de adquirir plena
conciencia de que es una sobreviviente de feminicidio, como ella lo
definió el sábado 21, al acudir a la marcha por la erradicación de este
delito en Guanajuato.
“Guanajuato es una sociedad bien chiquita,
retrógrada. Que se vea que una víctima denuncie lo que pasó y lo exponga
es rarísimo. No es algo que haya pasado a una comunidad a muchos
kilómetros de aquí, pasó en la ciudad y puede pasar con nuestras amigas,
nuestras hermanas. Tenía un poco de miedo de lo que algunas personas
iban a decir, que si era mi culpa, que por qué andaba con ese muchacho o
a esas horas. Estaba segura de que habría dos o tres personas que
pondrían este tipo de comentarios, pero me preparé mucho, tuve mucho
apoyo de mis hermanas”.
Lucero conoce de primera mano a otras
jóvenes que han sufrido algún tipo de violencia infligida por sus
novios, “aunque sea un jalón”, y no dicen nada.
“Yo pensé: no
debemos quedarnos calladas, no es que sea tu culpa o que es algo de lo
que debes avergonzarte. Es lo que le pasa a muchas, reciben una bofetada
y les da vergüenza decirlo, pero que no se dejen”.
–¿Estabas consciente de esa violencia? ¿Te interesaba el tema?
–
Unas semanas antes había visto varias notas sobre los feminicidios en
Guanajuato, y la posición que había tomado el gobernador. Vi lo de la
niña que violaron en Tamazuca. Estaba familiarizada, pero después de lo
que me pasó, varias mujeres se me acercaron y me compartieron que les
había pasado también. Casos menores o peores que los míos, aunque eso no
debería de importar.
“Es impresionante ver a todas las mujeres
cuyos casos han quedado archivados, y pues obviamente comprendo la
impotencia que sienten con el desempeño de todo el sistema judicial,
porque me contaron de casos peores, de mujeres asesinadas, en que sus
carpetas (de investigación) se archivaron”, apunta.
En particular
recuerda haber leído meses atrás el caso de Luz María, una chica de 14
años que fue encontrada muerta en un arroyo en la ciudad de León,
cubierta con unas piedras y llantas. El dictamen de las autoridades
ministeriales fue que la muchacha falleció a consecuencia de un infarto.
“Me
impactó mucho que les hayan dicho a sus familiares que murió de un
infarto y que a su papá no lo hayan dejado hacer una prueba de ADN
porque costaba muchísimo dinero. Si las autoridades están haciendo lo
que deberían de hacer en todos los casos, pues ha sido de una manera muy
ineficiente”.
–¿Denunciar hace una diferencia? ¿Vale la pena?
–Yo
creo que sí. Yo lo expuse, di la cara y el Ministerio Público ha
sentido presión y ha hecho lo que se supone que debería de hacer, pero
el proceso es muy deficiente. Te dicen: ‘regresa después’ o ‘nosotros te
llamamos’, y cuántas mujeres no tienen la conciencia o el conocimiento o
el valor para volver y preguntar, y cuántos de esos casos se quedan
archivados, les dan el carpetazo.
Con más de mil seguidores en
Facebook y más de 15 mil firmas recabadas hasta la fecha, que enviarán
en una carta dirigida al procurador Carlos Zamarripa para pedir
justicia, Lucero piensa mucho en las acciones que emprenderá en el
futuro.
“Lo platiqué con el Centro Las Libres –dirigido por
Verónica Cruz Sánchez– y quiero abrir un centro de capacitación de
mujeres, que no tienen que ser psicólogas o abogadas, para acompañar a
otras víctimas de abuso, que puedan ayudarlas a ir al Ministerio Público
sabiendo cuáles son sus derechos, cuáles son los pasos que deben dar.
Porque si van las mujeres solas, las víctimas, no pasa mucho.
“Quiero
que podamos apoyar a esas mujeres para que sepan qué sigue después de
la denuncia, cuánto tiempo tardan en hacer un peritaje. Yo creo que
están acostumbrados (las autoridades) a decirle lo mismo a todas las
mujeres, porque muchas no saben que tienen el derecho de preguntar y ver
cómo va su caso, y que deben darles copia (de su expediente) si la
piden”, sostiene.
Es entonces cuando brota de su boca la frase: “a veces agradezco lo que me pasó”.
–¿Por qué?
–Me
ha ayudado a darme cuenta de muchos procesos legales por los que
tenemos que pasar las mujeres, absurdos, que nos dejan en una condición
más vulnerable con todo lo que nos hacen pasar. Aunque los derechos de
las mujeres se promueven estamos muy atrasados, porque vivimos en una
cultura con un fundamento patriarcal y machista. Lo que me pasó me ha
dado una voz. Lo veía en mis amigas y quería decirles, pero esto me ha
dado otra voz hacia personas que no conozco, dar este mensaje y unirme a
quienes luchan por eso.
Lucero no quiere quedar en el punto final de una historia que termine como “la niña del caso que se resolvió”.
Espera dar el paso que sigue, junto con el Centro Las Libres, incluso para retomar expedientes “que se quedaron en el limbo, que nadie resolvió”. Mientras tanto, sabe que el peligro la acecha.
“La persona que me atacó puede estar aquí, o en Guatemala”, concluye.
/26 de septiembre de 2013)
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