MÉXICO,
D.F. (Proceso).- El pasado 26 de agosto, un día después del
descarrilamiento de La Bestia, policías de Coatzacoalcos, Veracruz,
encontraron sobre el malecón el cuerpo acribillado de José Trinidad
González Vargas, El Pájaro.
Mediante
métodos de terror y bajo la protección de las autoridades, este sujeto
controlaba por completo el tráfico de migrantes entre Tenosique, Tabasco
y Coatzacoalcos.
La inestabilidad de la zona después de su
asesinato puede dar paso al caos, asevera Rubén Figueroa, integrante del
Movimiento Migrante Mesoamericano y del albergue La 72, de Tenosique,
dirigido por el sacerdote Tomás González Castillo.
En noviembre
último, el albergue recibió noticias inquietantes de sus contactos
diseminados en la ruta migratoria. “Salió un jefe, la cosa se va a poner
dura en Coatzacoalcos”, decían.
Ese mes El Pájaro salió de la
cárcel donde estaba detenido por secuestro. No pasó mucho tiempo antes
de que integrantes de La 72 oyeran las quejas de migrantes a quienes se
les exigía el pago de cuotas en el tramo recorrido por La Bestia después
de Tenosique.
Figueroa asegura a Proceso que desde entonces el albergue realizó un trabajo de inteligencia acerca de El Pájaro.
“A
principios de este año empezamos a recibir denuncias de migrantes según
las cuales a quienes no pagaban la cuota de 100 dólares los tiraban del
tren en marcha”, recuerda Figueroa.
Desde su cuartel en Veracruz
El Pájaro extendió su dominio sobre la ruta de La Bestia en la región;
se fue apoderando del norte de Chiapas, entró en Tabasco por La
Chontalpa, y a inicios de este año tomó Macuspana, también en Tabasco.
Encabezaba
una estructura piramidal cuyo negocio descansaba en la explotación de
los migrantes. Administraba una decena de células ubicadas en los puntos
clave de la ruta. Estas “células todopoderosas”, abunda Figueroa,
controlaban a su vez a los grupos de delincuentes de la zona.
El
guía ofrece sus servicios a los migrantes para que viajen bajo su
“protección”, mediante el pago de la “renta”. En el territorio del
Pájaro, los únicos guías autorizados para trabajar sobre el tren
entregaban una cuota a las células del criminal. Estos guías subían con
“sus migrantes” en ciertos vagones determinados por El Pájaro.
Los
centroamericanos que se arriesgaban a subir sin guía ocupaban otros
vagones. Los grupos de secuestradores, liderados, entre otros, por El
Chino, La Sombra o El Dólar, entregaban un “derecho de piso” a las
células del Pájaro para asaltar esos vagones. Tenían prohibido atacar
los de los guías autorizados.
“Unos trabajaban, otros cobraban y
El Pájaro se enriquecía”, resume, y agrega que entre Tenosique y
Coatzacoalcos “nada se movía en la ruta migratoria sin su permiso”.
Tráfico forzado
Para
identificarse, los integrantes de las células vestían shorts
cuadriculados. En el tren, precisa Figueroa, únicamente ellos podían
usar móvil.
“Al migrante que traía un teléfono se lo confiscaban.
Luego lo interrogaban para saber si era un infiltrado o un coyote no
alineado con El Pájaro”, informa.
La 72 identificó una nueva
modalidad en el tráfico de personas implantada por El Pájaro. A través
de sus halcones e informantes averiguaba cuáles migrantes tenían
familiares en Estados Unidos; una vez localizados, los bajaban del tren
en Coatzacoalcos y los conducían a casas de seguridad cerca de las vías.
Luego exigían a sus parientes entre 3 mil y 4 mil dólares. Cuando
juntaban a 40 migrantes los subían en un autobús y los llevaban a
Tamaulipas. Para El Pájaro las ganancias por autobús ascendían a más de
100 mil dólares, cifra que incluía sobornos a las autoridades
migratorias, estima el integrante del Movimiento Migrante Mesoamericano.
Agrega
que El Pájaro fracasó en su intento por apoderarse de Medias Aguas
(Veracruz), Arriaga (Chiapas) e Ixtepec (Oaxaca) donde, precisa, “desde
hace mucho tiempo operan bandas”.
Ante todo, precisa Figueroa, al
delincuente le interesaba la localidad tabasqueña de Tenosique por su
posición estratégica en la ruta migratoria.
Sin embargo, El Pájaro
se topó con la resistencia del sacerdote González Castillo y de su
equipo de La 72, quienes no cedieron ante los delincuentes. “Querían
eliminarnos. Comenzaron las amenazas y las noches en el albergue se
convirtieron en una zozobra”, recuerda Figueroa.
Los miembros del
albergue exhortaron a los indocumentados a ser vigilantes mientras ellos
mismos se dedicaban a expulsar a los halcones infiltrados en el
alojamiento.
Pese a ello la situación se volvió más crítica para
Figueroa, quien se vio obligado a salir de Tenosique después de que le
informaron de la ejecución inminente de un plan para asesinarlo. “No
necesitamos mártires, sino brazos para trabajar”, dice.
Colusión
Mediante
sus contactos y testimonios de los migrantes, los miembros de La 72
recabaron mucha información acerca de El Pájaro, abunda el defensor de
derechos humanos. “Entre más sabíamos de él, más nos amenazaba”,
refiere.
Lograron establecer que era un sujeto robusto, moreno,
con bigote. Supieron también que en la pantorrilla tenía el tatuaje de
un dragón o una serpiente. Más tarde supieron que se llamaba José
Trinidad González Vargas, oriundo de Tamaulipas, y que había pertenecido
a Los Zetas.
Esta información, apunta, se entregó a las autoridades federales, “pero nunca se hizo nada”.
En
abril de este año, apunta Figueroa, un rumor corrió en la ruta
migratoria: se dijo que la policía había detenido al Pájaro en
Coatzacoalcos por posesión de armas y drogas. Añade que de inmediato las
células triplicaron el monto de las cuotas para pagar su fianza.
Gracias a ello, el delincuente salió libre “a los pocos días”.
En
febrero pasado, relata el defensor de derechos humanos, tres
secuestradores señalados por los migrantes fueron detenidos por
elementos de la Procuraduría General de la República (PGR) y de la
Policía Federal. Pero una semana después los vieron recorrer otra vez
las vías en busca de sus víctimas.
“A partir de este momento
denunciamos una violencia institucionalizada fomentada por las
autoridades de forma directa e indirecta”, expone. Y enfatiza: “las
autoridades se encuentran entre la ignorancia y la indiferencia”.
El
pasado 15 de agosto fue arrestado Miguel Ángel Torres Acevedo, El
Chino, cuyo grupo secuestra migrantes entre La Chontalpa y
Coatzacoalcos. En su teléfono celular, el comandante de la Policía
Ministerial encontró mensajes a Estados Unidos en los que el delincuente
exigía el pago de un rescate.
El jefe policiaco llamó al número
estadunidense y habló con el familiar del migrante secuestrado. Aquél
confirmó haber pagado mil 800 dólares para que dejaran vivo a su
hermano. A pesar de estas pruebas, El Chino fue liberado.
“Recibimos
información según la cual días después del descarrilamiento del tren se
dio otro secuestro entre las estaciones de La Chontalpa y de Las
Choapas. El Chino y El Dólar serían los organizadores”, dice el defensor
de derechos humanos.
Figueroa relata la historia de un migrante
guatemalteco en Coatzacoalcos. No le alcanzaba el dinero para pagar la
renta: había desembolsado 100 dólares para la cuota anterior, en
Palenque. Quería regresar a su país, pero se sabía perseguido por
criminales. Abordó a un policía y le explicó discretamente su situación.
“Quédate
aquí y haz como si hablaras por teléfono”, le ordenó el uniformado. El
agente arrancó su camioneta y desapareció. A los cinco minutos regresó y
agredió verbalmente al migrante, muy confuso. El policía esposó al
indocumentado y lo subió a la patrulla. Ya lejos de las vías lo liberó y
le aconsejó huir.
–¿Por qué hiciste eso? –preguntó el guatemalteco.
– Si ven que te ayudo me matan.
El
coraje invade al integrante de La 72: “No te puedes salir de la ruta,
no te puedes alejar de ellos. Que un policía deba fingir y actuar para
ejercer su trabajo exhibe la dimensión gravísima del problema en la ruta
migratoria”.
Sin opciones
“Si un migrante
elije tomar un autobús hacia el norte del país, los retenes y las
extorsiones de los policías lo redirigen automáticamente hacia La
Bestia”, lamenta Figueroa.
También denuncia la “cacería” sufrida
por los migrantes cuando deciden viajar por carretera. Los puntos de
revisión migratoria en México superan los de Estados Unidos.
El
pasado 4 de junio, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio
Chong, anunció la puesta en marcha del Plan Frontera Sur. Este programa
prevé nuevas líneas de contención en la frontera de México con Guatemala
y Belice, así como el establecimiento de más puntos de control
migratorios en las carreteras del país.
Este plan, afirma,
“solamente aviva la llama del infierno de la ruta migratoria”, pues a
los migrantes no les deja otra opción que la de subirse al tren, a pesar
de los riesgos que corren.
“Los hondureños no dejan de salir de
su país”, observa, y considera que los migrantes sólo tienen tres
posibilidades para cruzar por México en su ruta a Estados Unidos: tomar
el tren y pagar cuotas con riesgo de su vida; usar autobuses y sobornar a
las autoridades, o contratar por 3 mil dólares servicios de autobuses
controlados por Los Zetas.
La única solución viable y acorde con
los derechos humanos que considera el defensor de migrantes consiste en
entregar visas de tránsito a los migrantes centroamericanos.
El
asesinato de El Pájaro abre un vacío de poder en la zona. Figueroa no
puede afirmar que la ejecución del criminal esté ligada al
descarrilamiento del tren, un día antes.
Ante las inmensas
ganancias que representa un negocio de la amplitud del tráfico de
migrantes indocumentados, Figueroa teme que la situación en
Coatzacoalcos tras el asesinato de El Pájaro se torne caótica, toda vez
que la constelación de pequeñas bandas criminales perdió a su jefe.
“Los
grupos de secuestradores están subiendo de nivel. Los que pagaban piso a
El Pájaro podrían exigir el control de la ruta”, asevera Figueroa.
La
Sombra, líder de un grupo de secuestradores adscrito a la organización
de El Pájaro, ronda en Tenosique, “descontrolado tras la muerte de su
jefe”, afirma.
Otros grupos, como los de El Chino o El Dólar,
siguen operando, mientras que los miembros de las células de El Pájaro
permanecen activos.
Por su parte, la Mara Salvatrucha opera en
Palenque con total independencia y “podría extender su dominio hacia
Tenosique a sangre y fuego, como lo hizo en Chiapas”, advierte Figueroa.
/27 de septiembre de 2013)
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