No había existido otro pistolero como él. Poseía una brutal sangre
fría que se convirtió en leyenda en Sinaloa a partir del 21 de febrero
de 1944, durante la madrugada del carnaval de Mazatlán. En el patio
Andaluz, espacio de fiesta del hotel Belmar, Rodolfo Valdés, El Gitano,
asesinó al gobernador de Sinaloa, Rodolfo T. Loaiza. La bala entró por
la nuca del coronel y le salió entre los ojos. Corrió la sangre en los
festejos del puerto.
Los pistoleros que iban con El Gitano, nacido en
Aguacaliente y descrito físicamente como imponente, con la corpulencia
de un jugador de futbol americano, armaron la balacera con los que
cuidaban al gobernador ya caído. El Kelly, uno de los acompañantes del
gatillero, fue la única baja de la gavilla. Antes de morir reveló a la
policía los nombres de El Gitano y los demás responsables del magnicidio.
Ninguno era chino.
El Gitano —sangre helada, ternura escasa— ya tenía fama
negra en Sinaloa, sobre todo en el sur del estado, donde trabajaba como
matón al servicio de terratenientes que se oponían a la reforma agraria
impulsada con vehemencia por el gobierno del general Lázaro Cárdenas del
Río. Las primeras bandas criminales sinaloenses que desafiaron al
gobierno habían sido creadas por caciques para evitar que los campesinos
sin tierra ocuparan pedazos de los latifundios de la región, tal y como
se los debía la reciente Revolución. Sin que se tenga certeza, se habla
de hasta 50 agraristas ejecutados por El Gitano y los suyos.
Quizá sean muchos más. Uno de los asesinatos más conocidos de la banda
fue el de José Esparza, El Tarzán, un carismático dirigente campesino.
Las guardias blancas dirigidas por El Gitano no tuvieron piedad alguna. Dice la leyenda que el pistolero era tan temerario que ese día usó balas marcadas con su apodo.
Antes de atentar contra el gobernador Loaiza, los miembros de la
banda de pistoleros, conocida como Los Dorados, bebían en la cantina La
Nueva Costeña. Por un momento, El Gitano, quien también es
descrito como un hombre feroz pero con la inteligencia de un niño, se
arrepintió de la misión que tenía encomendada. “A mí me ha hecho favores
el viejo. Una vez hasta me regaló 2 mil pesos. Me ha tratado bien”,
decía, según testigos. Uno de los favores que le habían hecho desde el
gobierno era perdonarle la pena por el crimen de una amante que tuvo en
el pueblo de Urías, a la cual asesinó borracho en una parranda que
parecía no terminar nunca.
—Pues así será, pero ahora ya estás comprometido. No puedes echarte para atrás —le recordó uno de sus pistoleros.
—Está bien. Está bueno. Pa’ que no se diga, pues vamos a echarnos unos tacos de sesos del viejo pelón —respondió El Gitano.
El hotel Belmar sigue abierto. El magnicidio se ha convertido en un
elemento turístico más, como tantos otros hechos de violencia sucedidos
en la ciudad.
• • •
Una traición del gobernador Loaiza a los traficantes de droga de la
época fue considerada como una de las causas de su muerte. El
investigador Luis Astorga recuperó un artículo periodístico publicado
por Luis Spota en el periódico Excélsior, el 13 de junio de 1944, en el
que el escritor y periodista cita una fuente anónima que le contó el
supuesto móvil del crimen:
“El declarante elaboró una versión creíble: Loaiza recibió 80 mil
pesos que le obsequiaron los traficantes de opio de Sinaloa para
asegurarse impunidad y recoger libremente la cosecha de adormidera a
principio de año; el gobernador aceptó el dinero sin comprometerse a
nada; luego solicitó los servicios de alguna policía capitalina para que
arrasara los plantíos, cosa que se hizo [...] los traficantes burlados
planearon la venganza, que se ejecutó brutalmente en las primeras horas
del 21 de febrero de 1944, durante las fiestas del carnaval mazatleco.
Al tiempo que Loaiza caía —y éste es un detalle poco conocido— manos
misteriosas saquearon su residencia oficial en Culiacán”.
En esos años, los latifundistas estaban resueltos a impedir a sangre y
fuego la cesión de sus tierras. Las guardias blancas de los
terratenientes mataban campesinos y éstos se defendían con las armas. En
ese ambiente nació la mafia en Sinaloa: para proteger la propiedad
privada en una época en que el lema “Tierra y libertad” no era el
eslogan de un partido político y permanecía fresco en la memoria de
miles de campesinos que invocaban la Revolución de 1910. Los más ricos
agricultores, dueños de feudos de la época, se valieron de pistoleros
como El Gitano para mantener intactos sus privilegios mediante
la aplicación de una ley propia, cuya sentencia habitual era la pena de
muerte a los enemigos del latifundio. Erigida sobre la protección de la
propiedad privada, con el paso del tiempo la mafia fue aprovechando su
poder de corrupción gubernamental y de infundir temor entre la población
para extenderse a otras actividades económicas, como la siembra y venta
de mariguana y adormidera.
• • •
Tras ser detenido, la cárcel de Mazatlán se convirtió en un hotel para El Gitano. El 14 de agosto de 1969, un agente secreto del Departamento de Investigaciones Políticas y Sociales elaboró un reporte sobre El Gitano
y sus nexos con el narcotráfico. En el documento desclasificado que hoy
en día puede ser consultado en el Archivo General de la Nación, el
agente cuyas iniciales eran JCh describe una balacera desatada en
Guadalajara, cuando elementos de la PGR trataban de detener a El Gitano al momento de recibir un cargamento de cocaína.
“Hoy a las 12:15 horas en las calles de Sicilia número 1868 de la
colonia Chapultepec Country, dos agentes de la Procuraduría General de
la República, Juan Castro Avilés y Gilberto Pinto Vargas, sostuvieron un
tiroteo con el narcotraficante Rodolfo Valdés, El Gitano,
resultando muerto el agente judicial Gilberto Pinto Vargas y con heridas
clasificadas Rodolfo Valdés, ya que le fue vaciado el ojo derecho, con
un balazo de 38 súper”.
Posteriormente se explica que los policías federales llevaban varios
días esperando interceptar el cargamento de droga que recibiría El Gitano. Los hechos —según el informante— se desarrollaron de la siguiente forma:
Los agentes Castro Avilés y Pinto Vargas se situaron en las cercanías del domicilio de Rodolfo Valdés, El Gitano, con el objeto de detener a todas las personas que llegaran a él, y a las 12 horas se presentó El Gitano el cual fue conminado a entregarse, por el agente Gilberto Pinto Vargas, contestando El Gitano
con fuego nutrido y después de cuatro balazos cayó mortalmente herido
Pinto Vargas. El agente Juan Castro Avilés hizo varios disparos hiriendo
a El Gitano en el ojo derecho. Al caer herido El Gitano,
una de sus hijas tomó la pistola de su padre, tratando de hacer uso de
ella en contra del agente Castro Avilés, no consiguiéndolo, gracias a
que el agente se protegió detrás de un vehículo, mientras la hija se dio
a la fuga no habiendo sido detenida.
Rodolfo Valdés, el primer pistolero sinaloense afamado, es el
antecedente de Javier Torres Félix, El JT, o bien de Édgar Valdés
Villarreal, el texano que en los alrededores de 2010 trabaja para el
cártel de Sinaloa con el apodo de La Barbie, el cual poco tiene que ver
con la frialdad sanguinaria con la que mata este heredero del rito de
violencia y muerte iniciado hace 60 años por El Gitano.
Con información de Milenio.
(RIODOCE/ Milenio/ agosto 28, 2013 )
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