lunes, 28 de noviembre de 2011

TIPS PARA NO PAGAR LA TENENCIA

Por José Cárdenas / Excélsior 
Los impuestos, como su nombre lo indica, se imponen. No se trata de preguntar. Pagas, te callas y punto. Es el costo de vivir sometido a la exacción perpetua.

 En 1962 el gobierno implantó un impuesto “temporal” de emergencia por la tenencia y uso de vehículos. Se nos vendió la idea de que el país necesitaba recursos para auspiciar lo Olimpiada del 68. Nadie se opuso a tan deportivo fin. 

En aquel tiempo nos daba por sentirnos el ombligo del mundo y así nos fue… Cincuenta años después, “la tenencia” (viene de tener, poseer, ser dueño) es el impuesto más odiado de todos los impuestos. 

Quitarla se ha convertido en la propuesta más redituable de cualquier campaña política. Pregúntele al gobernador José Calzada de Querétaro. Pepe alborotó el “gallinero”. 

A los pies de la Corregidora decretó el fin del mentado gravamen. Fue la primera recompensa para los ciudadanos cuyo voto derrumbó 12 años de gobiernos panistas y permitió el regreso del PRI a ese estado. 

 De inmediato varios gobernadores siguieron el ejemplo queretano: Chihuahua, Hidalgo, Veracruz, Sonora y Durango; Jalisco, Guanajuato y Yucatán, a medias (sólo exentan vehículos más o menos populares); Aguascalientes, a cuartas, (sólo las “carcachitas” seguirán sin pagar); en Puebla se paga un “control vehicular” de 345 pesos si todo está al corriente. 

 Y todos los demás harán del impuesto federal un impuesto local. Por ejemplo, Coahuila. Ahí se contempla crear una tenencia que prevé recaudar 400 millones. 

¿Para pagar las deudas que dejó Humberto Moreira? Y en el DF… De aquí al miércoles el jefe de Gobierno decretará que el 92% de los vehículos no pagará tenencia. Que el resto (8%), los que poseen vehículos caros, sí.

 O sea, la tenencia se transformará en un gravamen al lujo. Marcelo Ebrard ha comentado que si se quita la tenencia su gobierno dejará de recibir seis mil millones de pesos al año y la ciudad necesita ese dinero. 

Ya no le alcanza con obligar a cambiar placas cada sexenio; ni con reediciones caprichosas de las tarjetas de circulación; ni con las inútiles verificaciones; ni con los parquímetros; ni las multas fantasma; ni las cuotas innobles de los “franeleros” asociados con los patrulleros; ni las “cuotas” que dejan a los “gruyeros”; ni la ignominia del “depósito” y el pago por arrastre del vehículo mal estacionado en una ciudad donde nunca se previó la construcción de estacionamientos públicos.

 ¿Todo se vale cuando hace falta billete? Ahora, con la inteligencia de ser el mejor alcalde del mundo, Ebrard se colgará de dos pretextos imbatibles: la ecología (quizá un impuesto “verde”, como si la verificación no fuera eso mismo) y el lujo ajeno. 

 Conclusión. Los gobiernos tienen alma de predadores. Son especies de rapiña. Siempre se sacan ases de la manga. Cuando algo conceden es porque atrás hay gato encerrado.

MONJE LOCO: Pero… Los mexicanos nos distinguimos mundialmente por el ingenio, ¿o qué no?... ¿Cómo hacerle para no pagar tenencia? ¿Cómo darle vuelta a la ley en los estados donde no será derogada? Fácil. 

Si Usted vive en uno de esos estados de (des)ánimo, búsquese un pariente o un amigo que resida en otra entidad donde la tenencia haya sido derogada; pídale prestado un comprobante de domicilio y reemplaque su auto. 

Si usted va comprar uno nuevo, ahórrese problemas. Adquiéralo en cualquier estado que no cobre tenencia; con tal de vender, la agencia automotriz se encargará de todo. 

Si usted (mal)vive en el DF, sólo verifíquelo. Y listo. Que sirva de algo el talento azteca.

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