domingo, 16 de octubre de 2011

LA FRANQUICIA ACRIBILLADA




Marisquería. Seguridad pública fallida.

Cayetano Osuna
Claman desempleados de marisquería a sicarios que los dejen trabajar

“¿Las caras están tapadas todas?”, preguntaban angustiadas las mujeres a sus compañeros desempleados, como siguiendo al pie de la letra un curioso e improvisado “protocolo de seguridad” ante los recurrentes atentados perpetrados por los sicarios contra la marisquería La Marina, que supuestamente trabajaba con franquicia de El Memín.

“No es la primera vez que perdemos el trabajo en el año, es la segunda vez y las autoridades encargadas de darnos seguridad pública siguen impasibles y no cumplen con su responsabilidad”, reprochaban cansados de pedir agua en el desierto de la inseguridad pública.

“¡No puede ser!, ¿qué acaso el ciudadano Felipe de Jesús Calderón Hinojosa no prometió en campaña que iba a ser el presidente del empleo?”.

Un desempleado remiso de las medidas de seguridad sorprendido infraganti en plena contradicción con su apodo, es requerido por sus compañeras para que se camufle en el acto:

“¿Y tú Rayo, por qué no te pusiste los lentes?”.

El martes 4 de octubre, camuflados con cachuchas, viseras y lentes obscuros, alrededor de 30 desempleados y desempleadas que dejó el atentado del viernes 1 de octubre, protagonizado por un grupo delictivo, ejercitaron su libertad de expresión consagrada en la Carta Magna, ofreciendo a los medios de comunicación una conferencia de prensa insólita en una sociedad basada en el presunto estado de derecho: agradecer a los matones a sueldo por respetar sus vidas como empleados en sendos ataques dirigidos contra la marisquería La Marina y pedirles su comprensión porque necesitan trabajar.

—¿Por qué el mensaje de agradecimiento a los sicarios? —preguntó Ríodoce a las y los afectados que desde el lunes 3 de octubre, a las 9:00 horas, habían sobrepuesto en la cortina corrediza del negocio cerrado por los ataques criminales una lona color blanco, con letras rojas que atraían las miradas asombradas de los conductores de vehículos y transeúntes de la avenida Alameda.

—Puede leerlo en la lona:“Por haber respetado nuestras vidas”.

En efecto, la pregunta era redundante, el mensaje con todas sus letras agradecía y pedía la comprensión a los “señores” que siembran el miedo y aterrorizan a ciudadanos trabajadores con sus AR-15 y AK-47 y granadas de fragmentación.

“Señores, gracias por respetarnos a nosotros como empleados pero necesitamos conservar nuestro trabajo. Somos 30 familias las que dependemos de esta empresa; comprendan que no hay fuentes de trabajo y que realmente tenemos necesidad y familias que mantener; así como también ustedes las han de tener; esperamos su comprención (sic) PAZ Y TRABAJO”.

El martes 4 de octubre, los desempleados por las balaceras se percataron que en el puerto “se siente, el cambio”, porque con un argumento casi leguleyo el Gobierno municipal les retiró la lona “mensajera” que evidenciaba la ineficacia de los encargados de garantizar la seguridad pública de los ciudadanos.

“Ay, yo comprendo su manifestación, porque quedaron desempleados, pero desgraciadamente a mí me ordenaron venir a retirarles su lona, de acuerdo con el artículo fulano de la ley mangana”, dijo conciliadora la funcionaria municipal que de no retirar la lona también se quedaría desempleada.

 —¿Por qué no exigirles seguridad pública a las autoridades que son pagadas con dinero de los bolsillos de los ciudadanos, para que hagan bien su trabajo, en vez de dar gracias y pedirles “comprensión” a los sicarios? —insiste Ríodoce a los damnificados de los atentados.

 —Pero ese asunto ya lo pasamos la vez pasada, ¿se acuerda? Y realmente no tuvimos respuesta.

Ríodoce se acuerda. Fue allá por febrero del año en curso cuando Mario López Valdez, el gobernador del estado, llegó con su séquito blindado (ellos no se quejan por falta de protección) y montó su circo conocido como el pomposo Gobierno en Movimiento en la cancha de usos múltiples ubicada en la colonia Francisco Villa, en donde casi le suplicaron seguridad pública al pretendido “gobierno del cambio es ahora”.

 Gerardo Vargas Landeros, Marco Antonio Higuera Bernal y Francisco Córdova Celaya, secretario general de Gobierno, procurador de Justicia de Sinaloa y secretario de Seguridad Pública, respectivamente, tuvieron conocimiento de aquellos primeros ataques a las entonces marisquerías El Memín, cuando los sicarios a punta de balazos advertían a los empleados que tenían que cerrar los negocios sin chistar, mismos que cerraron casi a regañadientes.

En ese entonces, las autoridades estatales sugirieron a los afectados que siguieran con sus actividades normales argumentando que sus estrategias de seguridad pública instrumentadas en Mazatlán seguramente inhibirían a los autores de los atentados dirigidos a las marisquerías El Memín.

Los negocios fueron reabiertos al público, pero no habían transcurrido tres días, cuando un comando reapareció disparando a diestra y siniestra.

“¿No les ordenamos que cerraran?, ¿quién les dio permiso de abrir?”, preguntaron los pistoleros con notoria molestia, a lo que algunos empleados respondieron que tenían permiso del mismísimo Gobierno en Movimiento.

 Los sicarios habrían respondido que de una vez por todas cerraran el negocio, porque si no acataban las órdenes, ellos no respondían, no les dijeron textualmente aquel clásico “¡aquí mandamos nosotros!”, pero como al buen entendedor pocas “palabras”, los aludidos por la rafagueada cerraron.

 Las marisquerías El Memín cerraron sus puertas al público, pero hace alrededor de cien días, en la avenida Alameda del fraccionamiento del mismo nombre abrió la marisquería La Marina, con la franquicia de El Memín.

 Una granada de fragmentación y una acribillada a la fachada del negocio advirtieron a los dueños que no anduviera con sus cuentos de autonomía, exención ni libertad, porque en ese territorio no tenía inmunidad ni fuero que valga.

Cuando los pistoleros huían en un vehículo rumbo a la contigua avenida Rafael Buelna, cuentan los testigos que una patrulla de la Policía Municipal llegaba en esos momentos al lugar de los hechos y al mismo tiempo los curiosos les gritaban señalando al carro de los sicarios: “¡Allá van, allá van!” “No’mbre, los policías se hicieron de la vista gorda y les pasaron por un lado, tal vez les dio miedo y a lo mejor tienen razón, porque les pagan muy poco para exponer sus vidas”, comentaron testigos.

 —¿Ustedes ya no van a recurrir a las autoridades para que les brinden protección? —se pregunta a los manifestantes.

—No, pues sí, todo eso hizo la vez pasada la empresa, por medio de esta conferencia también les pedimos que nos apoyen con la seguridad, queremos seguridad, pues, y si no nos dan seguridad pública que nos den trabajo.

—¿Y qué razón dan del dueño del negocio?

—El dueño que tenía la franquicia ya se fue y nos dejó todo lo que está en el inmueble, para que sea liquidación, y todo lo que está dentro de él lo podamos vender, tanto el producto como el mobiliario y el equipo.

Los empleados queremos formar una cooperativa para ponernos a trabajar por nuestra cuenta. Nosotros queremos seguir en el mismo negocio, porque la gente nos sigue, lo vamos a hacer no con el mismo nombre, pero les damos el mismo servicio.

Necesitamos seguir con nuestro trabajo, pero también queremos saber a qué le tiramos, porque no sabemos a ciencia cierta a qué se deben los atentados.


Desempleados y desesperados
“No nos podemos quedar cruzados de brazos, tenemos que luchar por nuestros empleos, no como lo hacen muchas empresas que cierran y se van y los desempleados quedan en la deriva, nosotros seguimos unidos para seguir adelante y conservar nuestro trabajo”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario