Quizá para muchos esta
interrogante pueda resultar un despropósito, siendo una institución educativa
dedicada a la formación de profesionistas, la extensión de la cultura y la
generación de conocimientos. Y donde lo único que debiera investigarse es la
realidad social para sugerir a los poderes públicos políticas que optimicen los
siempre recursos escasos, o investigar a las colectividades por su
comportamiento político, psicológico o social, como entes de derechos o
fiscales, nunca por sus opiniones críticas sobre los asuntos universitarios.
Sin embargo, ese deber en la
UAS desde hace algunos años se ha puesto en entredicho cuando son investigados
los críticos que señalan sus distorsiones y anomalías; la mayor haber parido un
partido político que consume recursos materiales y humanos, y cualquier
señalamiento en ese sentido inmediatamente activa escribanos oficiosos que
sustituyen los medios institucionales y dan respuestas furiosas meridianamente
documentadas, meridianamente distorsionadas, en medios digitales como Proyecto
3, Mujeres por Sinaloa, Gremio News y Parlamento Universitario, que por su
persistencia infamante tienen expedientes abiertos en la organización no
gubernamental Artículo 19.
En ese resorte automático
adquiere valor la afirmación de que pudiera haber un “CISEN” en los espacios
universitarios, es decir, un lugar y unos responsables que investigan el pasado
de ex universitarios y universitarios en activo, incluso externos, que realizan
críticas contra unas autoridades universitarias al servicio de un proyecto
político.
Ahí están, como muestra los
ataques contra Gilberto Ceceña, Avecé, Tere Guerra, Guillermo Ibarra, Ana Luz
Ruelas, Arturo Santamaria, los dirigentes de la Asociación de Jubilados, ahora
a Elio Edgardo Millán y, claro, contra quien escribe; y llama la atención que
esos pasquines manejen la misma “información”.
El resultado es una mezcla de
manipulación de trayectorias profesionales e infundios destinados a destruir mediáticamente
imágenes públicas y provocar desconfianza por sus capacidades, imposible de
lograr sea por el escaso alcance que tienen o por la estatura académica de los
señalados como “enemigos de la UAS”, sin embargo, hay que reconocer que tienen
información clasificada que han recogido y data en algunos casos desde
principios de los años setenta.
Así, tienen perfiles de
activistas políticos, que luego se convirtieron en académicos. Se pone énfasis
en la parte del activismo y se caricaturiza con una serie de epítetos y apodos;
perfiles académicos que aun habiendo logrado ser miembros del Sistema Nacional
de Investigadores, nivel III, no les vale, simplemente se le reduce a que son
unos “vividores” o si son estudiantes dicen que están siendo manipulados por
alguno de aquellos “malos universitarios”.
Pero insistimos, hay una
“información” común sobre las trayectorias y los partidos o grupos políticos a
los que pertenecieron y sus acciones, la consistencia académica del sujeto
objetivo, los trabajos que tuvieron simultánea o posteriores a la jubilación y
si tiene una o varias pensiones por prestación de servicios y si el cónyuge
trabaja o trabajó en la Universidad.
Algo más: Hay un seguimiento
de la información publicada en medios impresos y digitales, una misma base de
datos y un mismo cerebro que asigna tareas y distribuye el resultado de sus
indagatorias inmediatas.
El caso más reciente es el de
Elio Millán Valdez, uno entre muchos activistas políticos de los ya lejanos
años setenta y hoy convertido en doctor en Ciencias de la Educación, quien
últimamente ha estado publicando una serie de ensayos muy juiciosos sobre el
pasado y presente de la UAS y que han circulado en redes sociales. Eso le ha
merecido una “respuesta” de una dama sin rostro, en un medio donde todas lo
tienen y eso huele a seudónimo, coartada de otra identidad.
Extraigo algunos párrafos del
texto de marras:
“…Se trata del ‘soviético’ Elio Edgardo
Millán Valdez, especialista en la agitación, quien quedó pegado a las prácticas
del pretérito, aquellas de las preparatorias convulsas. Llegó de Sonora en los
primeros años de la década de los setenta y se asentó en el puerto mazatleco.
“La raíz ‘intelectual’ de Elio Edgardo
radica en lo dudoso su ‘formación normalista’ arrancada de los manuales soviéticos
del llamado ‘marxismo vulgar’ y dogmático del materialismo dialéctico, en el
‘soviet’ que convulsionó allá en el ‘68 la Universidad Autónoma de Sinaloa (…)
Elio Edgardo se autodenominaba de
‘izquierda’ en un ‘grupo de activos’ confrontados con los dirigentes del
Partido Comunista Mexicano que dirigía la UAS. Luego se incorporó a la llamada
Corriente Socialista; posteriormente, para seguir disfrutando de su condición
laboral parasitaria, se afilió al Partido Comunista Mexicano, luego PSUM, alineado
con los rectores que provenían de este tipo de ideologías.
Al salir de la UAS, con la jubilación
dinámica en su bolsillo —salario total como si fuera académico en activo— se
fue a “trabajar” con gobiernos estatales priistas, ocupando cargos en la Universidad
Pedagógica del Estado de Sinaloa en el Sur y la Escuela Normal Superior y en el
Centro de Actualización del Magisterio”.
Cómo se puede apreciar les
sobran calificativos, sería preocupante que la UAS esté financiando estas
publicaciones y que se utilicen contra los propios universitarios y más cuándo
su partido apoya una iniciativa legislativa para crear una ley de “protección
de periodistas”.
¿Quién tiene la respuesta?
Artículo publicado el 31 de marzo de 2019 en la
edición 844 del semanario Ríodoce.
(RIODOCE/ ERNESTO HERNÁNDEZ NORZAGARAY/ 2 ABRIL, 2019)
No hay comentarios:
Publicar un comentario