La fiscalía tiene que ir con la
evidencia y los hechos y contar la historia tal como sucedió. Marcia Clark,
fiscal en el caso de O.J. Simpson.
En el juicio en contra del
Chapo Guzmán, seguido ante la Corte de Distrito Este de Nueva York, los fiscales
le imputan, entre otros delitos, el de conspirar para asesinar a personas que
representaban una amenaza para su empresa criminal. El 20 de julio, en un
documento dirigido a los abogados defensores, se precisó dicha acusación
respecto de más de veinte casos, entre los que se encuentran las muertes de
Ramón Arellano Félix y Rodolfo Carrillo Fuentes.
Para el tribunal
estadounidense esas dos muertes significan problemas de extraterritorialidad,
es decir, de aplicar la ley norteamericana en asuntos ocurridos fuera de su
país; y también de reabrir casos cerrados por las autoridades mexicanas. Todo
depende del contenido de las declaraciones de los testigos protegidos.
¿Conoceremos nueva información que obligue a desempolvar viejos expedientes?
¿CONSPIRACIÓN PARA MATAR A RAMÓN ARELLANO FÉLIX?
El domingo 10 de febrero de
2002, en pleno carnaval, en un enfrentamiento entre criminales y agentes de
distintas corporaciones en la zona dorada de Mazatlán, murieron el agente de la
Policía Ministerial Ángel Antonio Arias, así como dos delincuentes que
inicialmente fueron identificados como Jorge Pérez López y Héctor Manuel
Ramírez Flores. Uno más de los participantes, Manuel López López, fue detenido
y consignado. Otros dos cómplices fueron puestos a disposición de la PGR por
delitos contra la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos.
Nueve días después, la DEA
informó a la Procuraduría General de
Justicia de Sinaloa que la persona de nombre Jorge Pérez López, podría ser en
realidad Ramón Arellano Félix. En un boletín de fecha 26 de marzo de 2002, el
FBI informó que mediante pruebas de ADN se corroboraba la identidad de la
persona fallecida como la del cabecilla del cártel con sede en Tijuana.
De acuerdo con el parte
informativo rendido dentro de la averiguación previa MAZ/HOMDOL/12/2002, el 10
de febrero de 2002 aproximadamente a las 10:20 a.m., los tres delincuentes
circulaban a bordo de un Volkswagen sedán blanco “… y pensamos que éste venía
en sentido contrario”. Al marcarle el alto, el auto se refugió en el estacionamiento
del Hotel Plaza y de él descendieron corriendo los criminales, quienes iban
armados. Ramón Arellano y otro de los sujetos se dirigieron a una farmacia
donde se toparon con más policías y ahí se dio el desenlace fatal que trajo
como resultado la muerte del agente Ángel Antonio Arias y la del líder del
cártel. ¿Se conspiró para que así ocurriera?
La pregunta que tal vez
conecta una cuestión con otra es la razón por la cual Arellano estaba
encubierto en el puerto, como parte de un grupo delincuencial fuertemente
armado. La versión más popular fue expresada de esta manera por el periódico
Noroeste en su edición del 22 de febrero de 2002: “Ramón Arellano Félix, quien
era uno de los diez fugitivos más buscados por el FBI, habría recibido
información de que el Mayo Zambada se encontraba en el puerto de Mazatlán para
disfrutar de la fiesta del Carnaval, por lo que armó una operación para
asesinarlo”. ¿Plantearán en el juicio los fiscales norteamericanos que se trató
de una trampa?
RODOLFO CARRILLO, LA TEORÍA CONSPIRATIVA
El 11 de septiembre de 2004,
en el estacionamiento de Cinépolis Culiacán, un grupo de sicarios asesinó a
tiros a Rodolfo Carrillo Fuentes, presunto líder del Cártel de Juárez, a su
esposa Giovana Quevedo Gastélum y a una persona que cuidaba los carros, Juan
Durán Mayorquín. A raíz del atentado se iniciaron acciones de persecución en
contra de los delincuentes que terminaron en dos enfrentamientos con elementos
de diversas corporaciones policiales, que resultaron en la muerte de cinco de los
presuntos asesinos y la detención de dos probables responsables. En esos mismos
hechos fue lesionado el comandante de la Policía Ministerial Pedro Pérez López,
quien aparentemente escoltaba a la pareja asesinada. Se inició la averiguación
previa CLN/HOMD/179/2004/AP y a solicitud de la PGR se le remitió el expediente
dos días después, por tratarse de delincuencia organizada.
La percepción pública
coincidía en atribuir el asesinato al Chapo Guzmán. El periódico Excélsior, en
una nota del 17 de enero de 2011, rememoraba: “En tanto, el Ejército y la PGR
establecen que Rodolfo Carrillo Fuentes, identificado como Niño de Oro o
Rodolfillo, había conseguido reunir a representantes de varias organizaciones
criminales para establecer acuerdos para la utilización de rutas para el
trasiego de droga; sin embargo, presuntamente, es ejecutado por órdenes del
Chapo Guzmán”.
Esta teoría de la
conspiración plantea dudas: ¿Qué efectos tendrán los testimonios que se
presentarán para probar la hipótesis que sostiene la fiscalía? ¿Veremos
circular de nuevo los nombres de Pedro Pérez López, Jesús Antonio Aguilar
Íñiguez o Reynaldo Zamora? ¿Reabrirá la PGR sus investigaciones?
¿UN JUICIO INQUIETANTE?
Dentro del juicio que inicia
el próximo 5 de noviembre será muy difícil que, en lo general, se presenten
sorpresas durante las audiencias. Pero en los detalles de los testimonios y la
evidencia puede ser que encontremos datos que nos obliguen a replantear lo que
creíamos definitivo. Ya veremos.
Artículo publicado el 12 de agosto de 2018 en el
edición 811 del semanario Ríodoce.
(RIODOCE/ ÓSCAR FIDEL GONZÁLEZ MENDÍVIL / 14 AGOSTO,
2018)
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