domingo, 20 de agosto de 2017

LA “MAFIA” DE LOS TATUAJES EN JAPÓN (+FOTOS)


Foto: Facebook

Turistas que visitan el País del Sol Naciente se sorprenden al ver carteles de “prohibido tatuajes” en lugares públicos

Los registros más antiguos de los primeros tatuajes japoneses, llamados irezumi, datan de entre el siglo III y el siglo V d.C. Estos primeros tatuajes estaban destinados a personas influyentes o con poder; se los realizaban tanto hombres como mujeres y los diseños tenían una fuerte carga de protección espiritual.

En el antiguo Japón el tatuaje se usó como decoración del cuerpo por siglos y se realizaba de la manera tradicional: con una sola aguja y una técnica de golpeteo. Este ritual y el dolor ennoblecían al tatuado.

Después la sociedad nipona se desencantaría de ellos y en el siglo VII d.C. se adoptó la tradición china de usar los tatuajes como marcas de castigo y fácil reconocimiento de los criminales.

A partir de entonces -y durante casi mil años- las personas que portaban tatuajes eran considerados parias y delincuentes; las marcas en la cara o en los brazos eran evidencia de sus delitos.

Foto: Facebook

Pese a ello, la tradición se mantuvo clandestinamente y hacia el final del siglo XVII el entonces emperador japonés emprendió la tarea de modernización del país. Una de las acciones que llevó a cabo fue el desaparecimiento del ejército Samurái, quienes al verse sin trabajo tomaron actividades a sueldo que terminaron por gestar una de las organizaciones criminales más antiguas de la historia, los yakuza.

Los tatuajes son aún considerados en Japón como un símbolo de pertenencia a la “yakuza” (mafia), pese a que cada vez son más los nipones y extranjeros que se tatúan por motivos estéticos y atraídos por este arte milenario del país asiático.

Muchos turistas que visitan Japón se sorprenden al ver carteles de “prohibido tatuajes” en gimnasios, piscinas, balnearios o playas, donde se impide el acceso de personas tatuadas o se les exige cubrir estos adornos corporales con prendas o vendajes.

El gremio de los tatuadores y los amantes de este arte han comenzado a movilizarse contra esas prohibiciones, cuyos orígenes se remontan a la época Edo (1603-1868), y tratan de cambiar la percepción todavía generalizada en Japón de las personas tatuadas como delincuentes o parias.

“Quienes no llevan tatuajes o no saben apreciarlos suelen vincularlos a la ‘yakuza’, pero ambas cosas no tienen nada que ver”, dice a Efe Horimitsu, uno de los más reputados tatuadores con la técnica “tebori” (a mano y sin emplear máquinas) de Tokio

LOS TATUAJES DE JAPÓN, UN ESTIGMA POR SUPERAR

Los orígenes del “irezumi” son muy anteriores a su uso por parte de la “yakuza”, que se apropió de estos adornos corporales por sus connotaciones de rebeldía o por los poderes mágicos que se les atribuían.

Se cree que los tatuajes se emplean en el archipiélago nipón por motivos rituales o decorativos desde el paleolítico, y posteriormente comenzaron a usarse en algunas parte del país para marcar a los delincuentes, práctica que se extendería hasta la época Edo.

Su florecimiento artístico tuvo lugar precisamente en esa era y de la mano de los conocidos grabados “ukiyo-e”, puesto que muchos tatuadores eran también grabadores de estas “pinturas del mundo flotante”, reflejos de una época marcada por el hedonismo y el deleite estético.

Los tatuajes eran entonces comunes entre prostitutas, bomberos, porteadores de palanquines o estibadores, entre otros oficios considerados de bajo nivel social, y se ocultaban bajo la ropa al estar prohibidos por sus connotaciones criminales y por razones de decencia pública.


(VANGUARDIA/ REDACCION/ 20 AGO 2017)

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