miércoles, 7 de junio de 2017

“LA PERRA” REGRESA LA GUERRA

FOTOS: cortesia

La libertad de Filiberto Parra Ramos del penal federal de Oaxaca está confirmada. Relacionan su regreso a las calles de Tijuana en medio de la pugna entre narcomenudistas que ha traído un incremento en los índices de ejecuciones. “La Perra” vivió años de pesadilla en el penal de máxima seguridad de Almoloya de Juárez, donde sufrió de una parálisis parcial del cuerpo. En el Cefereso 13 en Oaxaca tuvo una estancia más tranquila, hasta que recuperó su libertad en el presente año

La información fue confirmada. José Filiberto Parra Ramos, quien también utiliza los nombres de Clark Brandon Gutiérrez y/o Sergio Alcaraz Hernández, y es conocido por los alias “La Perra” o “El Electricista”, fue puesto en libertad del Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) Número 13, en Miahuatlán de Porfirio Díaz, en Oaxaca.

En el Juzgado Primero de Distrito de Procesos Penales Federales en el Estado de Nayarit, se decretó la libertad de Parra Ramos en la causa penal 94/2009-II, donde era enjuiciado por su probable responsabilidad en la comisión del delito de delincuencia organizada, entre otros, derivados de su detención a manos del Ejército Mexicano el 11 de junio de 2009.

Los militares detuvieron a “La Perra” junto con sus presuntos colaboradores César Daniel Moncayo Estrada, Luis Fernando Gastélum Guerrero y Sergio Alberto Espinoza Ceniceros, a quienes les aseguraron cuatro armas de fuego y tres automotores. Todos fueron procesados en el Juzgado federal nayarita. También ya están libres.

De nada valió la acción valiente de los soldados adscritos al Segundo Regimiento de Caballería Motorizada, de la Segunda Zona Militar, que atraparon a los señalados como delincuentes. El Capitán Segundo de Caballería, Hernández Riofrío; los cabos de Caballería Castillo y Martínez; y el soldado raso de Caballería, Ruiz, arriesgaron su vida pero ya no vieron culminada su obra con una sentencia condenatoria, ni siquiera por los hechos de la captura.

Y es que José Filiberto Parra Ramos no era un criminal más, detenido por la milicia. Su negro historial resaltaba a la par de sus jefes de célula, Teodoro García Simental “El Teo” y Raydel Rosalío López Uriarte “El Raydel”, primero al servicio del Cártel Arellano Félix (CAF) y después contra esa organización delictiva.

Con la libertad de “La Perra” no solo quedaron impunes los hechos criminales del día de su detención, sino diversos asesinatos, ocurridos principalmente en Tijuana, y que la propia Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) refirió en el comunicado de captura, donde destacó la disputa que existía con Fernando Sánchez Arellano “El Ingeniero” por el control de las actividades ilícitas en esta franja fronteriza.

La Sedena destacó que Filiberto Parra Ramos se caracteriza por ser un hombre sumamente violento; responsable de las actividades de trasiego de droga, narcomenudeo, secuestro y cobro de piso a empresarios y comerciantes en Tijuana, “La Perra” estaba involucrado en algunas de las 749 ejecuciones ocurridas en Tijuana durante 2008, resultado de la “guerra” declarada contra el CAF.

Aunque fue acusado de delincuencia organizada, Filiberto no fue llamado a cuentas por la sangrienta balacera acontecida el 26 de abril de 2008 en el Bulevar Insurgentes, Fraccionamiento Guaycura, Delegación La Mesa, en Tijuana, donde murieron 13 personas. En ese entonces, se aseguró que Parra Ramos encabezaba uno de los grupos subordinados a “El Teo”.

Al matarife se le señaló de participar en los homicidios de los elementos de la entonces Agencia Federal de Investigaciones (AFI), Manuel Alejandro Arellano Figueroa y Guillermo Cuautle Hernández, adscritos a la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO, hoy denominada SEIDO), localizados muertos en el Rancho Nazareno en Tecate, el 17 de abril de 2008.

A “La Perra” también le imputan la autoría material en la ejecución de dos personas, cuyos cuerpos fueron localizados el 30 de septiembre de 2008 en la delegación San Antonio de los Buenos en Tijuana, en presunta represalia por el asesinato de dos miembros de su grupo delictivo.

Por si fuera poco, por aquellas fechas el nombre de Filiberto Parra fue incluido en la lista negra de cabecillas del narcotráfico por parte de la agencia antidrogas estadounidense, la DEA, considerándole uno de los hombres de mayor relevancia en la organización criminal; sin embargo, durante su cautiverio no hubo medidas tendientes a efectuar su extradición al país del norte.

“LA PERRA” EN PRISIÓN

Tras su detención en Tijuana, en junio de 2009, José Filiberto Parra Ramos fue ingresado al penal de máxima seguridad Altiplano en Almoloya de Juárez, Estado de México, donde meses después le harían compañía otros miembros de la célula delictiva de la que formaba parte, entre ellos su ex jefe, Teodoro García Simental “El Teo” o “El Tres Letras”.

En ese primer año en la cárcel federal, el recluso promovió siete juicios de amparo, de los más de 40 interpuestos durante los últimos siete años, para reclamar un mejor trato de parte de las autoridades penitenciarias. Confiaba sus asuntos legales al abogado Cuauhtémoc Valdovinos Ruiz, y designó como su persona de confianza a Paola Cruz, quienes velaban por su situación en el presidio. En algún momento, también tuvo por defensores particulares a los profesionistas Juan Manuel Saucedo Talamantes y Gonzalo Bustillo Ramos.

Su estancia en el frío penal de Almoloya no fue del todo placentera. Primero conoció la clásica incomunicación de este tipo de prisiones, sobre todo en los primeros meses de hospedaje. Así reclamó que se le permitiera un mayor contacto con sus abogados y visitantes, que le dejaran salir al patio a realizar actividades deportivas y le proporcionaran tenis, zapatos y calcetines, además de raciones suficientes de alimentos.

Luego vino la infaltable demanda de atención médica y medicamentos. Las primeras sanciones en ese mismo 2009 le valieron segregación, prohibición para recibir sus alimentos en el área de comedor y desapoderamiento de sus pertenencias. Llegó el invierno y “La Perra” pidió ropa interior y de cama.

En 2010 continuaron las peticiones de atención médica. Sus padecimientos estaban encaminados a la especialidad de urología. Ese año tramitó doce juicios de garantías, entre los que destacó uno en el mes de febrero en el que se quejaba de “la negativa a registrarlo para contraer matrimonio”. No se supo más del acto reclamado, pues la demanda no prosperó.

Las malas actitudes del interno, considerado de alta peligrosidad, le consiguieron una nueva acta administrativa. Le fue suspendida la visita familiar e íntima durante 76 días y se ordenó el retiro del televisor de su estancia. Parra se rasgó las vestiduras y, en uno de sus escritos al juez, señaló que estaba segregado las 24 horas, no lo dejaban ir al comedor y le prohibieron las actividades físicas o deportivas.

Las autoridades de Altiplano negaron violaciones a los derechos humanos del preso, aunque corroboraron algunas de las sanciones impuestas. La razón: el carácter irascible de Parra Ramos le generaba pleitos con otros reos. Los custodios estaban al pendiente de sus arranques explosivos. Incluso, el Consejo Técnico Interdisciplinario lo castigó por auto agredirse. Uno de los celadores asegura que cuando trasladaba al interno por los pasillos del penal advirtió que se iba golpeando solo. El preso lo negó.

Para 2011, entre las nueve demandas de amparo conocidas en tribunales de Toluca promovidas a favor de “La Perra” se advirtió su adaptación al medio carcelario, pues algunos de sus reclamos los hizo colectivamente con otros famosos criminales, incluso de otros clanes delictivos supuestamente contrarios. Falta de atención médica y de tratamiento psiquiátrico, los principales puntos de inconformidad.

Primero tuvo entre sus aliados a sus viejos conocidos de Tijuana, Víctor Magno Escobar Luna “El Pareja” y Ezequiel Machain Buitrón. Después su nombre figuró en escritos junto a los de Miguel Ángel Guzmán Loera, Édgar Valdés Villarreal, Mario Alberto Cárdenas Medina, Armando Valencia Cornelio, Erick Valencia Salazar, Alcides Ramón Magaña, Eduardo Arellano Félix y  Teodoro García Simental.

En agosto de 2011, el Consejo Técnico Interdisciplinario del Cefereso Número 1 aplicó un correctivo disciplinario de 90 días a Filiberto, suspendiéndole estímulos (visitas familiar e íntima, la llamada telefónica semanal y la prohibición de tener en su celda artículos de uso personal o comprarlos en la tienda del centro penitenciario).

Le estaban castigando porque el 8 de agosto de 2011, elementos de seguridad que trasladaban a varios internos hacia el área de regaderas del módulo VIII escucharon ruidos en la estancia 823 y observaron cuando Parra Ramos se enfrascaba a golpes con su compañero de celda. Los celadores pidieron al área de control abrir la puerta para separar a los rijosos.

El agredido, del que no se dio a conocer su nombre, dijo que ya era imposible la convivencia con el matarife del CAF, pues “de todo se enoja”. El motivo de ese y otros desacuerdos fue que Filiberto quería ver la televisión y el contacto eléctrico se ubica del lado de su compañero de encierro. “La Perra” se defendió y alegó en la audiencia: “Yo ya tengo meses mandando peticiones para la reubicación del contacto”.

A partir de entonces hubo dos peticiones que obsesionaban al sicario. Una, era conseguir uniforme, zapatos, tenis, ropa interior y demás prendas de vestir nuevas. Otra, que le dotaran de un cesto para la basura. Esta última solicitud le fue denegada en diversas ocasiones. Tiempo después agregaría que le quitaron una biblia. Los castigos continuaron.

En 2012 promovió doce amparos. El más relevante, por ser masivo, junto a “La Barbie” Valdés Villarreal y otros reos, reclamando discriminación, falta de protección a la salud, derecho a ser informado y tortura. Presuntamente sufrió de una parálisis parcial en el cuerpo. Los años siguientes sus demandas disminuyeron, hasta que fue trasladado al Cefereso Número 13, en Oaxaca, desde donde volvió a pedir garantías por los actos de siempre: segregación, incomunicación, tortura, golpes, malos tratos y posible traslado a otra prisión federal.

Su salida de prisión fue tan sigilosa como el mismo proceso que se llevaba a distancia en Nayarit. Hoy es sabido que circula impunemente por Baja California.


(SEMANARIO ZETA/ Edición Impresa  / Investigaciones Zeta/ Lunes, 5 Junio, 2017 12:00 PM)

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