De los 11 a
los 16 años de edad, un acólito del sacerdote mexicano Carlos López Valdés dice
haber sido víctima de abuso sexual y de trato pornográfico por parte del
religioso. Una vez que lo denunció ante la Procuraduría del DF y el Tribunal
Eclesiástico, este órgano lo declaró culpable y el Vaticano lo inhabilitó para
seguir oficiando. No obstante que el propio Papa Francisco pidió al ofendido
“perdón en nombre de la Iglesia”, el clérigo sigue dando misa y las autoridades
capitalinas no libran en su contra orden de aprehensión.
MÉXICO, D.F.
(Proceso).- El cardenal Norberto Rivera Carrera, arzobispo primado de México,
así como Jonás Guerrero y Marcelino Hernández, obispos de Culiacán y Colima,
respectivamente, al parecer están protegiendo al pederasta Carlos López Valdés,
un sacerdote “inhabilitado” que continúa sin pisar la cárcel pese a que la
Iglesia ya lo declaró culpable y el mismo Papa Francisco pidió “perdón” por sus
abusos sexuales.
Lo anterior se
desprende de las declaraciones de Jesús Romero Colín, una de las víctimas del
clérigo. Este joven sostiene que desde 2004 el religioso fue denunciado ante
Jonás Guerrero, entonces obispo auxiliar de Rivera Carrera y quien hizo caso
omiso de las imputaciones.
Tres años después,
en 2007, Romero Colín logró que el Tribunal Eclesiástico de la Arquidiócesis de
México le abriera un proceso a López
Valdés. Ante lo irrefutable de las pruebas –fotografías en las que
aparece abusando de menores–, en 2011 el tribunal lo declaró culpable y el
Vaticano lo suspendió como sacerdote, aunque –según el joven– en los hechos
sigue ejerciendo el ministerio.
En el mismo 2007,
Romero Colín interpuso una querella contra el pederasta ante la Procuraduría
General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), la que hasta ahora, pese al
fallo del Tribunal Eclesiástico, no ha procedido en el caso de López Valdés.
Ni siquiera le
sirvió a la víctima la carta que de puño y letra le escribió el Papa Francisco
a mediados de 2013, donde dice sentir “dolor” y “vergüenza” por el abuso y le
pide “perdón en nombre de la Iglesia”. Misiva en la que el pontífice reconoce
la culpabilidad del criminal.
Romero Colín comenta
a Proceso:
“Carlos López
continúa oficiando misas, como lo hizo durante los cuatro años que tardó su
proceso en el Tribunal Eclesiástico, periodo en el que supuestamente estaba
suspendido. Y actualmente la procuraduría ni siquiera le ha dictado orden de
aprehensión. Es como si el clero y las autoridades civiles conformaran una
especie de asociación delictiva que lo mantiene impune… y quizá abusando de
menores de edad.”
(Fragmento
del reportaje que se publica en la revista Proceso 2004, ya en circulación)
(PROCESO/
RODRIGO VERA/ 28 DE MARZO DE 2015)
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