viernes, 6 de diciembre de 2013

NARRAN MIGRANTES ASALTO SOBRE LA BESTIA


Oaxaca–  El chillido del tren al frenar despertó a Miguel Ángel, con él 300 migrantes más montados en los enganches y techos de dos vagones del Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec (FIT).

Los machetes golpeando el acero amarillo de La Bestia anunciaron que aquello no era una parada rutinaria, era un asalto.

Miguel Ángel Salguedo se sacudió el sueño, se desamarró de sus compatriotas y sacó el cuerpo del estrecho espacio que une a los vagones.

A cuatro cajas de distancia, palos y piedras detenían la marcha del pesado esqueleto de carga.

Hacia él se dirigieron hombres armados con escopetas, lámparas y machetes. Empezaron las mentadas.

Como pudo, Miguel se echó al monte, corrió, detrás de él muchos más.

-¡Párate hijo de la chingada!, fue la orden.

Él siguió. El escopetazo al aire lo dejó casi sordo. Otro paso más y caía al suelo. Se detuvo de golpe y alzó las manos.

La intensa luz de una lámpara lo iluminó en medio de la nada.

-¡Allí está! Quítate la ropa y tírate al suelo, le gritaron. Él obedeció. Fue cazado.

El salvadoreño de 34 años se quedó tirado en calzoncillos. El miedo calaba su cuerpo más que el frío que atacaba la noche del sur oaxaqueño.

Se llevaron todo; su mochila, sus tenis Nike que compró días antes en Progreso de Oro, su pueblo, y 300 dólares escondidos en ellos.

Le dejaron la ropa, los calcetines, pero no los zapatos.

Allí quedó tendido hasta que todo pasó. A unos metros de él, Timoteo Cazun Ruan, otro salvadoreño de 54 años, también temblaba de miedo. Parado al pie del tren se desnudó frente a los asaltantes, la misma suerte corrieron los más de 100 centroamericanos que no pudieron correr.

- Apúrate hijo de la chingada, quítate todo, recuerda Timoteo que le gritaban mientras lo escudriñaban de pies a cabeza.

Casi desnudo lo volvieron a subir al techo del vagón. Desde lo alto observó cómo "venadeaban" a los que huían.

Escuchó un par de balazos, pero no vio ningún herido, ni muerto, aunque el rumor propagaba que sí.

Desde que salió de Atiquizaya en el departamento de Ahuachapán, Timoteo sabía de los peligros a los que se enfrentaría entrando a México, aún así se trepó en el FIT en Arriaga, ese tren que viaja vacío cada tres días de Chiapas a Ciudad Ixtepec, Oaxaca, a cargar en el Istmo de Tehuantepec cemento, fierro, granos, etc.

Sentado en una de las galeras del refugio "Hermanos en el camino" que fundó hace siete años el sacerdote Alejandro Solalinde Guerra, el salvadoreño no confía en su suerte, teme perder la vida en el camino.

Las cosas no son como la primera vez que cruzó México, hace 10 años. Ahora los matan hasta por unos zapatos.

-Es peligroso México. No sé qué hacer. Me dejaron sin ropa, sin dinero. Si tuviera plata me regresaba.

No me queda más que seguir, no puedo regresar. Arrepentido estoy de haberme trepado al tren. Aquí no nos respetan.

Pero la necesidad lo obligó. No se conformó con las tierras y la pequeña siembra de maíz y arroz que sacaba al año para sobrevivir con su mujer.

Los minutos que duró el asalto, el hondureño Óscar Núñez Cruz corrió todo lo que pudo siguiendo la dirección de las vías, a su lado una joven hizo lo mismo, aunque a ella le perdió la pista en la oscuridad.

Se escondió entre los matorrales espinosos hasta que escuchó el arranque nuevamente.

Salió kilómetros adelante del punto Los Corazones, Chahuites, donde los maquinistas pararon.

Su entrenamiento en las Fuerzas Armadas de Honduras lo ayudaron a maniobrar su pequeño y delgado cuerpo.

Óscar trepó sin problemas, se volvió acomodar entre los enganches de los vagones.

Al alzar la cara observó que los de arriba iban semidesnudos.

No lo pensó más y les aventó las dos únicas mudas que su madre le colocó en la mochila. Llegó a Ixtepec sólo con lo que traía puesto.

Miguel Ángel se formó junto con Timoteo en una fila de 40 hombres para recibir de los coordinadores del albergue zapatos, pantalones, camisas y chamarras. Descansaron sus pasos una noche en el refugio, después volvieron a montarse en La Bestia, que a partir de Ixtepec se hace llamar Ferrosur.

A pesar del asalto perpetrado por un grupo armado de 10 personas en Los Corazones, Chahuites, en los límites con Chiapas, en la zona oriente del Istmo de Tehuantepec, la madrugada del lunes dos de diciembre, el tren de carga FIT continúa transportando de 300 a 400 migrantes de origen centroamericano cada tercer día.

De acuerdo a los datos del Grupo Beta, al mes transitan por el Istmo de cinco a seis mil migrantes, aunque en el mes de diciembre el número baja a la mitad, y se reactiva después del 15 de enero, el repunte se da en el mes de abril.

En Ciudad Ixtepec los migrantes se dispersan y sólo la mitad de los que llegan continúan la ruta ferroviaria hacia Medias Aguas, Veracruz, el resto utiliza otros medios como autobuses, camionetas y vehículos pequeños, con rumbo a la ciudad de Oaxaca o Puebla.

Según el reporte del subprocurador regional de justicia, Víctor Fernando Ruiz Méndez, de los más de 100 migrantes asaltados, menos de 10 presentaron su denuncia ante el Ministerio Público, el resto no lo hizo por miedo o por las prisas que llevan en el viaje.

De acuerdo a un documento del Estado mexicano fechado el 16 de julio de 2010, titulado "Informe del Estado mexicano sobre secuestro, extorsión y otros delitos cometidos contra personas migrantes en tránsito por territorio mexicano", el flujo ilegal más grande de centroamericanos es de Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua con el 95 por ciento, en menor medida se encuentran las migraciones procedentes del Caribe (Cuba), región andina (Ecuador) y algunos países extra continentales (China e India).

En la frontera sur de México entran cada año en promedio un millón 700 mil personas, en su mayoría visitantes y trabajadores locales, así como migrantes en tránsito que buscan llegar a los Estados Unidos.

El municipio de Chahuites, colindante con Chiapas, fue calificado por la pastoral de la Movilidad Humana del Episcopado Mexicano en el 2010, como "zona de tragedia humanitaria" debido a que allí se perpetraban asaltos, secuestros, violaciones y asesinatos a migrantes centroamericanos.

En ese año las estadísticas de la organización religiosa registraron cuatro asaltos masivos en la zona.

Después de las denuncias públicas, los asaltos al tren se frenaron hasta el pasado lunes dos de diciembre.

Alejandro Solalinde consideró que a pesar de que Chahuites, Oaxaca, es la puerta al peligro, el verdadero infierno para el migrante comienza en Veracruz.

(EL DIARIO, EDICION JUAREZ/ El Universal | 2013-12-06 | 08:43)

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