MÉXICO,
D.F. (apro).- El asesor en seguridad del presidente Enrique Peña Nieto,
el general en retiro de la Policía Nacional de Colombia, Óscar Naranjo
Trujillo, reapareció esta semana en México para reiterar su discurso de
administración policial y hacer una velada crítica a sus antiguos
aliados del gobierno de Felipe Calderón.
Con el exsecretario de
Seguridad Pública, Genaro García Luna, tuvo un gran acercamiento cuando
el entonces gobierno de México quiso replicar parte de la experiencia de
Colombia en el combate al narcotráfico.
García Luna y Oscar
Naranjo fueron contemporáneos en su ejercicio como máximos jefes de la
policía de sus respectivos países. García Luna, de diciembre del 2006 a
diciembre de 2012. Naranjo, de mayo de 2007 a junio de 2012, nombrado
por el alter ego de Calderón, el expresidente colombiano Álvaro Uribe.
Renunció tras el triunfo de Juan Manuel Santos.
García Luna
incluso le envió en 2008 como un enlace directo a su protegido y amigo
cercano Javier Garza Palacios, luego de que éste fuera investigado por
su supuesta complicidad con el narcotráfico.
En 2007, Garza
Palacios era coordinador general de Seguridad Regional de la Policía
Federal y fue señalado como responsable, junto con otros jefes
policiales, de dejar circular a lo largo de 300 kilómetros de carreteras
federales en el estado de Sonora a un convoy de 50 sicarios que
asesinaron a policías del estado.
Garza Palacios fue exculpado del
hecho por la Procuraduría General de la República y el órgano de
Control Interno de la ya desaparecida Secretaría de Seguridad Pública
que manejó García Luna.
La secretaría fue uno de los costosos
juguetes de los que dispuso Calderón para la guerra que le declaró al
narcotráfico, tal y como lo hizo Uribe.
Ahora, Naranjo dice que un
error en América Latina ha sido la de reducir el tema de la seguridad
al combate al narcotráfico, crear una y otra vez instituciones y
adquirir equipos como si fueran “juguetes”, termino que el propio
Calderón utilizó en noviembre de 2010 durante una entrevista con la
televisión estadunidense para informar a los ciudadanos de ese país —no a
los mexicanos— que había creado un centro de espionaje policial dentro
de la secretaría de Seguridad Pública.
El general en retiro fue
clave en los golpes del gobierno de Uribe a las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC). Uno de los más importantes fue el de
la Operación Fénix en marzo de 2008, cuando la Fuerza Área Colombiana
bombardeó un campamento de las FARC en la provincia de Sucumbíos, en
Ecuador, a unos dos kilómetros de la frontera con Colombia.
En el
ataque murió el segundo al mando de las FARC, Luis Edgar Devia Silva
Raúl Reyes y cuatro estudiantes mexicanos de la UNAM. Otra más, Lucía
Morett, sobrevivió al ataque.
Con ese antecedente inmediato,
Naranjo fue contratado en México. El propósito era que trabajara
directamente con García Luna si ganaba el PAN la presidencia. En un
gesto hacia Estados Unidos, Peña Nieto lo recuperó en un intento de
convencer al gobierno y a la prensa de ese país que el retorno del PRI
al gobierno federal no iba a significar una protección a la delincuencia
organizada, en especial del narcotráfico.
Más que su experiencia y
conocimientos del mundo narco de Colombia y sus conexiones con los
narcotraficantes mexicanos, Naranjo tiene otra experiencia: la de
negociar con el narcotráfico, según lo denunció el exagente de la DEA,
Baruch Vega, quien escribió un libro sobre el papel del general Naranjo
en el combate al narcotráfico en Colombia y reiteró sus reservas hacia
el general en una entrevista con el periódico Reporte Índigo.
Además
de la “asesoría externa” a Peña Nieto, el general Naranjo tiene otra
cobertura: El Instituto Latinoamericano de Ciudadanía, auspiciado por el
Tecnológico de Monterrey, donde coincide con el exdirector del Centro
de Investigación y Seguridad Nacional, Jorge Tello Peón.
Comentarios: jcarrasco@proceso.com.mx
@jorgecarrascoa
/ 12 de septiembre de 2013)
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