Raymundo Riva Palacio
En lunes por la mañana, las alertas sonaron en varios despachos del
Gobierno federal. Un reporte desde Oaxaca informaba que los padres de
familia cuyos hijos seguían sin iniciar clases en la Escuela Técnica 84
en Etla, habían agredido a los maestros, indignados por sus ausencias.
Por la tarde, los padres de familia negaron en un comunicado la agresión
física, pero los llamaron “cínicos”, los acusaron de tomar como rehenes
instalaciones y alumnos para cumplir con sus objetivos particulares, y
advirtieron que las cosas regresarían a la normalidad cuando reanudaran
las clases. Los maestros, que pertenecen a la Sección 22 de la
Coordinadora (CNTE), dieron acuse de recibo y se quejaron de que los
exhibieran ante los medios de comunicación. Los padres no se
intimidaron.
“La escuela ha estado cerrada con cadenas y candados para su protección, ya que la “Base Trabajadora” se ausentó sin base justificada”, dijeron. “El desarrollo normal de la actividad educativa empezará cuando ustedes, “Base Trabajadora”, dejen de hacer paros, marchas y demás actos de violencia que únicamente sirven para deteriorar la educación y formación de nuestros hijos y, de paso, afectar la economía familiar de la población en general. Qué cinismo llamarle centro de trabajo al lugar donde no trabajan”.
Etla, en los valles centrales de Oaxaca, es un síntoma de la creciente molestia social contra los maestros. La Coordinadora, con maestros moderados y radicales, continuó esta semana su movilización en la Ciudad de México, mientras sus habitantes ajustaron sus rutas para no ser afectados por el estrangulamiento vial, y elevaron la exigencia y las presiones para que se utilice la fuerza para desalojarlos. La izquierda y pocas voces liberales son las únicas que prefieren todas las inconveniencias cotidianas ante la posible violencia que ello puede generar, una postura que choca con 7 de cada 10 capitalinos que piden que los maestros se regresen a los lugares de origen y dejen en paz su ciudad.
La presión social y una casi uniformidad en los medios de comunicación que rechazan que en el legítimo derecho a manifestarse se conculquen las libertades constitucionales de millones de personas, ha sido un piolet que golpea sin cesar la muralla de la disidencia magisterial, que ya tiene un profundo boquete en su legitimidad. Pero atentos. Mantener la presión para obligar a negociar, quebrantando la paz, produjo mensajes que debería estar escuchando la CNTE con atención.
Una comisión de diputados empezó el diálogo con ellos, pero sostuvieron que la Ley del Servicio Profesional Docente, la fuente de la furia de la disidencia magisterial, será aprobada en sus términos. El Pacto por México, que iba a dialogar con ellos el lunes, les canceló la reunión. En cambio, sus integrantes del PRD, PAN y PRI, acompañaron al presidente Enrique Peña Nieto a un acto sobre educación en Morelos. Cohesión de todo el corpus político fue el mensaje, que precedió a la declaración enérgica del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, donde advirtió que ante la violencia se aplicará el Estado de Derecho. Los mensajes del lunes no dan margen a interpretaciones. El límite se ve en el horizonte. Para reforzarlos, la Presidencia anunció que el Primer Informe de Gobierno no será en el Auditorio Nacional, sino en el Campo Marte, el deportivo del Estado Mayor Presidencial. Si quieren confrontar a Peña Nieto, tendrán que pasar sobre la barrera de las Fuerzas Armadas. Y antes, sobre la de la Policía Federal y los granaderos del Distrito Federal.
Si quieren violencia, parece ser el mensaje del lunes, violencia tendrán. La CNTE tiene que reformularse su estrategia y plan de acción. No los sectores radicales, que han llevado la agudización trotskista de las contradicciones a un punto donde puede no haber retorno, sino los moderados, entendiendo que la legitimidad de su reclamo contra la Ley del Servicio Docente Profesional está cayendo en la ilegitimidad ante la ilegalidad de sus actos. Tensar al máximo puede romper el tejido y acabar con la tolerancia. No son los tiempos de Vicente Fox cuando 17 macheteros cavaron la tumba a su mayor obra de infraestructura sexenal, el nuevo aeropuerto. El Gobierno actual tiene manos y guantes distintos. Hasta cuándo podrán seguir provocándolos, no se sabe. Pero en el cálculo tienen que recordar que este año de reformas definirá la Presidencia de Peña Nieto, por lo cual, como le dicen varias voces a su alrededor, decidirá en seguir adelante por encima de la CNTE, cueste lo que cueste, frente a la no opción de cancelar el futuro que le prometió a la nación. Por lo pronto, la opinión pública se está alineando para marchar sobre los disidentes, ciertamente, cueste lo que cueste.
“La escuela ha estado cerrada con cadenas y candados para su protección, ya que la “Base Trabajadora” se ausentó sin base justificada”, dijeron. “El desarrollo normal de la actividad educativa empezará cuando ustedes, “Base Trabajadora”, dejen de hacer paros, marchas y demás actos de violencia que únicamente sirven para deteriorar la educación y formación de nuestros hijos y, de paso, afectar la economía familiar de la población en general. Qué cinismo llamarle centro de trabajo al lugar donde no trabajan”.
Etla, en los valles centrales de Oaxaca, es un síntoma de la creciente molestia social contra los maestros. La Coordinadora, con maestros moderados y radicales, continuó esta semana su movilización en la Ciudad de México, mientras sus habitantes ajustaron sus rutas para no ser afectados por el estrangulamiento vial, y elevaron la exigencia y las presiones para que se utilice la fuerza para desalojarlos. La izquierda y pocas voces liberales son las únicas que prefieren todas las inconveniencias cotidianas ante la posible violencia que ello puede generar, una postura que choca con 7 de cada 10 capitalinos que piden que los maestros se regresen a los lugares de origen y dejen en paz su ciudad.
La presión social y una casi uniformidad en los medios de comunicación que rechazan que en el legítimo derecho a manifestarse se conculquen las libertades constitucionales de millones de personas, ha sido un piolet que golpea sin cesar la muralla de la disidencia magisterial, que ya tiene un profundo boquete en su legitimidad. Pero atentos. Mantener la presión para obligar a negociar, quebrantando la paz, produjo mensajes que debería estar escuchando la CNTE con atención.
Una comisión de diputados empezó el diálogo con ellos, pero sostuvieron que la Ley del Servicio Profesional Docente, la fuente de la furia de la disidencia magisterial, será aprobada en sus términos. El Pacto por México, que iba a dialogar con ellos el lunes, les canceló la reunión. En cambio, sus integrantes del PRD, PAN y PRI, acompañaron al presidente Enrique Peña Nieto a un acto sobre educación en Morelos. Cohesión de todo el corpus político fue el mensaje, que precedió a la declaración enérgica del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, donde advirtió que ante la violencia se aplicará el Estado de Derecho. Los mensajes del lunes no dan margen a interpretaciones. El límite se ve en el horizonte. Para reforzarlos, la Presidencia anunció que el Primer Informe de Gobierno no será en el Auditorio Nacional, sino en el Campo Marte, el deportivo del Estado Mayor Presidencial. Si quieren confrontar a Peña Nieto, tendrán que pasar sobre la barrera de las Fuerzas Armadas. Y antes, sobre la de la Policía Federal y los granaderos del Distrito Federal.
Si quieren violencia, parece ser el mensaje del lunes, violencia tendrán. La CNTE tiene que reformularse su estrategia y plan de acción. No los sectores radicales, que han llevado la agudización trotskista de las contradicciones a un punto donde puede no haber retorno, sino los moderados, entendiendo que la legitimidad de su reclamo contra la Ley del Servicio Docente Profesional está cayendo en la ilegitimidad ante la ilegalidad de sus actos. Tensar al máximo puede romper el tejido y acabar con la tolerancia. No son los tiempos de Vicente Fox cuando 17 macheteros cavaron la tumba a su mayor obra de infraestructura sexenal, el nuevo aeropuerto. El Gobierno actual tiene manos y guantes distintos. Hasta cuándo podrán seguir provocándolos, no se sabe. Pero en el cálculo tienen que recordar que este año de reformas definirá la Presidencia de Peña Nieto, por lo cual, como le dicen varias voces a su alrededor, decidirá en seguir adelante por encima de la CNTE, cueste lo que cueste, frente a la no opción de cancelar el futuro que le prometió a la nación. Por lo pronto, la opinión pública se está alineando para marchar sobre los disidentes, ciertamente, cueste lo que cueste.
(ZOCALO/ Raymundo Riva Palacio/ 28 de Agosto 2013)
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