miércoles, 23 de noviembre de 2011

LAS CAUSAS DEL ACCIDENTE DE FRANCISCO BLAKE

Evidencia en el terreno y la actitud del piloto excluyen teoría del atentado.


El piloto militar que tripulaba el helicóptero que tras la caída provocó la muerte del secretario de gobernación, Francisco Blake Mora y otras siete personas, sufrió una desorientación espacial, que lo llevó a considerar que tenía su vuelo controlado cuando lo dirigía a una elevación terrestre.

Adela Navarro Bello
Ni el piloto, ni el resto de la tripulación del helicóptero Súper Puma AS332 con matrícula XC-UHM, que transportaba al secretario de gobernación y a siete personas más la mañana del viernes 11 de noviembre, consideraron necesario pedir auxilio a la torre de control.

En esos momentos encabezaban un vuelo controlado pero dirigido erróneamente.

Lo que en la jerga técnica se califica como CFIT (Control Fligth Into Terrain, cuya traducción literal es Vuelo Controlado Hacia Tierra).

El piloto sufrió una desorientación espacial ante la condición de nubosidad que encontró apenas despegar de Campo Marte en el Distrito Federal.

Esta experiencia puede ocurrir al piloto más capacitado de aviones o helicópteros. Hay forma de salir. Lo que debió hacer el experto militar que trasladaba a José Francisco Blake Mora, fue levantar el vuelo y meter potencia para salir del banco de neblina. Pero no lo hizo. Se perdió. Se desorientó espacialmente, y se encaminó con su tripulación y los cuatro funcionarios, a la muerte.

Un ex piloto de la Fuerza Aérea Mexicana, de jets y en su último periodo al servicio de la nación, volando helicópteros, explicó a ZETA que de acuerdo a la raya formada por los restos del helicóptero, el análisis principal es ése: que el piloto atravesó por una desorientación espacial, y se accidentó de manera horizontal con las elevaciones terrestres en la zona de Chalco, Estado de México.

Hay varios elementos que de entrada, a pesar que el análisis de la evidencia y el estudio de circunstancia, modo y lugar del accidente tomará un año a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, pueden descartar un atentado:

1.- La evidencia
Los restos del TPH06 (Transporte Presidencial Helicóptero) quedaron situados de manera ordenada en una línea recta. Esta evidencia da muestra que la ruta del helicóptero fue controlada por el piloto de manera visual, a pesar de la condición de nubosidad.
No hay piezas del artefacto a distancias lejanas o desperdigadas en diferentes direcciones que puedan presumir una explosión previa a la caída.

“No hay restos dispersos, lo cual es congruente con el patrón de las partes del helicóptero, con la ruta que llevaba: un vuelo controlado pero dirigido erróneamente; la raya donde queda desbordada la unidad, que mide entre 150 y 200 metros, indica que el helicóptero llevaba una velocidad estable de entre 150/200 kilómetros por hora, lo cual indica –reiteró– que era un vuelo controlado pero dirigido de manera errónea”.

2.- Sin comunicación
La última comunicación con la torre de control la tuvo el piloto a las 8:45, diez minutos después fue visto por última vez en el radar. El no reportarse a la Torre indica que el piloto en ningún momento se consideró en peligro, tampoco se tienen indicios de llamadas realizadas desde los aparatos de comunicación personal de alguno de los cuatro funcionarios que viajaban al momento.

“Si el piloto no reportó un mayday, que es para priorizar una emergencia en torre, es que ni siquiera pudo concientizarse de lo que sucedía”. De haberse percatado de las condiciones de elevaciones terrestres, habría reaccionado metiendo potencia y elevando la nave.

Pero la ausencia de comunicación con la torre hace suponer que previo al impacto el piloto consideró una correcta administración de recursos en cabina, “no hubo una situación de pánico en la cabina, porque no hay evidencias en grabaciones o en llamadas telefónicas”.

3.- Cambio de ruta
En los primeros minutos de vuelo, Felipe Bacio Cortés, el experimentado y eficiente piloto militar que encabezaba la tripulación del helicóptero en que viajaba José Francisco Blake Mora, inició el cambio de ruta.

Al centro de control de tráfico aéreo, el militar entregó el plan de vuelo que cambió prácticamente de manera inmediata al encontrarse con la condición de nubosidad, “esos helicópteros son muy versátiles y puedes cambiar de ruta fácilmente, la ruta estaba dirigida, pero cuando el piloto se encuentra con la densa nubosidad lo que hace es cambiar poco a poco la dirección de su vuelo en busca de un espacio despejado, lo cual evidentemente no sucede”, comentó a ZETA el piloto consultado y complementó:

“Se le informa las condiciones adversas y se empezó a desviar para buscar salir del banco de neblina y entró en la zona de elevaciones”.

En estas condiciones, con el cambio de ruta, si en tierra hombres armados lo hubiesen estado esperando para derribar el helicóptero, éstos habrían debido cambiar de posición, trasladarse a la zona de la nueva ruta “y sería muy osado, que con todo y cambio de ruta, le dispararan al aire, y con todo y la nubosidad, dar en el aparato”.

4.- Desorientación
Ante la falta de visibilidad el piloto atravesó por una desorientación espacial. Lo que procede de acuerdo a la capacitación en la Fuerza Aérea Militar, es deshacerse de toda percepción sensorial, para concentrarse en el tablero, en los instrumentos, y continuar el viaje o aterrizar considerando exclusivamente esa información.

“El Súper Puma tiene referencias muy claras sobre el terreno, el aparato te dice qué tan desplazado estás de tu ruta de vuelo, si hay elevaciones, por eso cuando no tienes visibilidad en una situación nubosa, debes concentrarte en los instrumentos de cabina. El sistema límbico (sistema formado por varias estructuras cerebrales que gestiona respuestas fisiológicas ante estímulos emocionales) marca el equilibrio, la desorientación espacial, y ocurre con muchísima frecuencia en pilotos, aun en pilotos experimentados que en esta circunstancia no pueden desconectarse del exterior y concentrarse en los instrumentos”.

Es evidente, por la velocidad que llevaba el helicóptero, al análisis de la estela de restos, que el piloto no tuvo tiempo de percibir siquiera el ruido producido en la panza de la nave al primer contacto con los árboles. El impacto los tomó completamente desapercibidos de su condición de peligrosidad debido a la desorientación del espacio.

El gobierno federal lo explicó así:

“La aeronave estaba volando en condiciones de visibilidad casi nula debido a niebla. Estaba viajando a una velocidad normal de crucero de hasta 250 kph (155 mph) y operaba normalmente cuando su rotor trasero golpeó un árbol, ocasionando que el frente golpeara el suelo para después resbalar por un tramo de más de 150 metros mientras se desintegraba. Los ocho cadáveres quedaron diseminados a lo largo del trayecto de desplazamiento”.

5.- Mantenimiento de la nave
Argumento para una teoría de la conspiración y el sabotaje ha sido también el mantenimiento del helicóptero. Se ha aducido incluso al año de producción del helicóptero Súper Puma AS332 matrícula XC-UHM y de número económico TPH06, sobre el tema explicó el piloto a ZETA:

“La Fuerza Aérea Imperial a la que pertenecen estos helicópteros e incluso el avión del Presidente, tienen revisiones con rayos X; existen tres categorías para determinar el estado de la flota, A, que significa en perfecto estado; B, que indica que tiene algunas fallas mínimas, y C donde se valora como inservible.

“Todos los helicópteros y aviones de la Fuerza Aérea Imperial están en categoría A”.

El procedimiento normal en un mantenimiento para este tipo de aeronaves, es que se desarticula completamente el aparato, el motor es enviado a un lugar, el revestimiento a otro, y así sucesivamente con todos sus componentes, el consultado por ZETA explicó que 27 años de antigüedad no es un foco rojo en un helicóptero que ha tenido el nivel de mantenimiento que tienen los de la Fuerza Aérea Imperial, pues si bien el año marca el momento de la producción, en cada revisión las partes de van adaptando a las nuevas tecnologías, “es como si tuvieras un Chevrolet 1968 con partes 2011”, ejemplificó para mejor entendimiento.

Hasta donde se ha informado, la aeronave fue fabricada en 1984, adquirida por el gobierno federal en 1985, y la última ocasión que recibió mantenimiento fue precisamente en noviembre de 2011 en el hangar presidencial, por personal de la Coordinación General de Transportes Aéreos Presidenciales.

6.- Experiencia y capacitación
Los pilotos militares, como lo eran los que ostentaban la responsabilidad de los viajes del secretario de gobernación y lo son quienes acompañan al presidente de la República, reciben su instrucción académica en la única escuela de aviación militar en el país, ubicada en Zapopan, Jalisco.

La tripulación, integrada por el Teniente Coronel Felipe Bacio Cortés, Teniente Pedro Ramón Escobar Becerra, y el Sargento segundo Jorge Luis Suárez Gómez, era una cuadrilla con experiencia suficiente para emprender los vuelos de traslado del secretario.

La premisa del piloto consultado por ZETA es que la desorientación espacial puede ocurrir a cualquiera. Explicó que parte de los cursos para aprender a dominar una situación de este tipo donde se pierde toda visibilidad, y poder concentrarse en los instrumentos para la navegación, consiste en prácticas a ojos cerrados.

Explicó:
“Te suben al helicóptero o al avión, te ubicas en la posición del piloto y te vendan los ojos. El piloto soporte de las prácticas va a cargo de la nave, entonces hace alguna pirueta para descontrolar tu sensación de ubicación. Entonces te piden que tomes el control de la nave y la posiciones de manera correcta. De acuerdo a lo que tú sentiste a través de la inclinación de tu cuerpo, del cuello y la cabeza, maniobras para enderezar el avión. Te preguntan si estás completamente seguro, dices que sí, te quitan la venda, y el aparato puede estar ladeado. Pero tú no lo percibes porque al no tener el sentido de la vista, te desorientas en el espacio”.

En estas condiciones, el piloto debe aprender a no responder a su instinto sensorial, y concentrarse en la consola, en los instrumentos que se convertirán en sus ojos y sus sentidos para sacar un aparato de peligro, “incluso personal que tiene bajo su responsabilidad el traslado de secretarios de estado, y obvio del Presidente, son enviados a tomar cursos especiales fuera de México, como en Noruega”, complementó la fuente de ZETA.

Volviendo a la escena del siniestro, por la forma en que quedaron distribuidos los restos del helicóptero que trasladaba a Francisco Blake Mora, Felipe Zamora, Alfredo García Medina y Diana Heyton, el Mayor René de León Zatién, y la ya descrita tripulación, se puede presumir que a pesar de la capacitación y la experiencia, el piloto sufrió una desorientación espacial que lo llevó directamente a impactarse con el terreno.

Gilberto López Meyer, director general de aeropuertos y servicios auxiliares, lo explicó así:

“No sé por qué el piloto no sabía que estaba a punto de impactarse… No había indicio de intento de evasión del terreno. Hay instrumentos de navegación; le debieron haber permitido al piloto saber que tenía una obstrucción y estaba en una posición incorrecta o un rumbo incorrecto”.

De hecho, las condiciones de información que han generado dudas en torno al accidente para acercarlo a la hipótesis del atentado, han sido propiciadas por el propio gobierno federal.

A pesar que desde el mismo día de la tragedia, primero en voz del presidente Felipe Calderón y después en la del secretario de comunicaciones y transportes, Dionisio Pérez Jácome, se le catalogó como un accidente debido a las condiciones de nubosidad, la falta de pericia para proporcionar información ha motivado la especulación.

Lo cierto, al ojo experto de un piloto retirado de la Fuerza Aérea Mexicana y al análisis de la evidencia, es que las causas del accidente que costó la vida a Francisco Blake Mora y siete personas más, fue la neblina, la falta de visibilidad para el piloto y la desorientación espacial por la que atravesó.
 

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