jueves, 17 de noviembre de 2011

LAS BAJAS CIVILES

 Paúl Mercado

No choques. Puedes morir de un balazo. Psicosis de guerra: impone crimen su ley; mata y amenaza a la población… La guerra entre los cárteles del narcotráfico y del Gobierno contra todos ellos, ha dejado hasta el momento innumerables bajas como saldo.

Pero también han resultado afectados civiles que nada tienen qué ver con el problema. Se trata de muertes irracionales derivadas del desgobierno que impera en las calles y que ya ha sembrado el terror al grado de modificar conductas sociales.

 Así murió recientemente un taxista en la capital del estado. El jueves 4 de marzo, Juan Carlos Zavala Muñoz conducía un Nissan Tsuru por el bulevar Ciudades Hermanas, en la colonia Antonio Rosales, y al pasar un tope, terminó impactando por alcance a un Volkswagen Bora color blanco.

El chofer de este vehículo bajó a ver la magnitud del golpe, que según testigos no fue nada.

Enfurecido, el sujeto sacó de sus ropas una pistola y le disparó “a sangre fría” en cuatro ocasiones al taxista, quien intentó protegerse pero fue alcanzado por las balas.

Murió en el instante y teniendo como espectador a su propio hijo, quien lo esperaba en el carro.

Su caso no es el único, pero sí refleja la gravedad de lo que ocurre hoy en día en las calles de Sinaloa, y de manera particular en su capital.

Muchas son las historias urbanas que se comparten con cautela y desde el anonimato por parte de algunas víctimas de estos actos irracionales, que alertan sobre la presencia de criminales que han tomado las calles como un territorio marcado para hacer y deshacer, ante la complacencia de las autoridades.

 “No es posible lo que sucede… es una descomposición social enorme por el alto índice de impunidad, porque esa gente actúa con toda la libertad del mundo portando armas, amenazando a los demás, humillando y atentando contra todos”, lamenta el presidente de la Federación de Abogados de Sinaloa, Ricardo Beltrán Verduzco.

Para el jurista esto ya se ha convertido en una psicosis y tiene mucha relación con el fracaso de las estrategias del Gobierno para hacer frente y combatir al crimen organizado.

Ese fracaso que ha propiciado un alto nivel de impunidad y por consecuencia de vulnerabilidad social, que es lo que favorece este tipo de conductas criminales ante la mirada de todos. Las malas experiencias fluyen por donde sea.

Hay gente que ha dejado de ir a fiestas porque se han dado casos donde llegan delincuentes y asaltan a las personas. Se ha dejado de frecuentar centros comerciales por la misma causa y en los comercios los asaltos son la constante porque nadie hace nada.

“Estamos sujetos a las reglas del crimen”, puntualiza Beltrán Verduzco, y así explica lo que sucede:

“Cuando digo que hay impunidad es porque la gente anda armada y con toda tranquilidad delinque y no pasa nada… eso los envalentona y no le puedes pitar a nadie porque si lo haces se bajan y te matan o en el mejor de los casos te golpean”.

Abusos sobre ruedas
Los ataques de este tipo se han dirigido principalmente a los tránsitos y automovilistas. En muchos de los casos, algunas personas han sido chocadas y obligadas a pagar los daños; todos son amenazados y en ocasiones los han golpeado o los despojan de las unidades.

Se arreglan con ajustadores de seguros y tránsitos, a quienes también amenazan de muerte.

Entrevistado al respecto, Emilio, un tránsito de rango en esta capital, habla de lo complicado que se ha vuelto el oficio en Culiacán, y desde el anonimato revela el miedo que ha invadido no solo a Tránsito Municipal, sino a todas las corporaciones de seguridad en Sinaloa.

—Creemos que hay psicosis por todo esto: chocas y te matan; infraccionas y te matan… ¿cómo ves esto?

—Sí. No sabemos con qué persona nos topamos en la calle y a veces nos gana el orgullo: si se te atraviesa alguien le quieres recordar el 10 de mayo y no sabes si trae pistola y si te va a pegar un balazo…

—¿Se ha generalizado ahora por la guerra entre narcos?

—Siempre ha pasado, pero hoy es peor porque hay muchas armas… este es el ambiente en la ciudad.

 De momento, Emilio dice no recordar ningún caso en particular. “Son muchos”, lamenta, pero hace ver que los amenazan constantemente, los humillan y algunas mujeres los culpan de cosas que no son ciertas ante sus esposos, que resultan ser “pesados” y ahí es cuando se dan los problemas.

Entonces llega un recuerdo:

“Una vez, un tipo le regresó una boleta a un compañero que había parado a una dama por cometer una falta, y le dijo:

‘Esa infracción la rompes, te la comes o a ver qué haces porque si no te la voy a meter por el culo de un balazo’”.

El agente dice que es común que los amenacen por intentar hacer su trabajo. Por lo tanto admite que hay miedo

 —¿Si ves que alguien comete una infracción la piensas dos veces?, ¿o cómo está el asunto, depende del carro?

 —Si le haces indicación que se detenga, no se para, es carro nuevo, sin placas… mejor optas por dejarlo, porque no puedes saber si van armados o si llevan a un “levantado” o no sabes con quién te puedes meter. Por ejemplo, ahorita en los operativos antialcohol, a diario se ve que quieres quitar un carro y llegan varios tipos armados y el carro no te lo llevas ¡y no te lo llevas!…

—¿Y cómo le hacen entonces, no paran a cierto tipo de unidades, de sujetos, qué dicen los jefes?

—Lo que han comentado es que no tratemos de hacerla al valiente: oye, que yo soy gente de Juan Pérez, pues que te vaya bien, vale más creerle que averiguarlo; oye mira, ves aquel carro que está adelante y aquel otro, bueno, si no me das el carro ellos están listos para actuar, una señal mía y quién sabe cómo les vaya. Incluso han ido a las oficinas a querer sacar carros detenidos.

 A esta situación se suma el hecho de que las corporaciones policiacas, y Tránsito no es la excepción, están infiltradas, pues asegura que después del asesinato del agente que pretendía llevarse una unidad con una grúa, unos sujetos confundieron a un compañero creyendo que era el chofer que quedó vivo en ese atentado.

“Lo que pasó es que los dos tienen el mismo tipo de carro y del mismo color”.

Ante la gravedad del problema, los tránsitos saben que deben cuidarse y tratar de no extralimitarse en sus funciones, no andar mucho en la calle y ser más tolerantes o más flexibles a la hora de aplicar el reglamento.

Y es que otra cosa que está ocurriendo mucho —revela—, es que si están trabajando en un lugar, gente armada los corren y les dicen que ellos “se encargarán del lugar”.

Emilio sugiere a los automovilistas que tampoco “la haga de valientes” porque los criminales no están respetando a nadie. Lo dice porque conoce el temperamento de los culichis y sabe que con cualquier cosa explota, grita e insulta: “Es preferible no mentarle la madre a nadie si se te atraviesa, te llegan a chocar o no te cambian las luces; hay que ser más tolerantes y preservar la vida”. Así, entre el temor y la desconfianza, los tránsitos siguen saliendo a las calles a hacer su trabajo, a sabiendas de que pueden toparse con la muerte. Algunos han preferido desertar y esperar mejores tiempos porque confían en que las cosas se calmarán, como siempre ha ocurrido, aunque la encarnizada lucha entre narcos y el Gobierno parece no tener fin. Y con ello, las bajas civiles seguirán figurando en el conteo de muertos. Historias urbanas reflejan abusos de criminales en las calles Pesadilla cotidiana Mario da gracias a Dios por estar vivo. Su historia pareciera extraordinaria, pero ya es una vivencia de muchos. Una noche del mes de febrero de este año, cuando conducía su camioneta acompañado por su hijo, de repente le chocaron a pesar de que él trató de esquivar el golpe. Dice que la primera reacción fue revisar a su hijo, revisarse él y afortunadamente salieron ilesos. Algunos golpes, pero nada grave. El problema vino cuando se bajó de la unidad a reclamar. Los responsables del choque eran varios tipos borrachos y después se dio cuenta que iban armados y probablemente drogados. Lo recibieron con insultos y le dijeron que él había tenido la culpa. Intentó defenderse y no lo dejaban hablar. Cuando llegaron los tránsitos, los sujetos los llamaron y aparentemente les dieron su versión, sin permitir que Mario se acercara. El tránsito fue entonces con él y le informó: “Usted es el culpable del choque y más vale que no haga problema porque nos van a matar a los dos”. Para entonces el ajustador del seguro de Mario ya había llegado y los sujetos le habían hecho la misma advertencia. “Todos estuvimos de acuerdo; el seguro les pagó los daños, yo pagué los míos y por eso le estoy contando esto”, dice. A la vista de todos Carmen nunca olvidará ese jueves de enero a la cinco de la tarde. Traía a su bebé de apenas unos meses y a su pequeña hija de kínder. Fue en pleno centro, a la vista de mucha gente. Casi en la Obregón. Detuvo su vehículo porque cambió el semáforo a rojo y sintió entonces un fuerte impacto. Bajó a ver los daños y dos sujetos la encañonaron y le quitaron las llaves de su unidad. Las entregó pero suplicó que la dejaran bajar a sus hijos. Así ocurrió. En cuestión de segundos todos obtuvieron lo que querían. El bolso y las cosas de sus hijos se quedaron. No importaba. Los delincuentes se dieron a la fuga pasándose el rojo del semáforo. Después la Policía dijo que la camioneta que dejaron los tipos era robada. Al otro día apareció el vehículo de Carmen abandonado en una colonia de la ciudad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario