El presidente Andrés Manuel
López Obrador se volvió a referir al caso Odebrecht y la corrupción en México.
Dijo el sábado que se “metió hasta la cocina” en gobiernos anteriores y que
incluso llegó a tener una sesión de su consejo de administración en Los Pinos.
Uno supone que debe tener información sólida, como el que tenga en sus manos la
agenda de actos y eventos en Los Pinos, que prueben su dicho, aunque a veces
parece que la tiene sólo parcial, como al afirmar que se inhabilitaría al
conglomerado brasileño de tener contratos con el gobierno, lo que es un dato
obsoleto, porque desde el gobierno anterior hay 12 sanciones de inhabilitación,
multas por más de 500 millones de pesos, y 10 procesos contra ex funcionarios y
empresarios. El tema de Odebrecht, sin embargo, no salió de la nada ni fue un
distractor.
En Minatitlán, donde abordó
el tema, saben mucho de ello, al participar Odebrecht en trabajos dentro de la refinería
llenos de irregularidades, que incluye un sobrecargo de alrededor de mil
millones de pesos adicionales a lo que se había proyectado. El estilo de López
Obrador no es directo y toma los caminos más largos para establecer un punto, o
incorpora tantos enunciados y deja tantos cabos sueltos que a sus declaraciones
hay que aplicarle una técnica de arqueología para conocer para dónde y el
alcance de lo que afirma.
Por ejemplo, dijo: “Esas
empresas corruptas del extranjero no van a tener posibilidades de participar en
licitaciones. Ya saben ustedes que hasta gobiernos extranjeros intervenían a
favor de esas empresas”. Su afirmación, aunque puede ser imprecisa,
definitivamente tiene puntos de contacto con la tierra. En diciembre de 2016,
días después de darse a conocer la corrupción de Odebrecht en 11 países, se
publicó en este espacio: “Por años, los ejecutivos de Odebrecht hablaron con
gobernadores en todo el país, y a través de la intermediación de Luis Inazio
Lula da Silva, el expresidente que recibía sus favores y fuertes compensaciones
económicas y materiales, obtuvieron citas al más alto nivel en el gobierno del
presidente Enrique Peña Nieto”.
La relación de Odebrecht con
Peña Nieto ya era vieja. En 2010 viajó el entonces gobernador Peña Nieto a Sao
Paulo para reunirse con el propietario de la empresa, Marcelo Odebrecht, y en
octubre de 2011, como precandidato presidencial, platicaron en Toluca. A dos
semanas de asumir la Presidencia se volvió a encontrar con él en Querétaro.
Documentos de la fiscalía brasileña sobre la investigación de corrupción
incluyen las minutas de un encuentro del director de Odebrecht Carlos Fadigas
en 2012 –hoy testigo contra su vieja empresa-, donde afirmó: “Acompañamos de
tiempo completo toda la campaña del PRI y del actual presidente Peña Nieto”.
Fadigas habló con Peña Nieto ya instalado en la Presidencia, pero no se sabe
aún si ese encuentro es del que habló López Obrador.
El acompañamiento de la
campaña de Peña Nieto se dio por parte de la filial de Odebrecht, Braskem, que
ganó la licitación para hacer trabajos en la refinería de Coatzacoalcos,
cercana a Minatitlán y donde trabajaba la secretaria de Energía, Rocío Nahle y
su esposo, y cuyo fundador es el suegro del actual secretario de
Comunicaciones, Javier Jiménez Espriú, y de la cual es consejera –como él lo
fue en algún tiempo-, su esposa. En la reconfiguración de la refinería en
Minatitlán estuvo directamente Odebrecht, con otras tres empresas, y desde 2011
la Auditoría Superior de la Federación detectó irregularidades. Entre ellas, un
retraso de cinco años de la entrega de la obra y un incremento en sus costos de
66%. Una de las empresas que participaron en la obra fue Arendal, fundada en
1997, con sede en Monterrey, y su nombre no hay que olvidarlo.
Cuando inició el gobierno de
Peña Nieto, Emilio Lozoya, director de Pemex, ratificó en su cargo como
director general de Pemex Gas y Petroquímica Básica (hoy llamado Pemex
Transformación Industrial), a Alejandro Ramírez Sibaja, quien recibió la
instrucción de su jefe, de acuerdo con ex funcionarios de Pemex y documentos de
la fiscalía brasileña, de atender a los ejecutivos de Odebrecht. Ramírez Sibaja
recomendó Arendal, junto con Odebrecht –a través de su filial TAG Pipelines- y
la argentina Technit –seleccionada por el gobierno de López Obrador para
participar en la construcción de la refinería de Dos Bocas-, para que
participaran en la construcción del tramo Los Ramones II Norte.
Al cese de Lozoya de Pemex,
el nuevo director de la empresa, José Antonio González Anaya, realizó el primer
despido de esa administración, el de Martínez Sibaja –oficialmente se manejó
como jubilación adelantada-, quien poco tiempo después entró a trabajar en
Arendal, hasta que salió de la empresa en 2016. Martínez Sibaja había
sustituido en Pemex a Jordy Herrera, cuando el presidente Felipe Calderón lo
nombró secretario de Energía. Herrera, como publicó Eje Central en junio de
2016, formaba parte del Cártel del Gas en Pemex, al igual que Martínez Sibaja,
una red de relaciones familiares y empresariales para controlar ese producto,
donde las empresas vinculadas a Odebrecht jugaron un papel importante. Nunca se
investigó en el gobierno de Peña Nieto los alcances de ese grupo, ni se
determinó si actuaron dentro de la ley o incurrieron en irregularidades.
López Obrador no deja de
hablar de corrupción de gobiernos pasados. Odebrecht es un caso abierto en el
cual puede comenzar a demostrar que de acusaciones no sólo se llena la boca,
sino las cárceles.
Nota: El candidato al
gobierno de Puebla, Miguel Barbosa, en réplica a la columna publicada el
viernes pasado sobre su salud, rechazó que su campaña sea de gabinete, como se
mencionó, y aseguró que realiza mítines multitudinarios con decenas de miles de
asistentes. También negó que haya hecho declaraciones “indignas” sobre la
muerte de la gobernadora Martha Ericka Alonso y su esposo el senador Rafael
Moreno Valle, y que por el contrario, pidió guardar luto.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa
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