Ni cuenta se dio Andrés
Manuel López Obrador. Desde el jueves 11, cuando llegó a y se fue de Tijuana,
lo videograbaron. Como a Luis Donaldo Colosio, en 1994. Igualito. Aquellos
tiempos se le ocurrió ordenarlo a Raúl Loza Parra. Era comandante de la Policía
Judicial Federal. Cierto agente se trepó a una casa enladrillada. Al norte del mérito
centro, en la colonia Lomas Taurinas. Desde allí grabó el histórico momento. Se
ve claramente la pistola Taurus. Mario Aburto puso el cañón en la cabeza de
Colosio y le disparó. De no haber sido por ese video, hoy estaría más enredada
la forma del crimen. Seguramente es de los videos no comerciales más
reproducidos en este país.
Pero el video grabado a López
Obrador no se conoce. Lo tiene Jorge Hank Rhon, Presidente Municipal de
Tijuana. Este hijo del famoso profesor ordenó a su camarógrafo, seguir al
precandidato del Partido de la Revolución Democrática. El periódico Frontera lo
identificó: Jorge Carabín Urías. La suposición del diario fue: Video para
mostrárselo al licenciado Roberto Madrazo Pintado. Deseoso, públicamente,
también como Andrés Manuel por la candidatura presidencial. Y por lo pronto,
aferrado en la dirección nacional del PRI.
JORGE HANK
Hank ha mostrado con
exageración su apego a este también júnior de la política. Por eso se ganó el
regaño público del licenciado, Francisco Labastida, en 2000, cuando era
precandidato del Revolucionario Institucional. Lo despreció. Algo debió saber y
por eso el reproche. En aquella ocasión, Jorge no mandó videograbar a Labastida
como la semana pasada a López Obrador. Pero ahora, la suposición es que así
mostrará a Madrazo, la verdad de cómo recibieron a “El Peje”. Quiénes. Cuántos.
Y qué dijo. Jorge Hank Rhon explicó al periódico Frontera, los motivos para
ordenar la videograbación: “obviamente, lo que se trata es que las personas que
vengan a visitarnos y tengan cierta importancia, se les tenga cuidado ¿no? El
chiste es que no pase nada, y si pasa, pues videograbarlo”.
La declaración del júnior
millonario es harto ilustrativa.
El camarógrafo no siguió a
López Obrador por seguridad. Ni siquiera estaba en condiciones de brindársela.
Fue por si las dudas, brotaba en cualquier momento otro Mario Aburto. Esa es mi
hipótesis. A la que agrego: Hank tendría así una prueba en la mano y grabada.
Lista para mostrarla. Y en dado caso decir: No fue nadie a sus órdenes el que,
Dios no lo quiera, atacaría a López Obrador. Como quien dice, poniéndose el
guarache antes de espinarse.
Lo escribo así porque me
consta: Pistoleros a sus órdenes han asesinado sin misericordia. No se trata
como reza el dicho: “A fuerza quiero que el toro lo cornee”. Pero el júnior
Hank podría meterse en vericuetos. Está mal si ordenó al camarógrafo del
Ayuntamiento, un video para mostrárselo a Madrazo. Ha utilizado dinero oficial
con un fin político personal. Espionaje. Y si lo ordenó por si atacaban a un
político opositor, entonces cae en la sospecha. Aparte: El video debe quedar a
disposición pública. Fue logrado con fondos oficiales.
En fin. A propósito de López
Obrador y su visita a Tijuana. Vi muchas fotos de cuando llegó al hotel Camino
Real. Allí se reunió con los periodistas. Los compañeros burlaron fácilmente la
seguridad si acaso la había. Una reportera se le coló por la espalda. Agachada
lo rebasó pegadita a su brazo izquierdo. Quedó fácilmente a un lado con la
grabadora en mano. No la recriminó. Si yo hubiera estado en su lugar, haría lo
mismo. Aun cuando he sentido la protección de personajes como Andrés Manuel.
Una vez me rompieron en Mexicali, mi chamarra de cuero por acercarme a Luis
Echeverría. Era candidato. Por fortuna volteó, vio y les ordenó dejarme. Pude
entrevistarlo. Antes, con López Mateos, en Ensenada, fue súbito. Llevaba una
grabadora de carrete. Como velicito. Entre dos me cargaron y metieron en un
cuarto para examinar el artilugio. Otras veces sentí el codazo clásico. Lo
sueltan tan disimulado que ni chance de ver al autor. Dobla el sofocón y se
rezaga uno. Esperaba ver a Las Gacelas. Ese equipo de damitas encargadas de
proteger a López Obrador en el DF. Hasta las capacitaron en Israel. Consulté
con un amigo experto si serían efectivas en momentos de peligro. Y me explicó:
Solo están preparadas y muy bien para lo inmediato. Formaban un círculo entorno
al “El Peje”. Veían de cerca si alguien se acercaba armado o decidido al ataque
físico.
En eso momentos sería posible
cubrirlo con su cuerpo. Desenfundar su pistola. Disparar a los atacantes.
Tratar de sacar a López Obrador del sitio enmarañado. Pero todo sería inútil si
no funciona otro grupo de escoltas en círculo más abierto y separados de ellas.
Como refuerzo. Defensa contra el ataque. Obligada ametralladora chica. Uzi.
Andrés Manuel dijo en Tijuana, a propósito de tal peligro: “El que nada debe,
nada teme”. Un reportero le reviró: “Con todo respeto, pero otros que pensaban
como usted, les pasó”. Entonces, “El Peje”, luciendo la rapidez que le ha dado
la experiencia, se abrazó a una conseja popular y sepultó el tema: “Toco
madera”. Pero después se enredó en problemas. Sus partidarios le rodearon con
tanta alegría y sinceridad, como maldad pudo hacerlo cualquiera. Por abajito.
Cintura o espalda. Clavarle un puñal o disparar. No como a Colosio para que
todos lo vieran. Al cuerpo. Ni siquiera arma ni tirador podrían ser
identificados.
ROBERTO MADRAZO
Le comenté esto a mi amigo
experto en seguridad. Su comentario me estremeció: En Israel son muy buenos
para capacitar escoltas. A eso van de todo el mundo. Pero hay un gran problema.
También los narcotraficantes han enviado pistoleros disfrazados como agentes
privados de seguridad. Recibieron los cursos. No nada más para proteger a un
personaje. También la forma de atacar escoltas. Neutralizarlos. Llevarse con
vida al protegido o matarlo allí mismo. Igual utilizar granadas si se quiere
acabar con todos o colocar explosivos en sus vehículos. Me advirtió: Ya pasaron
los tiempos de utilizar a policías destacados o de confianza como
guardaespaldas de políticos. Ya no se trata de asustar. Hay que proteger.
El agente federal o estatal
está acostumbrado a perseguir y torturar. Aparte: Muchos fueron muertos
sorpresivamente. Por descuido y andar transando con mafiosos. Algunos de sus
asesinos recibieron capacitación en Israel. Para realizar esas ejecuciones les adiestraron
exhibiéndoles videos de hechos reales. Nada dramatizado ni con protagonistas
computarizados. Mi amigo experto en seguridad aclaró: “Aunque no lo crea,
cuando actúan hay alguien quien videograba. No anda con pegado a los
pistoleros. Está desde un lugar clave. Retirado de los balazos. Así le prueban
a su jefe la efectividad. Es un testimonio”. Fue entonces cuando pensé:
Igualito al camarógrafo de Hank. Desde lejecitos. Con la gran diferencia. Este
amigo ni sabía para qué estaba trabajando.
Tomado de la colección Dobleplana de Jesús
Blancornelas, publicado en agosto de 2005.
(SEMANARIO ZETA/ DOBLEPLAN/ JESÚS BLANCORNELA/ LUNES, 18 JUNIO, 2018
12:00 PM)
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