Líneas de investigación “cruzadas”
quedaron en el abandono de la PGR para aclarar el homicidio del periodista y
editor de ZETA, Francisco Ortiz Franco. Miembros del Cártel Arellano Félix, Los
Zetas y hasta Jorge Hank Rhon figuran en las hipótesis del crimen. Los hechos
no solo permanecen en la impunidad por la incapacidad e ineptitud de las
autoridades, sino en el olvido de organismos de la sociedad civil que
pretendían abanderar la causa por la libertad de expresión
Las promesas de no olvidar el
crimen del periodista Francisco Ortiz Franco e investigarlo hasta sus últimas
consecuencias, por parte de autoridades y organizaciones de la sociedad civil,
nacionales e internacionales, se han diluido con el paso del tiempo, a 14 años
del cobarde homicidio.
Las esperanzas de que el
asesinato del editor de ZETA sea resuelto son tan escasas como la posibilidad
de que, tan solo una de las líneas de investigación, sea robustecida para saber
que se está ante la pista de los criminales y llevarlos ante la justicia para
procesarlos y sentenciarlos.
La impunidad que campea en
México se ha impuesto en este caso, como sucedió en el atentado contra Jesús
Blancornelas -en noviembre de 1997-, sin que ninguna persona sea juzgada por el
hecho, o como en el homicidio de Héctor “El Gato” Félix Miranda -abril de
1988-, del que solo se detuvo a los autores materiales, pero nunca al autor
intelectual. Ambos periodistas, fundadores de este Semanario.
Hoy viernes 22 de junio se
cumplen 5 mil 113 días de impunidad, desde que un sujeto con el rostro cubierto
disparó a mansalva con una pistola tipo escuadra al periodista que estaba
sentado frente al volante de su automóvil. El desconocido se aproximó hasta la
ventana del carro para impactar el cuerpo de Francisco en cuatro ocasiones. Sus
menores hijos fueron testigos en los asientos traseros de la unidad.
En ese tiempo transcurrido,
las hipótesis se mantienen, sin que ninguna de ellas descolle sobre las demás.
Los nombres de los posibles asesinos se mantienen, aunque más de alguno ya esté
muerto o se mencione que pronto saldrá de la cárcel, donde se encuentra por
delitos diversos al cometido contra nuestro editor.
Investigaciones realizadas
durante un mes completo por editores y reporteros de ZETA, permitieron
establecer que durante los meses de abril y mayo de 2004, Ortiz Franco llevó a
cabo algunos reportajes sobre el crimen organizado, destacando un trabajo
periodístico que revelaba la identidad y
fotografías de 71 miembros del Cártel Arellano Félix (CAF).
La publicación puso en claro
que se trataba de narcotraficantes y sicarios al servicio de la organización
delictiva, quienes andaban mezclados en la sociedad tijuanense. Los delatados
se habían tomado las fotos para obtener credenciales que los identificarían
como agentes de la Procuraduría de Justicia local y por las cuales se pagaron
unos 70 mil dólares, destacándose cómo los sujetos utilizaron el mismo saco y
corbata.
Entre los datos aportados por
los compañeros del periodista para la investigación, se informó que días antes
de la publicación del reportaje, el ex policía ministerial José Encinas
Filatoff visitó en dos ocasiones al editor en las instalaciones del periódico,
pues según las libretas del fallecido, el referido personaje era su informante.
Inicialmente las pesquisas
estuvieron a cargo de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Baja
California, y posteriormente fue la Procuraduría General de la República (PGR),
a través de su recientemente creada Fiscalía Especializada de Atención a
Delitos contra Periodistas, la que atrajo el caso y se comprometió a
resolverlo.
Otra investigación estaba
relacionada con el seguimiento periodístico y jurídico que Francisco Ortiz
Franco, como abogado que era, daba al expediente del homicidio de Héctor “El
Gato” Félix y que pretendía encontrar los nexos de coparticipación de los
asesinos materiales con su jefe, el político y empresario Jorge Hank Rhon, al
que se señalaba insistentemente como autor intelectual.
También las presunciones se
centraron sobre las células delictivas de Arturo Hereda Villareal “El Nalgón” y
José Briceño “El Cholo”, jefes relevantes en la estructura del CAF y afectados
directos por la publicación del editor. Se dijo que habrían actuado con el
auxilio de pandilleros del Barrio Logan de San Diego, California, o sicarios de
la organización local.
Una línea más de
investigación refería que el grupo delictivo de Los Zetas, que aún estaba al
servicio como brazo armado del Cártel del Golfo, había establecido nexos con el
CAF, dado el compañerismo que guardaban como internos del penal del Altiplano
los narcotraficantes Benjamín Arellano Félix y Osiel Cárdenas Guillén. La
versión refería que Heriberto Lazcano “El Lazca”, líder del sanguinario
comando, fue quien disparó contra Francisco.
Debido a que el asesinato
ocurrió solo dos cuadras de la comandancia de la PGR en Tijuana, se estableció
la posibilidad de que policías hayan protegido el arribo y huida de los
homicidas, pues se plantea que el sujeto que accionó del gatillo del arma
homicida no iba solo, sino como acompañante del que conducía una camioneta Jeep
Cherokee color negro. Al “Cholo” Briceño lo ponen como chofer.
La Fiscalía Especializada de
Atención a Delitos contra Periodistas, hoy conocida como FEADLE, no resolvió
nada. Se tomaron todas las líneas de investigación, y un año después del hecho,
se agregaron algunos nombres a la averiguación previa, entre ellos el de
Eduardo Ronquillo Medina “El Niño”, miembro del CAF, quien para entonces ya
estaba muerto.
Supuestamente todas las
hipótesis convergían, y en la fecha del crimen, Ronquillo, acompañado de dos
agentes judiciales, había avisado a los sicarios sobre la localización de la
víctima que había acudido a tratarse una parálisis facial sufrida semanas antes
a una unidad de rehabilitación física. “El Cholo” lleva a Lazcano al sitio para
que baje y mate a Francisco. El asesino vuelve al vehículo y escapan. Otros dos
individuos, probablemente judiciales o “Zetas”, cubrieron la huida de los
matarifes.
Con Ronquillo y “El Lazca”
muertos, y “El Cholo” desaparecido desde 2008, pocas son las esperanzas de que
se aclare el homicidio del periodista. El mismo año de los hechos, autoridades
informaron de la captura de Marco Antonio García Simental “El Cris”, que
utilizaba el falso nombre de Mario Alberto Rivera López, y hermano del jefe de
células del CAF, Teodoro García Simental “El Teo”. Se dijo estaba implicado en
el caso Ortiz Franco, pero nunca se le ha imputado por ello judicialmente. “El
Cris” estaría próximo a ser liberado del penal del Altiplano.
En 2010, la Sociedad
Interamericana de Prensa anunció que este homicidio sería llevado ante la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), por la falta de respuesta
en las investigaciones y la impunidad generada en un proceso viciado, pero a la
fecha se desconoce en qué quedó la promoción.
(SEMANARIO ZETA/ DESTACADOS / LUIS CARLOS SÁINZ
/VIERNES, 22 JUNIO, 2018 08:40 AM)
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