Fotos: Enrique Botello
Desde el “robo hormiga” de la clientela,
los cristalazos, asaltos y hasta la extorsión telefónica, los restauranteros no
encuentran una salida a la crisis del sector en Ensenada. Sin embargo, Daniel
Lucero Jiménez, subdirector operativo de la Dirección de Seguridad Pública
Municipal, dijo a ZETA: “No tenemos un repunte de las incidencias en ese
aspecto, al contrario”
Pese al “boom” gastronómico
que vive la región, y por ende al éxito casi garantizado para comercios de ese
giro, los restauranteros de Ensenada pasan por una mala racha, denuncia el
sector. Víctimas de la delincuencia por un lado, y de una recesión económica
por otro.
Aparte del “robo hormiga” de
cubiertos o botellas de salsa cometido por algunos clientes, según comentaron a este medio meseros de
restaurantes como Primo Nava o Navolato, en los últimos meses este tipo de
establecimientos han sufrido robos a puerta cerrada y cristalazos,
principalmente en la zona turística del puerto.
Ubicado en la calle Primera,
una mañana al llegar los empleados de Mariscos Ensenada, se encontraron con que
habían arrancado tres televisiones de plasma y se habían llevado varias
botellas de licor de marca reconocida. Los agentes ministeriales determinaron
que ni siquiera habían forzado las puertas e incluso podría haber sido un auto
robo. En el mismo restaurante, otro día, rompieron ventanas, pero los cacos no
pudieron entrar.
A otros establecimientos les
han roto las chapas de las puertas, dañando las cámaras de vigilancia y toda
una serie de afectaciones al mobiliario, en una racha que por ejemplo en 15
días contabilizó hasta ocho restaurantes afectados. No son robos
significativos, pero sí merman la utilidad de los comercios.
Carlos G. Travesí, presidente
de la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados
(Canirac) en Ensenada, aclara que por regla general no se deja dinero en
efectivo en las cajas registradoras -cuando mucho “morralla”-, pero pensando lo
contrario, los rateros dañan el equipo o se lo llevan, además de perjudicar
ventanas, puertas u otros objetos, lo que les significa un quebranto a los
empresarios.
Un vidrio suele costar de 15
mil a 20 mil pesos, la caja registradora anda en 12 mil pesos, una computadora
alrededor de 6 mil, monitor en 3 mil, “o sea que ya me fastidiaron con 30 mil pesos, cuando a lo
mejor lo que se llevaron en efectivo de la caja fueron solo 150 pesos”,
ejemplifica Travesí.
Clientes también han sido
afectados. Aunque no propiamente dentro del establecimiento, comensales del
famoso restaurante Mahi-Mahi fueron víctimas de la falta de vigilancia a los
alrededores. Integrantes del equipo de carreras Vildósola Racing, habían
estacionado su vehículo afuera, mismo del que los malandros sustrajeron
computadoras, radios portátiles, mochilas, dinero en efectivo, pasaportes y
otros documentos de importancia. Mientras que en Mariscos Ensenada es común que
a los norteamericanos se les “desaparezcan” las carteras.
La extorsión telefónica
contra los restauranteros es otro delito presente. El propio titular de Canirac
fue víctima de uno hace un año, y en los últimos dos meses le han intentado
extorsionar tres o cuatro veces más. Ante el Nuevo Sistema de Justicia Penal,
la denuncia no tiene éxito, además, la mayoría de los afectados no recurre a la
autoridad porque desconfían de los policías y existe la percepción de que están
coludidos con los delincuentes, “te das cuenta que a veces te hacen preguntas
que no obedecen directamente a la investigación, datos confidenciales,
finalmente”.
Además de los ladrones “de a
pie”, los restauranteros también han sido presa de los delincuentes de “cuello
blanco”. Como un tipo que se apersona con los propietarios o gerentes de las
negociaciones, se hace pasar como manejador de
un equipo de beisbol infantil, pide patrocinio a cambio de plasmar en el
uniforme el logotipo del restaurante, “pero nos dimos cuenta que le ha sacado
dinero a un chorro de gente, y no existe el equipo, no existen los niños, es un
timador y se la pasa recogiendo dinero”, se denunció.
— ¿Y sí ha convencido a
varios?, pregunta ZETA.
“¡A muchos!… ¡A muchos!”.
Ante la falta de resultados
por parte de las autoridades competentes, los propietarios de restaurantes, o
por lo menos los 180 afiliados a la Canirac, formaron un grupo en la aplicación
móvil WhatsApp para apoyarse entre ellos y tener una comunicación de forma
inmediata cuando uno de ellos presenta algún agravio o lanzar alertas en casos
que lo ameriten.
Como otros sectores del
comercio, han participado en reuniones con mandos de las distintas
corporaciones para demandar mayor seguridad, así como han colaborado con el
proyecto de reconocimiento a los policías con mejor desempeño, motivándolos con
algunas comidas, “porque no podemos hablar de que todos son malos, sí hay
muchos muy malos, muy corruptos y coludidos con mafias, pero también hay muy
buenos, y que son respetables y honorables”.
Un centenar de restaurantes
planea implementar un mecanismo de cámaras grupales, colocadas adentro y fuera
de los locales, conectadas a una sola red y que sirva para vigilarse entre
ellos y generarle información a la Policía, “todavía no lo tenemos aterrizado,
porque pues nuevamente es invertir dinero, y dinero es lo que no tenemos”.
“Todos los demás comercios
están igual o peor”, corroboró Jorge Menchaca, presidente local de la Cámara
Nacional de Comercio (Canaco), respecto a la ola de robos en los
establecimientos en la zona turística. “El ‘robo hormiga’ está tremendo, y lo
más preocupante es que empiezan a aparecer con pistolas”, agregó.
El representante de los
comerciantes dice que si bien han trabajado con el gremio restaurantero en la
organización de algunos eventos y en los reconocimientos a policías
municipales, en lo que respecta a seguridad “no hemos tocado el tema, pero creo
que lo vamos a tener que hacer para tener un punto de partida, porque la verdad
es el otro sector que tiene un problema igual o mayor al que tiene el sector
restaurantero”, reiteró.
“No tenemos un repunte de las
incidencias en ese aspecto, al contrario”, afirmó por su parte Daniel Lucero
Jiménez, subdirector operativo de la Dirección de Seguridad Pública Municipal
(DSPM), aunque reconoció que los restaurantes no están exentos de los robos,
basado en los reportes que reciben al 911.
Explicó que a raíz del
acercamiento con los comerciantes de la zona turística, han reforzado la
seguridad, apoyados con binomios caninos y contacto por redes vía WhatsApp, y
que el último incidente del que tienen registro fue el de un “cristalazo” al
McDonald’s de Calle Primera y Macheros, “pero no te puedo decir que hay un
repunte considerable en cuanto a robos de este tipo en negociaciones”,
insistió.
— ¿Se han dado asalto a mano
armada?
“En establecimientos de esos
no, en negocios de restaurantes no tenemos registrado ninguno”.
Cuenta que lo común es el
robo simple, que se lleven algún objeto, un teléfono, el bolso de alguna dama,
pero de ahí no pasa. Indicó que ya tuvieron reuniones con miembros de la Canaco
y Canacintra para implementar operativos, y posteriormente lo harán los
restauranteros afiliados a la Canirac, pues “no queremos abarcar todo y no
darles la atención que debemos. Estamos tratando de acercarnos a todos los
sectores, los elementos están al cien por ciento haciendo su trabajo”, concluyó
Lucero.
De acuerdo a la estadística
de las Agendas de Competitividad de los Destinos Turísticos de México, el
delito que se comete con mayor frecuencia y que afecta al turismo de Ensenada
es el robo, con un 25 por ciento; le sigue el asalto con 18% y la extorsión en
igual porcentaje. El 81.3% de los establecimientos cuenta con sistemas de
seguridad, el 56% de éstos considera que la cantidad de policías que canalizan
a la zona turística es insuficiente, mientras que el 50% tiene la percepción de
que la inseguridad en Ensenada ha influido en la baja de visitantes. En
resumen, 68.8% considera que la incidencia delictiva ha sido un problema en el
último año.
EL VALLE LES QUITA CLIENTES
De acuerdo a la estadística
de las Agendas de Competitividad de los Destinos Turísticos de México, de la
Secretaría de Turismo, en el orden de importancia de actividades turísticas que
ofrece Ensenada como destino turístico, los servicios de alimentos y bebidas
acaparan el 93.8%. Mientras que el 61% de visitantes a Baja California lo hace
por el tema de turismo, de acuerdo a datos de la Secretaría de Turismo de Baja
California. Se cuentan aproximadamente 720 restaurantes -incluyendo taquerías,
fondas, cafeterías, bares, etcétera- en
el municipio.
En los últimos 10 años, los
restaurantes se han incrementado en un 50%., pero paradójicamente la economía
no ha crecido, al contrario, ha ido a la baja. Carlos G. Travesí, presidente de
Canirac, reconoció que el “boom” del Valle de Guadalupe fue una fortaleza para
el sector, pero ahora ha resultado contraproducente para los restaurantes
establecidos dentro de la zona urbana de Ensenada.
“La gente iba al Valle y
después venía a comer acá, ahora, con más de 100 restaurantes allá, donde hay
de todo y para todos, pues ya no tienen la necesidad de venir a la ciudad”,
lamentó.
Lo mismo pasa con el público
local, los que tenían la posibilidad económica de acudir a los restaurantes de siempre, ahora optan por la
moda, o sea, ir al Valle de Guadalupe: “Los restaurantes en la ciudad estamos
pasando por una situación compleja, hay algunos muy bien posicionados,
restaurantes grandototes, no les está yendo mal, pero aun así han sentido una
baja en sus ingresos”.
Incluso las familias más
arraigadas en el puerto, visitantes regulares de establecimientos como El Rey
Sol, Mahi-Mahi o Mariscos Bahía, también han reducido sus escarceos en los
restaurantes locales: “Ya no salen tan seguido, si antes salían una vez a la
semana, los domingos, ahora salen cada 15 días. Y a lo mejor una quincena se
van al Valle, entonces la visita a acá se reduce a una vez al mes”.
La industria restaurantera
genera 10 mil empleos directos, 27% de los ingresos se invierte en nómina, y el
21% en la compra de alimentos frescos que deriva en derrama económica para el
campo, la ganadería y pescadería. Entonces, lo que le queda al sector
restaurantero es idear estrategias, innovar para sobrevivir.
Este año el sector implementó
el programa “Foodie Week”, que consistió en incentivar a la población a visitar
sus restaurantes favoritos en la ciudad, que por una semana ofrecieron su menú
hasta con un 50% por abajo del costo
normal. Para los establecimientos que supieron manejar la estrategia, refiere
Travesí, hubo hasta un 150% de incremento de visitas, y hasta un 80% de
incremento en ventas.
La promoción se repetirá en
noviembre próximo, para que sean dos en el año, buscando colaboración también
con los productores cárnicos de Mexicali o de pesca en Ensenada, para que el
fortalecimiento de los restauranteros vaya de la mano con el del sector
primario, “y con ello apoyamos a la sociedad, porque finalmente lo que buscamos
es que la derrama económica se quede en la ciudad, o en el Estado”, concluyó el
presidente de Canirac.
(SEMANARIO ZETA/ EDICIÓN IMPRESA/ JUAN CARLOS DOMÍNGUEZ/ LUNES, 14 AGOSTO, 2017
12:00 PM)
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