domingo, 14 de agosto de 2016

NARCO-LISTA



En los gobiernos panistas de Baja California:  

Chaparrito y flacucho, pero correoso. Más prieto que moreno. Pelo negruno despeinado. Reducida cintura. Agotados todos los hoyitos del cinturón. Todavía así, los pantalones le quedaban “guangos”. Por eso le tapaban tacones de zapatos. Siempre le vi con camisa, pero sin corbata. Originalmente blanca. Irremediablemente percudida. Nada de Vel-Rosita. Pero eso sí, entusiasmado hasta el “acelere”. Me visitó varias ocasiones en las oficinas de ZETA. Fueron entonces y más o menos sus palabras: “Voy a cambiar totalmente la Penitenciaría”. Según él, “le daría mastuerzo” a la circulación y, por ello, consumo de cocaína, marihuana y anexas. “Tenga la seguridad –me dijo– que se acabó con el desorden”.

Nunca se supo quién, pero alguien lo recomendó. Lo pusieron a dirigir el penal. Fue “estreno” en el equipo el Licenciado Ernesto Ruffo Appel, primer Gobernador del Partido Acción Nacional en el país. Empezó e iba bien. Pero retoñó el rumor y aumentó de volumen: “Ya está metido en el narcotráfico”. Al rato fue señalado con expansión por los periódicos, telediarios y noticieros de radio. La mafia lo tocó y cayó en la tentación. Y cuando empezó a oler chamuscado, desapareció. Se fue como dicen, “con todo y chivas”.

El Gobernador Ruffo buscó y nombró sucesor: Carlos González Félix. En pocos meses resultó peor el remedio que la enfermedad. Ahora, este señor es residente permanente de La Palma. Trabajaba para y lo capturaron con Ismael Higuera “El Mayel” y su hijo “El Mayelito”. Operadores “estrellas” del Cártel Arellano Félix (CAF). Esas fueron las primeras rayas negras del narcotráfico en la piel del PAN. Con los años la mafia, pero principalmente el CAF, estamparía más huellas a los gobiernos panistas en Baja California.

Juan José Sánchez Gutiérrez tenía pinta de atleta y cara de hombre serio. Ruffo se lo llevó a su gobierno. Primero en la oficina para prevenir y enfrentar causas, presencia y efecto de las calamidades naturales. Pero la necesidad obligó al mandatario encaramarlo en la Dirección de la Policía Judicial. De inmediato, el narcotráfico lo inoculó. Fue misteriosamente engatusado para enlazar al Cártel Arellano Félix con la Procuraduría y el Ejército. 100 mil dólares mensuales por el trabajito. Para su desdicha, no alcanzó a gozarlos. Llegó la Policía Judicial Federal Militar y se lo llevó. Ruffo debió atolondrarse. Antes de meterse en la política, eran “cuatísimos”. Jugaban tenis seguido.

Fernando Gastélum Lara ya estaba en la Policía Judicial del Estado cuando llegó Ruffo a gobernar. Pero tampoco duró mucho. El dedo público lo anotó: Un asociado más del Cártel Arellano Félix. Descubierto y antes de ser atrapado, emigró al sur de la Península. En La Paz, fue Coordinador de Seguridad Pública. Pero realmente manejaba el aterrizaje de aeroplanos colombianos. Un día llegó a maniobrar hasta 10 toneladas de cocaína. Así trabajó para el CAF hasta el último día de su libertad. En 1977 lo detuvieron. Ahora está alojado en el Reclusorio Oriente del Distrito Federal.

Baldomero Juvera Calderón navegó antes y después del gobierno ruffista. Cada día del sexenio sirvió fiel, eficaz y puntualmente al CAF. Todo mundo lo sabía y ni se escondía. Intocable en territorio mexicano. Identificado por las autoridades estadounidenses como peligroso mafioso. Nunca lo acusaron en Baja California. Le tenían miedo. Se fue cuando quiso, pero “pintó su raya” en la piel panista.

Nada más le faltaba ponerse una camiseta con la foto de los Arellano. O lucir un letrero en su auto. Francisco Fiol Santana era policía judicial, pero servía al cártel. Gracias a él no encarcelaron a Francisco Javier Arellano y “El Mayel” Higuera. Ya estaba el par en los separos. Pero llegó, dio órdenes y quedaron libres. Luego fue detenido con mucha droga y finalmente apareció muerto en su departamento.

Lo más curioso: Dos procuradores fueron cesados al sospecharse de su engarce con la mafia. Juan Francisco Franco Ríos con Ruffo y José Luis Anaya Bautista con Héctor Terán Terán. De uno, me dijo personalmente el Gobernador que “ya no aguantaba los rumores y por eso lo despidió”. Y al otro lo relevaron por obvio. Hasta su nombre figura en expedientes de la PGR.

Y dos jefes de escoltas de procuradores terminaron mal: Héctor Meza Buelna custodiaba al fiscal Marco Antonio De la Fuente. Lo ejecutaron al anochecer de junio 22 del ‘99 en Mexicali. Días antes, un grupo anónimo de agentes lo señaló como protector de 27 policías “enchufados” con el CAF. Otro: Sergio Sandoval Ruvalcaba era el capitán de custodios del Procurador Franco Ríos. Vendió credenciales de la Procuraduría en 10 mil dólares. Las utilizaban los Arellano y pistoleros, cuando la histórica balacera en la discoteca Christine de Puerto Vallarta. En 1999, mayo 2, fue detenido por el FBI. Lo acompañaban 17 paisanos. Habitaba super-chalet en Bonita, un condado estadounidense a pocos kilómetros de la frontera con Tijuana. Tenía yate y autos.

Todo por millón y medio de dólares. Jesús Enrique López, era coordinador de escuelas primarias en el gobierno panista sustituto del Licenciado Alejandro González Alcocer. Denunciado por un asociado del CAF, tuvo tiempo de huir.

Abandonó en su casa más de un millón de dólares. Otro: Antonio Hermenegildo Carmona Añorve. Director de Seguridad Pública en el Ayuntamiento de Mexicali, titulado por el Licenciado Eugenio Elorduy Walther. Detenido el 29 de agosto de 2001. Acusado de proteger asociados del Cártel Arellano Félix.

Está en La Palma. Alfredo De la Torre Márquez. Director de Seguridad Pública del Ayuntamiento de Tijuana. Ejecutado en febrero 27 de 2000. Señalado como enlace del CAF. También administró la Penitenciaría. Ambos cargos, en gobiernos panistas.

Están en La Palma, acusados de servir a los Arellano: Armando Martínez “El Loco Duarte”, José Luis Salas Reyes, Arturo Torres Flores, Jorge Mendoza Cabrales, Joaquín Rodríguez Torres, Juan Carlos Aguilar Aispuro, Mario Enrique Anaya Morales, José Antonio López Martínez, Rafael Vargas Ureña y José Martín Estrada. Todos ex o agentes estatales en servicio.

Unos en los gobiernos encabezados por Ruffo, Terán, González Alcocer y Eugenio Elorduy. O sirviendo a los ayuntamientos también panistas. La mayoría, encarcelados. Pocos prófugos. Dos que tres libres, pero con la marca de la sospecha. Y varios muertos. Pero hasta la fecha no se conocen videograbaciones de ellos con los capos del CAF.

Ninguno como Carlos Montejo Favela, el primer alcalde panista en Tijuana, captado en franca charla con Benjamín Arellano Félix.

Vi un desplegado ordenado por directivos del Partido Acción Nacional otorgándole su respaldo al señor Montejo. No le hacía falta. El mismo caballero convocó por decisión propia a los periodistas y confirmó lo que ZETA publicó: “Un panista estuvo en la fiesta de los Arellano”.

Jamás en este semanario se anotó que tuviera nexos con el narcotráfico, como equivocadamente lo declaró el líder panista Sócrates Bastidas. Pero que compartió comida y bebida con Benjamín, el propio Montejo lo reconoció.

Su error: ir a la fiesta o ser llevado sin saber que allí estaban los mafiosos y no conocerlos.

Su pecado: convivir, conocerlos y no denunciarlos. Ya eran poderosos desde 1982 y no como declaró el ex alcalde, poco conocidos en tales fechas.

En fin, los hechos y una lista que significa a los gobiernos del Partido Acción Nacional.  

Escrito tomado de la colección Dobleplana de Jesús Blancornelas, publicado el 11 de junio de 2010.



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