El Presidente Enrique Peña
Nieto es refractario: resiste el calor en altas temperaturas, sin
descomponerse. Aceptó la renuncia de Manlio Fabio Beltrones al frente del PRI,
quien le dijo que el suyo tendría que ser la primera de varias para enviar el
mensaje al electorado de haber escuchado su malestar por las reformas que los
afectaron y por los actos de corrupción impunes. ¿Y cómo respondió? Con el
poder presidencial, le ordenó al PRI aceptar a un forastero como nuevo líder,
Enrique Ochoa, como parte de lo que parece una táctica política: decantarse por
uno de los pilares de su Presidencia, y con ese equipo, procesar a su modo, la
inconformidad nacional. Con su decisión aceleró el conflicto y la inestabilidad
política dentro de su Gobierno y el partido. La apuesta es interesante.
La renovación de dirigencia
en el PRI definió en principio la sucesión presidencial. Funcionarios de alto
nivel en el Gobierno peñista afirmaron que las luchas intestinas se desataron.
Ochoa salió del establo del Secretario de Hacienda, Luis Videgaray, quien si
bien aún estima que su fuerza y su imagen pública no le alcanzan para ser
candidato a la Presidencia en 2018, no ha dejado -ni parece que dejará- ningún
cargo de relevancia en el Gobierno federal por el que no luche. Así llegaron
José Antonio Meade a Desarrollo Social, y Aurelio Nuño a Educación. Y Enrique
de la Madrid a Turismo, José Antonio González Anaya a Pemex, y Mikel Arriola al
Seguro Social. Finalmente, Ochoa. Peña Nieto le permitió a Videgaray hacerse
del control de las dependencias que alimentan las maquinarias políticas y
electorales, en detrimento del jefe del gabinete, el Secretario de Gobernación,
Miguel Ángel Osorio Chong.
Peña Nieto ha permitido que uno
de sus pilares se coloque sobre el otro, trastocando el diseño original de su
Presidencia Tripartida -Nuño ha perdido influencia, si bien no acceso-. Osorio
Chong ha resentido el cambio de su relación con el Presidente. En los pasillos
del poder cuentan cómo Peña Nieto se ha alejado de su Secretario de Gobernación
en las últimas semanas, y en particular desde que Osorio Chong aprovechó el mal
manejo político de Nuño con la disidencia magisterial, para anularlo y
humillarlo públicamente. “Lo arrasó”, dijo un funcionario con información en
diferente Secretaría. “No tomó en cuenta que más allá de lo que hiciera
Aurelio, es una carta del Presidente”.
Osorio Chong, según
funcionarios que tienen acceso a su equipo, está claro de que sus oportunidades
de ser candidato a la Presidencia, se están evaporando. “Está muy nervioso”,
dijo un funcionario que observa de cerca a los secretarios de Estado.
Interlocutores del equipo de Osorio Chong coinciden en ello por la forma como
sus colaboradores más cercanos están sensibles a las críticas que recibe el
Secretario. Pero este pleito palaciego entre los dos pilares, Videgaray y
Osorio Chong, va más allá.
“Vean el presupuesto”, dijo
un alto funcionario a un grupo de sorprendidos interlocutores que escuchaban
las abiertas críticas al Secretario de Hacienda. “Aquellos que no están con
Videgaray, están siendo castigados con el presupuesto”. Aún no se conocen los
detalles del presupuesto, pero en los ajustes que ha anunciado la Secretaría
Hacienda, del orden de 307 mil 400 millones de pesos, la dependencia más
afectada en términos nominales es Comunicaciones y Transportes -donde Osorio
Chong, a través de los delegados, tiene gran injerencia-; la cuarta es
Agricultura -donde se encuentra José Calzada, otro presidenciable en el póker
de Peña Nieto-; Salud -donde el Secretario José Narro es identificado con
Bucareli- es la sexta de mayor recorte; y SEDATU -donde la Secretaria Rosario
Robles está abiertamente con Osorio Chong- es la séptima.
Porcentualmente, aunque
Educación es una de las grandes afectadas por cuanto a montos, los programas
que se le recortarán equivalen a 1.5 por ciento, contra los ajustes en
Agricultura que representan 9.8 por ciento, y Salud, donde la cancelación de
programas significa una disminución de 2.7 hasta 13 por ciento del presupuesto.
El pleito palaciego entre
Videgaray y Osorio Chong está afectando el rendimiento del Gobierno. Solo esta
sensación de acosado y golpeado permite explicar el por qué el Secretario de
Gobernación mantiene prácticamente acéfalo el CISEN -el director Eugenio Imaz,
su incondicional colaborador, enfrenta un cáncer que lo ha tenido alejado del
trabajo durante la mayor parte de los últimos ocho meses-, sin directrices
sobre los temas de mayor importancia para el Gobierno, y el por qué se ha dado
una defensa total del comisionado de la Policía Federal, Enrique Galindo, pese
a las crecientes críticas sobre los abusos de la fuerza por parte de los
federales, que han contribuido al enrarecimiento social.
El Presidente debe estar
viendo lo que sucede en su patio, aunque no se termina de entender por qué ha
permitido el desgaste acelerado de su jefe de gabinete. Entretanto, apunta a
dar respuesta vertical a algunas de las demandas del electorado contra la
impunidad. La más visible es el caso del Gobernador de Veracruz, Javier Duarte,
a quien le han soltado los perros.
La PGR lo está investigando y
ha sido sujeto de denuncia directa de Ochoa y el PRI. Duarte no es el único
señalado entre los mandatarios priistas que ha sido objeto de acusaciones por
delitos de corrupción, pero es contra quien están puestos todos los esfuerzos
para el escarnio público. No debe verse como coincidencia que de todos los
priistas en el patíbulo, es el más cercano a Bucareli.
twitter: @rivapa
(NOROESTE/ ESTRICTAMENTE
PERSONAL/Raymundo Riva Palacio/ 02/08/2016 | 04:00 AM)
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