El
último día de septiembre, en medio de una movilización inusual de fuerzas
federales, dos internos del penal del Altiplano fueron sacados de ahí para ser
extraditados a Estados Unidos. Al mismo tiempo, presos del módulo de
Tratamientos Especiales fueron enviados a otras cárceles de alta seguridad en
Veracruz, Sonora y Oaxaca. Todos tienen algo en común: fueron testigos de la
segunda fuga del Chapo Guzmán y declararon ante la PGR lo que vieron y escucharon
el día de la célebre evasión.
MÉXICO,
D.F. (Proceso).- “¡Joaquín, Joaquín!”, gritaban desde sus celdas los compañeros
de Joaquín El Chapo Guzmán Loera. No hubo respuesta.
Lo
volvieron a llamar por su nombre, pese a que prácticamente no hablaba con los
otros internos.
“¿Por
qué no contestas?”, preguntó uno, al ver el movimiento inusual en el área de
Tratamientos Especiales, donde están los internos de alta peligrosidad del
Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) número 1, El Altiplano.
–Se
desmayó, pero ya está bien –intervino un custodio que se había dirigido a la
celda 20, la asignada a Guzmán y de la cual nunca fue movido.
–¿Pero
por qué no habla? –insistieron algunos internos, entre los cuales había
quienes, afuera, eran enemigos del narcotraficante sinaloense.
–Ya
se levantó. Se está recuperando –dijeron los custodios en un intento de
controlar a los inquietos presos, atentos a los inusuales movimientos que
ocurrieron la noche del pasado 11 de julio.
A
la llegada del custodio siguió la de efectivos de la Policía Federal asignados
al penal y quienes reportaban al entonces jefe de inteligencia de esa
corporación, Ramón Eduardo Pequeño García.
Momentos
después, guardias de seguridad se colocaron afuera de las dos hileras de celdas
del área de Tratamientos Especiales. A los reos les quitaron sus televisores,
los cuales podían tener por autorización del Consejo Técnico Interdisciplinario
del Cefereso. Se quería impedir que en las alertas informativas de la televisión
abierta supieran que su vecino se había fugado.
Pero
varios de ellos –quienes contaron a sus familiares lo que vivieron ese día– ya
tenían semanas de escuchar ruidos inusuales en su área de confinamiento. Día y
noche. Y lo declararon ante el Ministerio Público de la Subprocuraduría
Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada, de la Procuraduría
General de la República (PGR).
Hoy,
quienes atestiguaron lo que pasó en torno a la segunda fuga del Chapo ya no
están en El Altiplano.
El
miércoles 30 de septiembre, efectivos de Marina ingresaron de madrugada al
penal. Se dirigieron al módulo 1, donde estaban reubicados los internos de
Tratamientos Especiales mientras se refuerzan los pisos de aquella área con
planchas de cemento, luego de que, según la versión oficial, El Chapo se evadió
por un túnel desde el baño de su celda.
Fragmento
del reportaje que publica la revista Proceso 2031, ya en circulación
(PROCESO/
SEGUIR A @JORGECARRASCOAJORGE CARRASCO ARAIZAGA/ 3 DE OCTUBRE DE 2015 )
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