* Son parte
de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, afirma
* Padres
protestaron la noche de Navidad en Los Pinos para demandar a Peña Nieto el regreso de sus hijos
* Ayer
realizaron un mitin frente a la embajada de Alemania para reclamar a ese país
que haya vendido armas que usaron policías de Iguala
* Hoy marchan
en esta ciudad y el DF a tres meses de la represión
Un nuevo
testimonio fue expuesto ayer en la Casa del Lago de la Ciudad de México, a tres
meses de la masacre de Iguala. Un estudiante que sobrevivió narra cómo los
ataques de los policías fueron directos, que efectivos del Ejército también
actuaron contra ellos el 26 de septiembre. Después de la primera balacera
llegaron policías que se llevaron a otros alumnos, pero no eran los típicos,
tenían porte militar, y sus patrullas estaban acondicionadas para portar
metralletas, afirma
Lourdes
Chávez
Ciudad de México.- Nuevos
testimonios de la masacre del 26 y 27 de septiembre indican que en un retén
fuera de Iguala, policías municipales bloquearon el paso a uno de los camiones
en que viajaban los normalistas de Ayotzinapa, bajaron a un grupo de unos
estudiantes que regresaban a Chilpancingo tras la balacera en la ciudad y se
los llevaron rumbo a Huitzuco. Entre ellos iban muchos heridos.
Éste sería el
segundo bloque de normalistas desaparecidos de los 43 que fueron detenidos por
policías municipales la madrugada del 27 de septiembre, estimó un estudiante al
denunciar los hechos en la Ciudad de México, a tres meses del crimen de Estado.
En el teatro de La
Casa del Lago, en el bosque de Chapultepec, detalló que la caravana de cinco
autobuses, se separó en tres bloques; el segundo grupo tuvo que abandonar el
autobús y huyó hacia un cerro donde había escaleras, y como los alumnos de
primer grado salen a correr todos los días, pronto dejaron atrás a los policías
municipales que empezaron a dispararles.
Para evitar que lo
siguieran, dijo que les lanzaron piedras y se dieron cuenta que también había
patrullas de Protección Civil desde donde también les estaban disparando.
Luego de una
protesta en la embajada de Alemania, contra la venta de armas de armas de alto
poder diseñadas para la guerra a gobiernos de Guerrero, ayer, padres y
normalistas fueron invitados a la campaña cultural interuniversitaria por
Ayotzinapa, para mantener vivo el movimiento en las fiestas decembrinas y de
fin de año.
Al finalizar una obra de teatro de la
organización Cleta, invitaron a los padres a subir al escenario, ahí un
sobreviviente de la masacre presentó su testimonio.
Primero explicó el
origen de las normales rurales, las razones de su activismo político, porqué
retienen autobuses y hacen colectas en carreteras para mantener la organización
estudiantil y la permanencia de las escuelas.
Indicó que las
normales rurales son un triunfo de la revolución, pero la mayoría fueron
desaparecidas tras la masacre de estudiantes en el 68, en la ciudad de México;
a la fecha sólo quedan 17 en el país, que forman parte de la Federación de
Estudiantes y Campesinos de la Socialistas de México (FSCM).
Reveló que este año,
la Normal de Ayotzinapa fue elegida para solventar los gastos de alimentación,
hospedaje y transporte para la mayoría de las normales rurales que
participarían en la marcha el 2 de octubre en la ciudad de México.
Por esa razón
estaban reteniendo autobuses, una práctica común en Guerrero, y como en
Chilpancingo, la policía estatal y federal no les permitían acceder a los
vehículos, resolvieron ir a Iguala.
El joven de segundo
grado consideró que era una práctica de rutina, y principalmente con
estudiantes de primero año, bajo la coordinación de un alumno de segundo (uno
de los desaparecidos), salieron en dos autobuses a las 5:30 de la tarde de la
escuela. Más tarde tomaron tres camiones en la terminal de Iguala.
Indicó que los
estudiantes que iban en un camión se quedaron a pedir cooperación en la colonia
El Rancho del Cura, donde lo hacen con regularidad. Los que iban en el segundo
autobús, fueron a la caseta a tomar otros camiones.
Indicó que iban a
abortar la misión, porque policías federales estaban bajando a los pasajeros
del servicio público “para que no los tomaran (los camiones) los normalistas”.
Entonces se
comunicaron con el segundo camión, pero les dijeron que habían detenido un
autobús, y se dirigían a dejar a los pasajeros cerca de la terminal, en la
ciudad, pero el conductor se había metido hasta el fondo de la central y
abandonó el vehículo con todo y llaves.
El segundo grupo fue
a Iguala a apoyarlos –ya había oscurecido–, y se llevaron tres autobuses en
total: dos Costa Line y una de la Estrella Roja.
Indicó que el de la
Estrella Roja salió rumbo al periférico en Iguala; los demás entraron a la
avenida Álvarez, y no sabían por dónde salir a Chilpancingo, cuando escucharon
los primeros balazos.
“Creímos que eran
balazos al aire. Como nos hemos caracterizado por no dejarnos, es cierto, ante
los balazos lanzamos piedras y seguimos avanzando”, pero una patrulla les cerró
el paso y la abandonaron en medio de la carretera.
Añadió que en ese
momento bajó un estudiante a quitar el freno de mano para empujarla y abrirse
paso, con él bajaron otros, entre ellos Aldo Gutiérrez, de primer grado, a
quien llamaban La garra, pero era atrevido en estas acciones.
“… y comenzaron a
dispararles, en ese instante por inercia, veo hacia atrás que le dan a mi
compañero Aldo Gutiérrez, nos dio miedo, terror; ya nos mataron a uno,
gritábamos”.
En medio de los
balazos, algunos corriendo y otros se arrastraron atrás del autobús; les
insistieron que eran estudiantes, que no iban armados y que necesitan una
ambulancia para su compañero.
También les
recriminaron, “así deberían ponerse con los narcos, cabrones; porque tampoco
nos quedamos callados”.
Querían que los
estudiantes que iban en el tercer autobús se bajaran, para concentrarse en un
solo sitio, pero a cada movimiento les disparaban.
“Lo único que
podíamos hacer era gritar, no podíamos hacer nada, luego cesaron las balas, en
ese preciso momento intentamos comunicarnos con los compañeros que estaban en
la Normal, a servicios médicos, a los teléfonos de emergencia, pero creían que
era broma, decían: no jueguen con estos números, porque les explicábamos que
éramos estudiantes que nos estaban disparando policías municipales, que usaban
sus armas contra del pueblo”.
En el momento de
calma, notaron que Aldo movió la cabeza, “quisimos ir a auxiliarlo, pero
volvieron a dispararnos los pinches policías, volvimos a gritar que no disparan,
que no teníamos armas, que éramos estudiantes. Dijimos vamos a llevarlo, no
disparen, no apunten”, llevaron al normalista herido a los policías para que le
dieran auxilio. “No pensábamos más allá que en lo legal”.
Ahí, detalló que los
policías bajaron del tercer autobús al primer grupo de estudiantes, poco más de
20 estudiantes, incluido el chofer, a quienes golpearon e insultaron; llegaron
las ambulancias y se llevaron a Aldo y a otros heridos.
Entre ellos iba un
estudiante al que le dio un ataque de asma, que luego reveló que lo siguieron
golpeando en el traslado.
“La avisé a mi papá,
decía que nos mantuviéramos unidos, cuando empezaron a llegar las diferentes
patrullas” y quedaron acorralados, pero aclaró que no era el clásico policía
chaparrito con gorrita, sino alto y con porte militar, con uniforme de
municipales, y sus patrullas tampoco eran típicas, detalló que estaban
acondicionadas para portar metralletas.
El mando se acercó,
y les dijo que se fueran a la Normal, y el chofer comenzó a mover un autobús,
pero los estudiantes lo pararon, por temor a otra agresión en la carretera.
Consideró que después de ese momento ocurrió el ataque al equipo de fútbol de
los Avispones, que confundieron con los estudiantes. En ese ataque asesinaron a
un adolescente, al chofer de la unidad, y una ama de casa en taxi del servicio
público.
“Si nosotros nos
hubiéramos ido, en ese momento habríamos tenido el mismo destino”, indicó que
ya esperaban resguardos de más estudiantes, que se dirigían a Iguala.
También vieron que
había cientos de casquillos en el piso y se dispusieron a resguardar la escena
del crimen, pero durante dos horas no llegó ni la Policía Ministerial, Estatal,
Federal ni militares.
“Pusimos piedras a
lado de los casquillos, para que quedara la evidencia, porque pensábamos que
habían matado a Aldo”.
Indicó que la peor
imagen que guarda de esa noche fue ver uno de los autobuses con hoyos en los
rines, en las llantas y en las ventanas, y era peor adentro. El pasillo, los
sillones, las escaleras estaban llenas de sangre.
Consideró que un
estudiante recibió un balazo a quema ropa, porque en la ventana, junto al
asiento del chofer, habrían fragmentos de carne y sangre en el cristal.
Sin policías ni
seguridad, llegaron normalistas del Centro Regional de Educación Normal (CREN) de Iguala, maestros de la Coordinadora
Estatal de Trabajadores de la Educación (CETEG), cuando volvieron a atacarlos
también habían llegado los primeros reporteros de Iguala.
“Veo que traen un
compañero herido en la cara, llevaba puesta una chamarra roja de la
escuela, brillada por la sangre –tenía
un balazo en la boca–, lo llevamos a la clínica, y dijeron que no había
médicos, que lo llevaran a otro lugar.
Recordó que pidieron
refugio en la clínica para resguardarse, y el compañero seguía resguardado, “no
podía hablar y escribió en su celular: sáquenme de aquí porque me estoy
muriendo”, y creció su impotencia.
A los pocos minutos
llegaron los militares haciendo un ademán de que ahí había gente; los dejaron
acercarse porque querían ayuda para su compañero.
“Entraron con
sutileza que los caracteriza, cortando cartucho (diciendo), órale cabrones a la
orilla; nos estaban apuntando y dijeron que pusiéramos nuestras objetos
personales en una mesa, que nos levantáramos las playeras, pensé que nos iban a
matar, no había testigos, la idea de morir se incrustó en mi mente, ya habían
pasado muchas cosas esa noche; hasta aquí llegamos”, dijo para sí.
Recordó que los
soldados los amenazaron con llevarlos detenidos con los policías municipales, y
un maestro de la CETEG, que iba con ellos, replicó que esos los habían atacado,
“cállense cabrones porque ustedes se lo buscaron”, respondió uno de los
militares.
Luego les tomaron
fotos a cada uno, los enumeraron, eran 25 más el docente, y les advirtieron que
les dieran sus nombres reales “o no nunca los iban a encontrar”.
A la distancia, ve
aquella frase como una amenaza, porque sus compañeros están desaparecidos.
También les dijeron
que si no se identificaban, eran criminales como los que estaban afuera y que
había dos muertos allá, “fue como un balde de agua fría, por la incertidumbre
de no saber qué compañero era, o un maestro…”
Los militares los
dejaron solos porque supuestamente iban a catear una casa con hombres armados,
“nos dejaron a la deriva –la lluvia arreciaba– cuando corríamos por las calles
pidiendo auxilio y nadie nos abría las puertas”.
Añadió que las
calles de Iguala parece que fueron creadas para matar. Al correr sólo
encontrábamos callejones sin salida. No toda la gente de Iguala nos cerró las
puertas, una señora nos dio chance de meternos a su casa sin importar que nos
fueran a buscar ahí”.
Indicó que ya había
un grupo de alumnos ahí adentro, y los fueron sacando de a poco en autos
particulares. Al final, donde él se fue, los sacaron policías ministeriales a
declarar al Ministerio Público, ya habían establecido comunicación con el
secretario de Gobierno, entonces, Jesús Martínez Garnelo.
Al terminar la
declaración, se quedó en el CREN de Iguala, donde conoció la experiencia de sus
compañeros, que sin saber cómo subieron a una azotea, y a la mañana siguiente
no podían bajar, “la adrenalina demasiada, las ganas de sobrevivir, cuando
escuchas el zumbido de las balas, fue demasiado esa noche”. Indicó que a uno,
la bala le rozó de frente en el pecho, un centímetro más y no la cuenta.
Por la mañana cuando
fueron a buscar a sus compañeros a barandillas de la Policía Municipal, dijeron
que no tenían a nadie, que ni siquiera atendieron un llamado –como si no
hubiera pasado nada esa noche–, que sólo tenían un borrachito, a ningún
estudiante. “Nosotros no los tenemos, no los arrestamos, no salimos de nuestros
cuarteles”, dijeron.
Luego le pidieron
que viera una imagen que circulaba en redes sociales, para ver si era un
normalista, “no podía creer lo que veía, pensaba que era falso, era la imagen
de Julio César Mondragón (desollado), y les dije es el chilango, es originario
del Distrito Federal, le arrancaron los ojos, el rostro”.
Recordó que estuvo a
su lado, “él sobrevivió cuando los municipales nos atacaron, pero no cuando los
presuntos sicarios (con uniforme de municipales) nos volvieron a atacar, estaba
conmigo antes del segundo ataque”.
Asimismo, indicó que
los estudiantes del camión de la Estrella Roja, que iban por Periférico Sur,
rumbo a la Normal, llevaban la instrucción de no detenerse, pero encontraron un
retén de policías, y tuvieron que correr hacia un cerro.
Añadió que de un
autobús de la Estrella de Oro, no sabían qué había pasado con los normalistas
que estaban a bordo, pero se encontraron con el chofer en una marcha en
Acapulco, estaba con normalistas del Frente Único de Normales Públicas del
Estado (FUNPEG), les dijo que debajo de un puente, había un retén de policías
municipales, que se los llevaron en las patrullas rumbo Huitzuco.
“El chofer decía que
se agüitaba al ver a los chavos agarrándose por los costados por las heridas,
los bajaron como animales y se los llevaron”.
Pero añadió que
cometieron el error de dejarlos vivos, porque pueden decir que los policías
municipales se los llevaron vivos, y los militares fueron partícipes.
Ante los presentes,
aseguró que continuará en esta lucha, hasta que los 42 estudiantes aparezcan,
porque él “pude ser un desaparecido, un herido o uno de los muertos, por eso
estoy aquí, pese a todo, a amenazas, a los peligros que sabemos que conlleva
esto, porque cuando el mundo deje de ver a Ayotzinapa, van a venir por
nosotros, porque al igual que nosotros ellos no perdonan ni olvidan, pero no
nos importa”.
EN NAVIDAD, PROTESTAN PADRES EN LOS PINOS PARA PEDIR A
PEÑA NIETO EL REGRESO DE LOS DESAPARECIDOS DE AYOTZINAPA
El 25 de
diciembre hacen una manifestación frente a la embajada de Alemania en la Ciudad
de México para reclamar a ese país que haya vendido armas a Guerrero que usó la
policía de Iguala contra los estudiantes el 26 de septiembre
Lourdes
Chávez
Ciudad de México.- Pese
a la lluvia y el frío, padres de los 43 alumnos de la Normal Rural de
Ayotzinapa detenidos-desaparecidos protestaron en Noche Buena, frente a la
residencia oficial de Los Pinos, para recordar al presidente Enrique Peña Nieto
que mientras no les devuelvan a sus hijos, no habrá fiestas ni descanso para
ellos ni para su gobierno.
El 25 de diciembre,
en plena Navidad, reclamaron en la embajada de Alemania por la venta de armas
de aquel país a Guerrero, que fueron usadas contra normalistas rurales en la
masacre de Iguala.
Ahí quemaron piñatas
alusivas al presidente de la República, al ex gobernador Ángel Aguirre Rivero,
y al ex alcalde de Iguala, José Luis Abarca Velázquez, y su esposa María de los
Ángeles Pineda, a quien una madre de un joven desaparecido gritaba con
frustración “maldita rata, toda la furia de Dios sobre ella”, mientras le daba
de palos. Después incendiaron todos los monigotes hechos de papel periódico,
que se agotaron en unos instantes.
La noche anterior,
horas antes de la entrada de la Navidad, padres y familiares de las víctimas, y
estudiantes de la Normal llegaron a la
Casa Miguel Alemán, en Chapultepec 11850, la residencia del presidente de la
República, donde los aguardaban cientos de policías antimotines que cerraron el
paso con vallas a unos 500 metros de la entrada principal.
Aún así, atrás de la
reja y de los policías federales antimotines al fondo, realizaron un mitin a
las 7 de la noche con la lluvia que comenzaba y que arreció momentos después.
Protegidos con plásticos que les dieron activistas del DF, que no los cubrían
por completo, los padres señalaron que incluso Dios estaba llorando esa noche
por los desaparecidos, ante la lluvia atípica en esta temporada.
La protesta concluyó
a las 9:30 de la noche, después de recriminar la falta de resultados en la
investigación para localizar a los desaparecidos, y de pedir justicia para los
asesinados y reconocieron la solidaridad que han recibido de las organizaciones
sociales y organismos nacionales e internacionales.
Recordaron que Peña
Nieto se comprometió con ellos a darles resultados favorables y certeros, y a
tres meses, sólo han recibido mentiras, y pretendía celebrar la Navidad con su
familia, en la controvertida casa blanca, como si no pasara nada. Aclararon que
México dejó de ser el país donde no pasa nada, y quedó evidenciado ante la
comunidad internacional que desde el Estado se asesinan y desaparecen
estudiantes y luchadores sociales.
En esta ocasión no
fueron más de cien personas las que participaron en la protesta, por el frío y
la fiesta decembrina; eran principalmente padres y estudiantes bajo la lluvia
que no cesaba y algunos solidarios.
Ayer de las 11 a las 2 de la tarde en la embajada de
Alemania, resguardada por unos 200 policías de Tránsito del DF, los padres
ratificaron que aún mojados, con frío y malpasados no van a desistir en su
exigencia. El vocero de los padres, Felipe de la Cruz, denunció que Alemania
vendió armas a gobiernos de Guerrero, a pesar de una prohibición que limita su
venta a estados con conflictos políticos sociales, como es el caso.
Denunció que esas
armas de guerra, fueron usadas contra estudiantes de la Normal Rural de
Ayotzinapa la noche y madrugada del 26 y 27 de septiembre, hace tres meses, y
hostigaron a 43 estudiantes detenidos-desaparecidos que a la fecha se desconoce
su paradero.
Un estudiante
recordó que el gobierno ha matado a los estudiantes desaparecidos en distintos
momentos, primero que estaban en una fosa en Iguala, luego en un basurero
municipal de Cocula, en el río del mismo municipio, y ahora dice que están en
bolsas de cenizas.
Aclaró que los padres
y estudiantes no creen en las autoridades que los engañan con tesis falsas, y
en tanto no haya información confiable y sólida, van insistir en su búsqueda
con vida de los estudiantes desaparecidos, que ahora son 42, tras la
identificación de los restos de un de ellos, Alexander Mora.
Padres y madres
tomaron el micrófono para expresar su dolor y su coraje ante los engaños de las
autoridades.
Cuestionaron la
presencia policiaca de la Ciudad para contener una movilización de paz.
Ratificaron que no
van a permitir las elecciones en Guerrero, porque sólo son para escoger entre un cártel y otro.
Antes de terminar la
protesta, los padres y una decena de activistas, entre ellos amigos del preso
político en 2013, tras una manifestación el primero de septiembre en la ciudad
de México, Jessy Alejandro Montaño, se sumaron a la manifestación.
Luego de tres horas,
los manifestantes se trasladaron a un festival cultural Interuniversitario por
Ayotzinapa, y convocaron a la marcha hoy, del Ángel de la Independencia al
monumento de la Revolución.
Los policías
dispararon más de 30 armas prohibidas contra estudiantes de Ayotzinapa en
Iguala, señalan
El abogado del
Centro de Derechos Humanos de la Montaña, Tlachinollan, Vidulfo Rosales Sierra
denunció que más de 30 armas de fabricación alemana, HK 36, fueron disparadas
contra los estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa la noche del 26 y la
madrugada del 27 de septiembre en Iguala por policías municipales, según la
investigación del caso.
Aclaró que también
usaron otro armamento, pero éste en particular está prohibido para su venta en
estados con problemas políticos y sociales como Guerrero, entre otros de
México, y aún así es usado por casi todas las corporaciones policiacas en la
entidad.
Añadió todavía no se
establece cuántas balas se dispararon contra los estudiantes esa noche, que en
un primer momento de la agresión respondieron con piedras porque no imaginaron
que les iban disparar a matar. No obstante, subrayó que no hay comparación
entre los fusiles de asalto de alto poder, que son utilizados en conflictos
bélicos de alta intensidad en el mundo, y las piedras de los jóvenes que en
todo momento se identificaron como estudiantes que no iban armados.
Por ejemplo, indicó
que estas armas alemanas son reglamentarias de los Cascos Azules de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU), que sólo intervienen en conflictos
entre países.
No obstante, señaló
que las armas alemanas fueron prohibidas por un convenio que avaló México, pero
como norma son usadas por las corporaciones municipales y estatales de
Guerrero. Es común verlas en los ayuntamientos y en los retenes policiacos a
pesar de la restricción.
En cuanto a las
balas que mataron a los tres estudiantes en la balacera esa noche, precisó que
no ha sido posible establecer si salieron de dichos fusiles.
(EL SUR DE
ACAPULCO/ DIC 26, 2014)
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