MÉXICO, D.F.
(Proceso).- La estrategia de ocultamiento, mentiras, descalificación a
investigaciones periodísticas y exoneraciones por adelantado al Ejército y a la
Policía Federal (PF) por el caso Ayotzinapa recuerda a la urdida por el
gobierno federal en el caso Tlatlaya, cuando militares ejecutaron de manera
extrajudicial a 21 presuntos delincuentes en esa localidad del Estado de
México.
Durante semanas, meses,
autoridades estatales y federales tergiversaron y/o negaron una y otra vez los
hechos, hasta que una investigación periodística y la presión internacional
orillaron al gobierno de Enrique Peña Nieto a emprender una indagatoria
creíble, y más tarde –muy tarde– a aceptar la responsabilidad de efectivos de
las Fuerzas Armadas en aquella masacre y su final enjuiciamiento.
Ahora, en el caso
Ayotzinapa, el empecinamiento de la Procuraduría General de la República (PGR)
en darle carpetazo deja ver la misma fórmula: el encubrimiento y la eventual
impunidad de más posibles responsables.
La investigación
publicada en el número 1989 de Proceso con el encabezado La historia no oficial
mostró que la PF participó activamente en el ataque contra los estudiantes de
la Normal Rural de Ayotzinapa la noche del pasado 26 de septiembre y madrugada
del 27, con la complicidad del Ejército; que contra lo dicho por el gobierno
federal, éste sí tuvo conocimiento de los hechos en tiempo real por conducto de
los funcionarios federales adscritos a los C4 de Chilpancingo e Iguala, y que
al menos cinco de los supuestos miembros de Guerreros Unidos usados por la
Procuraduría General de la República (PGR) para dar forma a la versión oficial
contra el alcalde de Iguala, José Luis Abarca, y la policía de ese municipio,
fueron torturados antes de rendir sus declaraciones.
El martes 16, tras
la publicación del reportaje y en entrevista con Carmen Aristegui para CNN en
Español, el procurador general Jesús Murillo Karam declaró lo siguiente sobre
el papel de la PF el 26 de septiembre en Iguala: “… Sí, del conocimiento de que
había una manifestación (presencia de los estudiantes en la caseta 3 de la
carretera Chilpancingo-Iguala), sí, claro. De que estaban (la PF) del lado de
la caseta, sí, claro. Eso todo está en la averiguación; pero eso no implica que
hayan participado de ninguna manera”.
En su conferencia de
prensa del 7 de noviembre último, el funcionario había afirmado: “El grupo de
jóvenes subió a bordo de dos camiones Estrella de Oro de la Escuela Normal
Rural Isidro Burgos en Ayotzinapa, rumbo a la entrada de la ciudad de Iguala.
Posteriormente, se trasladaron a la terminal de autobuses, donde tomaron otros
dos camiones de otra empresa.
“El expresidente
municipal de Iguala, quien tenía designada en la comunicación interna de la
Policía Municipal el código A5, fue quien dio la orden a los policías
municipales de contener a las personas que viajaban en esos cuatro camiones,
según declara el propio operador de radio de la central de la Policía Municipal
de Iguala, David Hernández Cruz, y la ratifica uno de los vigilantes que ellos
conocen como halcones, que recibía comunicación. Es en este mismo evento, como
se ha informado, que los policías municipales de Iguala privaron de la vida a
tres normalistas.”
En su anuncio de
conclusiones del caso Iguala, el procurador no informó que desde las 20:00
horas seis policías federales, a bordo de tres patrullas, monitorearon a los
normalistas de Ayotzinapa. Tampoco informó que éstos eran vigilados por los
gobiernos estatal y federal desde las 17:59 horas, cuando salieron de su
escuela rumbo a Iguala, por el C4 de Chilpancingo, donde hay presencia de
representantes de las policías Federal, Estatal, Municipal de Chilpancingo y
del Ejército.
El mismo martes 16,
Murillo Karam le declaró a Carmen Aristegui: “Después de haber oído la
respuesta de la Policía Federal que viene hoy en La Jornada, me queda claro que
no hay modo de suponer la actuación de la Policía Federal”, lo que indica que
la PGR deslindó a la PF sin haber llamado a declarar a los efectivos de esa
corporación.
(Fragmento
del reportaje principal que se publica en la revista Proceso 1990, ya en
circulación)
(PROCESO/ ANABEL
HERNÁNDEZ Y STEVE FISHER/ 20 DE DICIEMBRE DE 2014)
No hay comentarios:
Publicar un comentario