Mercedes
recuerda cómo la violencia les llegó y los hizo huir de su tierra en la que
habían vivido 42 años
CULIACÁN.- A
Mercedes la muerte y el destierro le llegaron de noche.
En un lugar de
Culiacán, Mercedes recuerda su desgracia. Los ojos hundidos en las cuencas de
un rostro surcado por los años, miran sin observar. Su historia es una de los
más de 4 mil 500 desplazados por la violencia en Sinaloa.
La noche de su
destierro dormía con el padre de sus 13 hijos en el portal. Las luces de un
vehículo la despertaron a medianoche. Era la muerte que llegaba.
"'Ahí viene un
carro', le dije a mi esposo", recuerda.
El automóvil se paró
enfrente de la casa. Bajaron dos hombres que le hablaron a su esposo por su
nombre.
"'Ah, ¿'taba de
'durmión'?', le dijeron, como jugando con él".
Mercedes fija la
vista en el horizonte que se recorta en un caserío sin planeación, de calles de
piedra brava, que serpentean y terminan en un canal, en una tierra que nadie le
prometió.
"Lo
levantaron...", expresa, "lo echaron al carro y se fueron a la casa
de mi hijo".
El padre fue el
señuelo para que saliera el hijo. Algo le preguntaron a este sobre una lámpara,
a decir de la nuera de Mercedes. Luego, disparos.
Los ojos de Mercedes
se cubren de un líquido viscoso que le nubla la mirada. Las cuencas se le
pronuncian más. La voz se quiebra, titubea.
"Nadie me dijo
nada, pero cuando oí los disparos presentí algo", dice, "me bajó la
presión".
Al instante la
montaron en una cuatrimoto y la condujeron al poblado más cercano, y con los
primeros gallos, a otro más, donde llevaron los cuerpos de su esposo de 70 años
y de su hijo de 30, para las exequias.
Eran mediados de
2012. Desde entonces, los 12 hijos y la madre viven en una tierra que no
consideran suya. Malviviendo. Las raíces que echó en 42 años de vida en la
sierra de Tepuche se desenraizaron de tajo. Su patrimonio se perdió.
"Todo se
perdió", lamenta, "eso que pasó fue de la noche a la mañana".
La vida es difícil
en Culiacán. Acostumbrados al trabajo rudo, los hijos ven penoso emplearse
aquí.
Según datos de la
Secretaría de Desarrollo Social y Humano, este fenómeno afecta a 83 poblados de
El Rosario; a 35 de Sinaloa de Leyva; a 16 de Mazatlán; a 12 de San Ignacio; a
11 de El Fuerte; cinco de Badiraguato, y tres de Mocorito.
Y no hay políticas
públicas para satisfacer la demanda de vivienda, educación y salud.
"El día que
toca la renta", se duele Mercedes, "ese día nos la vemos más
difícil".
Los pómulos se le
pronuncian a Mercedes y los ojos se le nublan. Mira la cuatrimoto en la que
abandonó su tierra a medianoche. Su cuerpo menudo se estremece. Su vida no echa
raíces en esta tierra.
"Los perdimos a
ellos", susurra, "y lo perdimos todo...".
"Todo se perdió,
eso que pasó fue de la noche a la mañana".
Mercedes
Desplazada
(NOROESTE/ Martín
González /18-01-2014)
No hay comentarios:
Publicar un comentario