miércoles, 23 de octubre de 2013

EL SECUESTRO DEL PADRE ACKERMAN




En tres meses, los delincuentes que privaron de su libertad al Párroco de la Iglesia Católica, habían secuestrado a tres personas. Al Padre Enrique le robaron 120 mil pesos, a un caballerango, 7 mil dólares; y por Ackerman esperaban 30 mil dólares. No era casa de seguridad donde escondían al sacerdote, sino hogar de la familia de uno de los criminales. Una menor de dos años fue abandonada con los detenidos. Los cabecillas de la banda, “El Pony” y “El Dilan”, permanecen prófugos

El padre Juan Carlos Ackerman Ayón, no fue el primer sacerdote al que la banda de plagiarios venidos de Estados Unidos, secuestraba.

Antes, en colaboración con un ayudante del sacerdote Enrique –se omite su apellido ex profeso–, lo mantuvieron cautivo en su parroquia en La Mesa de Tijuana. El desleal empleado del padre, había informado a los secuestradores que en la casa parroquial había una caja fuerte con mucho dinero.

La banda de secuestradores, dado que ésa fue su profesión en los Estados Unidos, llegó a la casa del padre Ackerman, suponen los investigadores, guiado por el mismo ex empleado del padre Enrique, por cierto el cómplice está en calidad de prófugo.

Por la noche del martes 15 de octubre, dos hombres tocaron la puerta de la casa parroquial de la Iglesia de Santo Toribio Romo, ubicada en la zona de Santa Fe, por ser tarde el sacerdote no abrió completamente la puerta, pero cuando le dijeron que querían información porque uno de ellos quería celebrar su matrimonio en esa Iglesia, el sacerdote Ackerman abrió la puerta y les permitió la entrada a su casa.

Ya dentro, los delincuentes sacaron armas y amedrentaron: necesitamos hablar con usted, Padre. Con sorpresa y sobre todo temor, el padre preguntó de qué se trataba, le dijeron que tenían conocimiento que algunos de sus enemigos criminales asistían a esa parroquia y querían que él les diera información. Lo forzaron a abandonar la casa “para platicar” con él.


Así llegaron hasta la casa ubicada en la calle Roberto de la Madrid en el Cañón del Sainz. Una vez dentro de la residencia, le informaron al padre Ackerman, que le habían mentido, que no se trataba de una plática, sino que estaba secuestrado.

La casa del Cañón del Sainz, no es una casa de seguridad. Es el hogar de una familia con una hija de dos años de edad. El interior de la casa no se ve como las acostumbradas guaridas donde suelen recluir a secuestrados, levantados o extorsionados. Los muebles básicos indican la vida cotidiana que ahí se desarrolla.


La banda criminal utilizó uno de sus hogares para perpetrar el delito de secuestro. De hecho, las horas que lo mantuvieron cautivo, el padre Ackerman estuvo resguardado en la recámara de la niña. La habitación estaba pintada en tonalidades de niña, con cama a la dimensión adecuada, juguetes, ropa. Todo acondicionado para albergar a la menor.

PADRE JUAN CARLOS ACKERMAN

La primera vez que lo amedrentaron, hincaron al sacerdote y en su oído cortaron cartucho a la pistola. Se la pusieron en la cabeza y le avisaron que lo matarían si su familia no pagaba 30 mil dólares de rescate por su vida. El prelado llamó a su hermana para notificarle el secuestro y la petición de los plagiarios. La mujer entró en alerta.

Al día siguiente, otra vez la amenaza. Hincado el padre y el arma en su sien: te vamos a chingar si no juntan el dinero. En la desesperación, la hermana de Ackerman pidió auxilio. Después de todo, su familia ha estado en la vida pública y en la función pública, y encontrarían ayuda.

Efectivamente, Jacobo Ackerman, ex delegado de la Secretaría de Economía en Baja California, ex Presidente de la Coparmex, ya había sido rescatado de su propio secuestro en septiembre de 2007. Con la experiencia y las conexiones del servicio público y el mundo empresarial, Jacobo solicitó auxilio de la Policía Municipal el miércoles por la mañana. Su primo ya había pasado la noche en cautiverio.

Alberto Capella Ibarra, el Secretario de Seguridad Pública atendió al empresario, e inmediatamente comisionó un equipo operativo de inteligencia a investigar el caso. Siguiendo los protocolos de seguridad, para resguardar la vida del secuestrado, con el primero que se encontraron los Municipales, fue con quien estaba encargado de cobrar los 30 mil dólares solicitados como rescate.

Lo detuvieron en una plaza comercial casi en el este de la Ciudad. Ahí había llegado en busca de dinero. No opuso resistencia, y ofreció de entrada colaborar con la Municipal a cambio de respetarle su integridad. Así llegaron los Policías hasta el Cañón del Sainz.

Cuando dos vehículos de la municipal llegaron a la esquina del lote donde se encuentra la casa en que permanecía secuestrado el sacerdote, un garaje y otras instalaciones, desde una de las ventanas de la residencia de los criminales, les comenzaron a disparar.

El primer vehículo de la Policía Municipal no tenía blindaje especial, por lo que para salvaguardar su vida, recularon a un lado para protegerse de los impactos. El segundo carro sí contaba con blindaje y pudo hacer frente a la agresión criminal.

El enfrentamiento entre secuestradores y municipales duró unos cinco minutos. Dentro de la casa, el Padre Ackerman pensó lo peor. Sus plagiarios le habían dicho, ese día por la mañana cuando por tercera vez lo hincaron y amenazaron con entonces sí asesinarlo si su familiar no juntaba la cantidad solicitada de dólares, que lo venderían en su calidad de secuestrado a otra banda. Por eso el sacerdote al escuchar los disparos pensó que su fin estaba cerca.

Mientras los criminales enfrentaban a los policías, por la parte trasera del lote, huyeron quienes suponen las autoridades, son los cabecillas de la banda, dos tipos, uno de apodo “El Pony”, otro identificado como “El Dilan”. Los acompañó en su salida de la escena una mujer. Los tres, identificados por las autoridades, están en calidad de prófugos.

Después de cinco minutos de enfrentamiento, los refuerzos de la Policía Municipal llegaron y los criminales fueron sometidos. Aprehendieron a los siguientes:

* Sergio Érick Castañeda.- Un ex soldado de la Fuerza Armada de los Estados Unidos (ARMY), y quien habría tenido una participación directa en el secuestro del Padre. De hecho, al cierre de edición de ZETA, se manejaba la probabilidad que este hombre tuviese delitos bajo investigación en los Estados Unidos, también por plagio. Al momento de la detención, Castañeda portada una pistola Smith & Wesson 9 milímetros y once cartuchos útiles.

* Aníbal Elenes Peña.- También ciudadano estadounidense, que fue identificado en las primeras investigaciones como miembro de pandillas en San Diego, California. De hecho, Elenes fue el primero en caer ante la justicia de la Policía Municipal, pues era el encargado de recolectar el dinero del rescate.

* Jesús Manuel Salazar López.- Fue de quienes repelieron a la Policía Municipal y le incautaron una subametralladora con silenciador y 19 cartuchos.

* Francisco Gallegos Martínez Crook.- Fue residente también de la frontera en la parte estadounidense, identificado como miembro de pandillas en Oceanside, California y con antecedentes ante la justicia norteamericana.

* Selene Yazmín Ruiz Camacho.- La mujer encargada del aseo de la casa y novia de Aníbal Elenes Peña.

Además, fue localizada una menor de edad de dos años, que suponen residía en la casa y es hija de alguno de los cabecillas de la banda criminal.
El Padre Ackerman fue localizado precisamente en la habitación de la niña. Cuando los Policías Municipales irrumpieron en la habitación, estaba agazapado en una esquina del cuarto, cubriéndose de lo que consideraba una amenaza más. Le notificaron que representaban a la corporación policíaca y fue liberado.

 TRES MESES, TRES SECUESTROS

La banda de criminales de los Estados Unidos, dos de ellos prófugos, llegó a Tijuana hace tres meses, tiempo en el cual, realizaron tres secuestros.

El primer plagio fue al Padre Enrique, y debido a que uno de los colaboradores del párroco lo entregó como presa a los criminales norteamericanos. Al sacerdote, después de torturarle psicológicamente y mantenerlo privado de su libertad, le robaron una caja fuerte de la Iglesia que contenía 120 mil pesos. No hubo reporte oficial.

El segundo secuestro fue a un hombre, que está identificado solamente como Salvador, y que se dedica a la venta de caballos. Con residencia en Santa Fe –igual que el Padre Ackerman–, al modo de la banda, lo secuestraron, lo torturaron con amenazas, y lograron un rescate de siete mil dólares.

Para el tercer secuestro, en el tercer mes de vida de la banda de plagiarios, seleccionaron a Ackerman y esperaban lograr 30 mil dólares.

De acuerdo a las declaraciones de los detenidos, no pertenecen a célula alguna del crimen organizado en Baja California, ni Tijuana. Criminales en los Estados Unidos, y con adiestramiento militar –uno de ellos estuvo en la guerra de Afganistán–, consideraron que venir a delinquir a Tijuana, era propicio. Esperaban, comentaron las autoridades, la impunidad que caracteriza a otros delincuentes.

 LA FAMILIA DEL SACERDOTE

Cuando el teléfono repiqueteó la madrugada del 16 de octubre exigiendo un rescate por la vida del párroco Juan Carlos Ackerman Ayón, su hermana se estremeció, temía darles la noticia a sus padres. No era la primera vez que la familia atravesaba un secuestro.

La incertidumbre incrementó al paso de las horas. Los delincuentes no establecían contacto; fue hasta entrada la madrugada, cuando recibieron nuevamente una llamada telefónica, era la voz del Párroco. Se encontraba bien; apenas parló unas palabras con una hermana.

Fue hasta las 10:00 am, cuando la familia del presbítero decidió pedir apoyo a Jacobo  Ackerman, primo de la víctima, quien se comunicó con Capella.

La atención de parte del jefe policiaco, fue eficiente; según manifestaron los familiares del secuestrado: “No pasaron ni cinco minutos cuando Capella atendió mi llamado de apoyo, de inmediato se asignó a un grupo de policías, quienes siguieron la pista de los delincuentes, uno de ellos los llevó hasta la casa de seguridad en donde rescataron a Juan Carlos”.

Jacobo  Ackerman señaló que su primo fue liberado aproximadamente a las 4:30 pm, sano y salvo, “al momento en que lo rescataron, Capella me lo comunicó, pude hablar con él, se escuchaba bien; físicamente estaba bien, no lo lastimaron; aunque psicológicamente lo torturaban exigiendo el rescate, le decían que sabía que la familia tenían dinero y algunos terrenos”.

Agregó que su primo le confesó que pasó momentos de angustia cuando ocurrió el rescate por parte de Seguridad Pública, pues los delincuentes recibieron a balazos a los policías.

El ex secretario de Economía recomendó al sacerdote trasladarse a casa de sus padres en colonia Postal; en donde pasará unos días antes de volver a oficiar sacramentos a la parroquia Santo Toribio Romo, ubicada en el fraccionamiento Santa Fe tercera sección; zona en donde fue secuestrado.

 La comunidad se unió en oración

Cuando los parroquianos de Santo Toribio Romo se enteraron del secuestro del Presbítero Juan Carlos Ackerman Ayón, ya habían transcurrido varias horas.

Aunque el tema se manejó sigilosamente, la noticia del rescate llegó rápido. Los grupos de católicos inscritos en la parroquia oraron por el bienestar del sacerdote, “pareciera que las cadenas de plegarias fueron escuchadas, porque él se encuentra bien”, dijo una mujer.

Desde la liberación del sacerdote, los parroquianos no han dejado de asistir a la iglesia, en busca de información del sacerdote. Algunos de ellos tuvieron la fortuna de platicar con él vía telefónica, como la secretaria de Santo Toribio, María de los Ángeles.
 
“Fueron momentos de angustia, no se los deseamos a nadie, desde que se dio a conocer la noticia el teléfono de la parroquia no ha dejado de sonar, todos se unieron en oración por él, rogando que estuviera bien dentro de lo que cabe”, mencionó.

A decir de los feligreses, Ackerman Ayón es un sacerdote estimado en su comunidad, “es carismático, buena persona, tiene un angelote; aquí lo vemos como parte de nuestra familia”, señaló la señora Selene, quien está consciente que no hay fecha del retorno del sacerdote a la parroquia.

Última hora. Al cierre de edición -9:20 pm-, los cinco involucrados en el secuestro del sacerdote Juan Carlos Ackerman continuaban siendo custodiados e interrogados por la Unidad Antisecuestros de la Procuraduría General de Justicia en Playas de Tijuana. Hasta el momento no se ha liberado a ningún detenido, pese a que en medios de comunicación se manejó que una de las personas no estaba inmiscuida en la privación del párroco.

(SEMANARIO ZETA/ Adela Navarro / Octubre 21, 2013 12:01 PM)

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