Agueda Barojas Ontiveros
Durante
las últimas semanas Guaymas fue testigo de un hecho inusual. No
recuerdo en los últimos años, en los últimos gobiernos, a un presidente
municipal tan megalómano como Otto Claussen Iberri.
Durante varias semanas nos bombardeó de publicidad en medios electrónicos con el pretexto de las fiestas patrias.
Otto Claussen invita, siempre fue Otto Claussen. Otto Claussen invitó a la fiesta.
El culto a la personalidad del que echó mano no pasó desapercibido.
Muchos fueron los cuestionamientos en los medios electrónicos sobre su exagerada veneración.
Por eso la regidora del PT, Jazmín Gómez Lizárraga, le aventó la invitación en la mesa el viernes pasado en sesión de cabildo.
Acaso usted va a pagar los eventos? Le preguntó.
La
regidora que votó en contra del contenido del primer Informe le reclamó
al alcalde su obsesión compulsiva por figurar y la exclusión del
cabildo en todos los eventos patrios.
Otto Claussen ha desaparecido al Cabildo. La institución es él.
El mensaje detrás del culto de la personalidad de Otto Claussen es: en este gobierno la única persona que importa soy yo".
El
culto a la personalidad forma parte del proyecto personal de los
hombres de Estado. ¿Cómo convencer a los electores si se presentan como
simples mortales? ¿De qué manera trascender cuando la modestia forma
parte de la personalidad? Ante esta disyuntiva los gobernantes concluyen
que no hay de otra mas que echarle crema a los tacos o lana a los
medios de comunicación electrónicos. Claussen Iberri, no se quedó atrás.
Quien
impuso la moda del culto a la personalidad, digamos que en la época
moderna, pudo haber sido José Stalin, según los conocedores del tema.
Cuenta la historia que nadie podía increparlo y menos aun rebatirlo. El tipo se sintía el único juez de la ley suprema.
Mussolini,
Hitler, Franco, Trujillo, Mao Tsetung, Idi Amin, Bokassa, Mobutu,
Duvalier, Marcos y Hussein son otros de los adoradores de ellos mismos.
Por
acá tuvimos a don Antonio López de Santa Anna, alias el “Quince Uñas”:
se hizo llamar “Su Ilustrísima”. Porfirio Díaz no cantó mal las
rancheras.
A estas personalidades se les llama megalomanos.
La megalomanía es un estado psicopatológico caracterizado por delirios de grandeza, poder, riqueza u omnipotencia. A menudo el término se asocia a una obsesión compulsiva por tener el control.
La palabra deriva de dos raíces griegas, manía (obsesión) y megas (grande).
A veces es un síntoma
de desórdenes psicológicos como el complejo de superioridad o la
compulsión eufórica, donde el sujeto aquejado de esta perturbación
tiende a ver situaciones que no existen o a imaginarlas de una forma tal
que sólo él termina creyendo.
Las puede emplear para manipular sentimientos y situaciones de cualquier tipo.
La
presencia exagerada de imágenes, publicidad, carteles, presencia en
medios y la exagerada devoción de los adoradores del Dios en los
espacios radiofónicos, tenían como objetivo reforzar la posición
política del líder.
Pore
so, durante todo este año Claussen Iberri no ha hecho otra cosa más que
lloriquear y exagerar una situación que no corresponde a la realidad.
Si
bien es cierto el gobierno panista no fue el mejor, también, tampoco
fue el peor, hubo otros iguales o peores, pero de esos el alcalde con
residencia en Hermosillo no se acuerda.
No es verdad, pues, que cuando Otto Claussen llegó había 120 toneladas de basura en la calle.
Tampoco es cierto que el problema de PASA es responsabilidad de la pasada administración.
Menos es cierto que cuando él llegó había tres patrullas en Guaymas.
Tampoco es verdad que la alberca municipal no funcionaba.
Minimizar para exagerar logros alcanzados es la estrategia que le puede funcionar con algunos, pero no con todos.
En
estos días Otto Claussen dio muestras de su megalomania, pero yo pensé
que se le pasaría una vez terminada la borrachera patria, pero no fue
así.
El boletín de prensa del día de hoy da cuenta de que la institución es Otto Claussen.
Para presumir saldo blanco en las fiestas patrias la información enviada a través de un boletín de prensa es clara.
El alcalde, dice, compró módulos de policía. Es decir, otra vez el alcalde.
A los regidores que conforman el Ayuntamiento los utiliza a su antojo y muchos encantados de la vida se dejan utilizar.
La gran mayoría se quedó esperando la sesión solemne de cabildo para lucir sus mejores galaz en el escenario.
En el discurso, los regidores son importantes para él, en la práctica una nulidad y lo demostró al borrarlos de la escena.
La
sesión solemne de cabildo en la que debe un alcalde rendir el informe
de gobierno, nunca llegó. La Ley también la hace a un lado a su antojo,
total que no hay quien le diga nada, porque la institución es él.
(EL PORTAL DE LA NOTICIA/ Agueda Barojas Ontiveros /Martes, 17 de Septiembre de 2013 22:22)
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