jueves, 15 de agosto de 2013

LOS HERMANOS GONZÁLEZ VILLARREAL MORIRÁN COLGADOS EN MALASIA


El 'juez soga' puso punto final a un año y dos meses de proceso judicial: "se les condena a colgar del cuello hasta que mueran".

Portal sipse.com
KUALALUMPUR, Malasia .- Culpables y morir en la horca. Ese es el veredicto y ese es el castigo con los que el juez Mohamed Zawawi cerró ayer el juicio seguido en contra de los hermanos González Villarreal en Malasia por el delito de narcotráfico. Hoy, los tres sinaloenses entran a la historia: son los primeros mexicanos condenados a morir en Asia.

Zawawi puso punto final a un año y dos meses de proceso judicial en contra de los tres sinaloenses con una frase directa. Un veredicto que no permite interpretaciones: “señores, se les condena a colgar del cuello hasta que mueran. Esa es la sentencia del pueblo de Malasia”.

Junto con sus co-acusados, Lee Boon Siah y Lim Hung Wah, José Regino, Luis y Simón González Villarreal, detenidos desde el 4 de marzo de 2008, fueron encontrados culpables de todos los cargos, incluidos manufactura y posesión de narcóticos ilegales con la intención de distribuirlos.

En particular pesó la evidencia recopilada en una fábrica de la sureña ciudad de Johor Bahru, en donde los mexicanos fueron detenidos por agentes antinarcóticos hace ya 4 años. Un elemento fue decisivo: la presencia de ADN de los González Villarreal en ropas que estaban contaminadas por metanfetaminas.

Bajo la Ley de Drogas Peligrosas de Malasia, el único castigo posible es la ejecución con una cuerda de cáñamo, diseñada especialmente para romper el cuello del condenado de un solo golpe. Y Zawawi se encargó de hacérselo saber a los mexicanos, a los que pidió ponerse de pie poco después de las 10:56 de la mañana, tiempo local. “Señores, entiendan que la única pena posible es la muerte”, les dijo.

Los mexicanos, que durante algunos lapsos del juicio debieron enjugarse los ojos, se vieron impactados por el fallo. Les condena ahora a luchar por sus vidas en la Corte de Apelaciones y la Corte Federal de Malasia e incluso pedir clemencia al sultán de este país predominantemente musulmán. “No… no lo esperábamos”, dijo Simón González Villarreal, al borde de las lágrimas. “Pensábamos que seríamos absueltos”.

Antes de ser sacado de la corte bajo una fuerte custodia policíaca, gritó: “¡dígales en México que apelaremos, apelaremos!”.

En efecto. La defensa, encabezada por el abogado Kitson Foong, prometió que apelará la decisión del juez Zawawi, un proceso que podría tomar un año y medio más. “¿Justo? No puedo decir si fue un fallo justo. Pero creemos que no tomó en cuenta las fallas en la custodia de las evidencias”.

La embajada de México aseguró que mantendrá la asistencia consular a los tres mexicanos, sin prejuzgar sobre su culpabilidad o inocencia. “Seguiremos asistiéndoles y nuestro abogado, Kamarul Hisham, seguirá apoyándoles”, aseguró una fuente diplomática.

El abogado Hisham, contratado por el gobierno mexicano, seguirá en el papel de asesor de la defensa, que ahora buscará convencer a la Corte de Apelaciones que el proceso es ilegal. Y si eso falla, dejarlo todo en manos de la Suprema Corte del país o hasta el escritorio de un rey. “Nos quedaremos con los muchachos hasta el final. Esa es nuestra promesa”, dijo Foong.

A partir de este momento, los mexicanos serán trasladados a un ala especial de la prisión de Sungai Buloh, conocida como “el último cuarto”. Ahí, compartirán estancia con otros condenados a muerte, que en Malasia a última cuenta eran ya más de 900 personas, la gran mayoría por narcotráfico.

Pero ayer, al menos en un principio, la defensa dijo sentirse optimista de que el relato terminaría de forma diferente, no así. “Creo que puede darse el milagro”, dijo Foong poco antes de ingresar a la sala IV de lo Penal de Jalan Duta, en donde habría de llevarse a cabo el juicio, a eso de las 9 de la mañana.

Y durante fragmentos del juicio Zawawi hizo pensar que, en realidad, dejaría libres a los mexicanos, a quienes se pidió venir a la corte con todas sus pertenencias –contenidas en tres sacos de lona–para el eventual caso de que ganaran y tuvieran que ser llevados al aeropuerto, listos para su deportación.

“¿Traen sus pasaportes, muchachos?”, preguntó Foong. Los tres mexicanos dijeron que sí, pero que hacía mucho se habían vencido. El abogado se acercó al personal de la embajada de México. “Si ganamos, tienen que sacarlos a toda velocidad del país, antes de que apele la fiscalía”.

Pero ese escenario nunca llegó. Si bien Zawawi admitió que la fiscalía no había probado que los mexicanos estaban en el área de laboratorios “cocinando” la metanfetamina, dijo que su presencia en Malasia y en el sitio en el que fueron halladas las drogas era evidencia suficiente.

Al final, la sentencia sobre los que en algún momento fueron definidos como “los integrantes de la pandilla de la receta mexicana” quedó ratificada e inscrita en los anales de la historia judicial de Malasia. “Caso cerrado, señores”, dijo Zawawi, al retirarse.

Y esta parte del relato termina. Llega a su punto final, con tres sinaloenses al pie de los trece escalones del patíbulo malasio.


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