Jorge Escalante
El ex comandante en Jefe del Ejército, general Juan Emilio Cheyre,
no leyó el Informe Rettig. Dice que no se enteró de los crímenes de la
dictadura, sino años después por artículos de prensa. Pero don Juan
Emilio era el 16 de octubre de 1973 una persona importante en el
Regimiento “Arica” de La Serena. Era el ayudante del comandante del
cuartel, Ariosto Lapostol. Claro, un teniente de 24 o 25 años, pero con
un nivel de información privilegiado, como todos los ayudantes de los
comandantes. Hombres de confianza.
Brazos derechos. Entonces, don Juan
Emilio ¿no supo que ese día la Caravana de la Muerte asesinó a 15
prisioneros políticos? Sí que lo ‘recontrasupo’. Crímenes de lesa
humanidad que jamás denunció a la justicia como muchos de sus camaradas
de armas.
Cheyre participó ese mediodía en la reunión que el Oficial
Delegado de Pinochet y jefe de la Caravana, general Sergio Arellano,
sostuvo con el comandante Lapostol en su oficina. Allí Arellano marcó
los 15 nombres de quienes ese día debían morir sin juicio previo.
Lapostol mantuvo en esa oficina una dura discusión con Arellano. Junto a
Cheyre estuvieron el fiscal del regimiento, Manuel Cazanga, y el mayor
Marcelo Moren Brito. Este último, hombre de la Caravana y “estrella” de
la DINA que no necesita mayor presentación. Vale decir, Cheyre fue
testigo del altercado entre el comandante Lapostol y Arellano, que
ordenaba “juzgar” nuevamente detenidos que ya cumplían condenas bajas.
El mismo Cheyre lo admite en el proceso por el episodio La Serena. “Yo
entraba y salía de la oficina del comandante”. El comandante Lapostol
también afirma judicialmente que Cheyre participó de aquella reunión.
A los 15 los trajeron al cuartel desde la cárcel y los mataron de
inmediato. ¡Qué Consejo de Guerra ni nada! ¿No supo don Juan Emilio de
aquello, cuando se enteró todo el regimiento? ¿Fue el único oficial del
cuartel que no se enteró, cuando todos sus compañeros oficiales de
entonces declaran judicialmente que no sólo supieron, sino que vieron
cómo los mataron?
¿Cómo que se enteró de los crímenes de la
dictadura por los diarios años después leyendo artículos, si él mismo
entregó ese día a la prensa el bando mintiendo a los familiares y a la
población acerca de los 15 asesinatos de la Caravana de la Muerte
cometidos en su propio regimiento?
“La preocupación fundamental
era asegurarme de la pronta entrega de este antecedente a la opinión
pública (…) Tomé contacto telefónico con el director del diario El Día”,
dijo Cheyre en su declaración judicial en calidad de “inculpado” por
estos delitos, el 18 de enero del 2000 ante el juez Juan Guzmán. Fue el
mismo Cheyre quien informó de las 15 ejecuciones extrajudiciales,
cubriendo las espaldas a los criminales Augusto Pinochet y Sergio
Arellano.
Declara el entonces comandante Ariosto Lapostol, el 6
de enero de 1999, en el proceso: “Le ordené al teniente Cheyre que fuera
al Diario El Día o que llamara por teléfono, para que se comunicara o
se publicara el hecho del fusilamiento de quince personas; publicándose
al día siguiente, 17 de octubre de 1973, un bando, puesto que así fue
como decidió hacerlo el teniente Cheyre”.
Y don Juan Emilio
decidió engañar. Lapostol quería salvar su honra. Exculpar de los
crímenes a su gente. Decir que los mató la gente de Arellano.
El
suboficial Luis Araos Flores era el segundo jefe de la Sección de
Inteligencia del regimiento “Arica” ese día 15 de octubre. Su jefe de
Sección era el capitán Fernando Polanco Gallardo, uno de los condenados
en el caso Ledjerman-Ávalos. Pero durante octubre de 1973, Polanco no
estuvo en La Serena pues cumplía funciones en Santiago.
Señala Araos, el 11 de diciembre de 2008, en la causa Caravana-La Serena:
“Le manifesté a Cheyre la necesidad de informar lo ocurrido mediante un
bando. Yo recogí la información de las personas fallecidas (…) Redacté
un bando en que se consignaba que con la comitiva que llegó (Arellano),
se ejecutó a las siguientes personas y sus cadáveres fueron llevados a
una fosa común. Posteriormente, con los años me percaté que el bando
había sido alterado”. Según Araos, el bando estaba autorizado por
Cheyre.
¿Qué dijo finalmente ese bando?
“Se informa a la
ciudadanía que hoy 16 de octubre de 1973, a las 16.00 horas, fueron
ejecutadas las siguientes personas conforme a lo dispuesto por los
Tribunales Militares en tiempo de Guerra”.
¿Cuáles Tribunales
Militares, don Juan Emilio? ¿Hubo Consejo de Guerra? ¿Cuáles fueron los
abogados defensores de los detenidos? Nada señor.
Pero es el
suboficial Héctor Vallejos Birtiola, también integrante de la Sección de
Inteligencia del regimiento “Arica” al día de la visita del escuadrón
de Arellano por La Serena, quien aporta otro antecedente relevante
respecto de Cheyre:
“En octubre de 1973 el capitán Fernando
Polanco (jefe de esta Sección) fue enviado a Santiago en comisión de
servicio. A cargo de la Sección de Inteligencia quedó el teniente Juan
Emilio Cheyre Espinoza, que también se desempeñaba como ayudante del
comandante Lapostol. Nosotros teníamos que llevarle toda la
documentación a Cheyre para que él determinara lo que había que hacer”.
Entonces, de acuerdo a esta declaración judicial, Cheyre era el jefe de
Inteligencia del regimiento cuando mataron a los 15 prisioneros.
¿Supo o no don Juan Emilio de los crímenes, si era además el jefe de Inteligencia del regimiento “Arica” a esa fecha?
A
no ser que todos mientan, partiendo por el comandante Lapostol, de
acuerdo a estas declaraciones judiciales queda claro que el general
Cheyre estuvo siempre perfectamente informado de aquellos crímenes. Y
aquel día necesariamente tuvo que cumplir un rol activo en ese episodio,
sin necesidad de mancharse las manos de sangre disparando contra los
prisioneros. Todos los asesinatos de la Caravana de la Muerte por el sur
y el norte con más de cien víctimas, fueron operaciones de
Inteligencia.
En estos crímenes de La Serena existe otro
antecedente jamás aclarado hasta ahora judicialmente. Un oficial del
regimiento “Arica” a octubre de 1973, Pedro Rodríguez Bustos, declaró en
el proceso en diciembre de 1999 que Arellano obligó a los oficiales
jóvenes de menor graduación de ese regimiento, a dar el “tiro de gracia”
con sus pistolas a los ejecutados, mientras sus cuerpos yacían en el
suelo.
El antecedente es congruente con la forma de operar de
Arellano, sobre todo en las ciudades de Copiapó, Antofagasta y Calama,
donde enganchó oficiales jóvenes para matar junto a sus hombres. Entre
los nombres de oficiales que Rodríguez Bustos mencionó en aquellos
supuestos “tiros de gracia”, estuvo el de Cheyre y diez más.
En
el proceso, además del comandante Lapostol, son varios quienes coinciden
en que, además de los disparos de armas largas, fusiles ametralladoras
que portaban los hombres de Arellano, hubo tiros de “pistola o
revólver”.
Pero Rodríguez no fue testigo directo de aquello.
Estaba de franco ese 16 de octubre. Dijo que se lo relataron “impactados
en largas conversaciones” sus compañeros del mismo regimiento,
Guillermo Raby y Julio Lafourcade, “con los cuales existe una gran
amistad”. Todos los nombrados negaron judicialmente el hecho, incluyendo
a Cheyre.
Después desacreditaron a Rodríguez argumentando que
se trataba de una “venganza” contra Cheyre, pues el declarante había
sido guardaespalda del jefe CNI Álvaro Corbalán, enemigo declarado del
general Cheyre.
Así quedó el episodio en el aire. Sin embargo un
día, finalizada la dictadura, los cuerpos de los 15 prisioneros fueron
desenterrados de la fosa común del cementerio de La Serena, y los
protocolos de autopsia aclararon el episodio. Diez de los cráneos tienen
un solo balazo de arma corta, de trayectoria “de arriba hacia abajo”. O
sea, el que disparó estaba de pie y el prisionero en el suelo. Los
“tiros de gracia” existieron de acuerdo a estos protocolos. Pero no se
sabe quiénes los dispararon.
Hasta ahora, al general Juan Emilio
Cheyre no se le ha demostrado procesalmente una responsabilidad penal en
estos crímenes de lesa humanidad. Aunque su procesamiento fue
solicitado a los tribunales por el abogado Cristián Cruz representando a
los familiares de las 15 víctimas de La Serena, y está pendiente a
resolverse en los próximos días por la Corte de Apelaciones de Santiago.
Entre estos antecedentes inculpatorios, está una “felicitación”
a Cheyre en su Hoja de Vida firmada por el propio general Sergio
Arellano, quien lo califica como “uno de los mejores oficiales de la II
División de Ejército”.
Fuente: El Mostrador
(RED DIARIO DIGITAL / Jorge Escalante / 27 de Agosto 2013)
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