domingo, 19 de mayo de 2013

UN DOLOR QUE NUNCA PASARÁ: LA RICKETTSIA LE QUITÓ A SUS HIJOS

Sandra Naal /Zócalo
Saltillo.- Sufrimiento, impotencia y un dolor que no se puede arrancar del pecho, son el pan de cada día para la familia Almaguer Garza, pues el 24 de febrero la desgracia entró en sus vidas cuando los pequeños José Armando, de 14 años, y Félix Ricardo, de 8, murieron víctimas de la mordedura de garrapata. La ausencia de sus dos pequeños no conoce consuelo, la pérdida es irreparable y aún es imposible asimilar cómo en tan sólo una semana una infección les arrebató a sus hijos.

En un ambiente en el que se respira el dolor, la familia Almaguer Garza ya no quiere saber de entrevistas, fotografías y todas esas cosas que les hacen revivir el momento más duro por el que han pasado, se muestran renuentes a hablar sobre la tragedia que se convirtió en la dueña de sus vidas, ya no pueden más con ese sentimiento que les oprime el pecho y que se ha vuelto parte del diario vivir.

A pesar de todo, lo único que convence a María de Jesús Garza García, madre de los dos pequeños, de volver a hablar sobre la inesperada muerte que ha marcado sus vidas, es el querer prevenir a los demás padres, para que estén siempre alerta y no pasen por el dolor que ella y toda su familia están sintiendo.

María quiere que la gente conozca cómo fue esa semana de incertidumbre e impotencia y de la cual jamás imaginó que sería la última que pasaría junto a sus pequeños.

Con un poco de temor, la madre de los pequeños comienza el desgarrador relato que refleja todo lo que vivieron ella y su familia ante esta enfermedad, que para María sigue sin ser la causa de la muerte de sus hijos, pues los médicos jamás le dieron un diagnóstico claro que le permitiera entender porqué se terminó la vida de dos niños sanos, trabajadores y que tenían todo por delante.

SIN RESPUESTAS

La pesadilla apenas comenzaba para la familia Almaguer Garza, pues la salud de sus hijos empezó a verse afectada. Al no ser derechohabientes del Seguro Social, acudieron a distintas instituciones médicas para recibir siempre un diagnóstico equivocado que llevó a los pequeños a la muerte.

“Empezaron a sentirse mal un fin de semana y yo los llevé a checar, primero acudí a la Cruz Roja y me dijeron que era una infección en la garganta, yo creo que ellos no tenían la suficiente información para alertarlo a uno, porque yo acudí para que los trataran y me dijeron eso, así que yo me los traje a la casa y les estuve dando el medicamento; a mitad de semana no pasaba nada, ellos seguían igual, decidí llevarlos a una farmacia de similares y ahí me dijeron lo mismo, que era una infección en la garganta o estomacal, que a lo mejor habían comido algo que les había hecho daño”, dice María, quien no asimila cómo fue que nunca detectaron que sus hijos estaban siendo víctimas de algo más que una simple infección de garganta.

“Para el miércoles empezaron con que ya no podían comer, tenían diarrea, vómito, les di el medicamento que les recetaron en la similares, pero ya el sábado en la mañana yo le dije a mi esposo ‘los niños no tienen cambio’, y él me dijo ‘vamos a llevarlos otra vez’; por la mañana fui de nuevo a la farmacia de similares y me seguían diciendo que era una infección. A ellos les empezó a salir como sarpullido en todo el cuerpo y yo le dije al doctor ‘y qué es eso, todo el sarpullido que traen’ y él me dijo que era por la reacción a la penicilina, entonces les suspendió ese medicamento y les recetó otro. Ese mismo día en la tarde mi esposo me preguntó que cómo veía a los niños y yo le dije que estaban muy decaídos, ya no comían, vomitaban y seguían con la diarrea, les dolían los huesos, y mi esposo me dijo ‘si quieres vamos a llevarlos a otro lado’; mi cuñada me preguntó que qué tenían los niños, y yo le dije de todo lo que traían y me contestó que tratáramos de darles algo de comer y que los lleváramos a la Cruz Roja, porque tal vez estaban deshidratados”, relata.

Acudieron una vez más a la Cruz Roja y los pequeños fueron atendidos. Al menor le administraron suero y les inyectaron medicamento para detener el vómito y la diarrea.

“Nos dieron la receta y vinimos a dar a la casa como a las 9 de la noche y me dijeron lo mismo, que era una infección de garganta o estomacal y que el sarpullido era por el medicamento. Yo los estaba preparando para acostarlos y todavía yo le pregunté a mi hijo más grande que cómo se sentía, y me dijo que peor”.

María no resiste el revivir los momentos que le desgarran el corazón día tras día y rompe en llanto, pues la rapidez con la que ocurrieron las cosas no le permite entender cómo dos niños completamente sanos dejaron de serlo de un día para otro.

DEVASTACIÓN

Cuando arropaba a sus hijos, el mayor de ellos le pidió que le ayudara a ir al baño, pues ya no tenía fuerzas ni para caminar.

“Yo lo llevé al baño, apenas íbamos cuando empezó a convulsionarse. Nos fuimos bien rápido al Hospital Universitario, pero ya llegando allá fue cuando nos dijeron que eran los síntomas del piquete de garrapata y yo lo primero que pensé fue que nosotros tenemos un perro, pero está limpio, siempre lo bañamos y no tenía garrapatas, entonces se me hizo algo que no podía ser realidad. Después yo le dije que tenía a otro niño con los mismos síntomas y el doctor me dijo que lo llevara rápido; cuando llegamos, mi hijo ya entró en estado delicado y ya no pudieron hacer mucho por él, que porque la bacteria ya había consumido su cuerpo por dentro, que traía la sangre envenenada, y llevé al otro niño más tarde y ya para cuando llegamos al hospital él también ya estaba convulsionando y ya de ahí también ya se me puso muy grave”.

Lo más doloroso estaba por llegar y la familia Almaguer Garza no estaba preparada para la noticia que escucharían.

“Después mi hijo el mayor, él que apenas iba a cumplir 15 años, se me murió a la una de la mañana y mi otro hijo a las 8 de la noche del día 24 de febrero. Todo fue muy rápido. Lo que más me duele es que ahora que ya se me murieron en todos lados dan información de eso; yo nunca escuché nada de esas cosas y nadie me va a devolver a mis hijos. A los doctores les falta información”.

Esta noticia fue un gran golpe que dejó una huella imborrable en el corazón de la familia, pues jamás se espera que los niños mueran primero que los padres.

“Aún no entiendo qué fue lo que pasó, mis niños nunca se me enfermaban, eran unos niños muy sanos y se me consumieron muy rápido, es que no nos dijeron ‘rápido, muévanse a otro hospital’, nosotros confiamos en que se recuperarían. Ahora uno ya no sabe a dónde acudir, porque ahora cómo confiar en la Cruz Roja, el médico me los mandó otra vez para la casa; si de verdad hubieran puesto atención en cómo estaban, esto no hubiera pasado. Debe haber más información en los hospitales, hacer análisis profundos, sin esperar a que pase algo malo para hacerlos; yo no le había dado entrevistas a nadie, pero lo hago para que los demás sepan, porque a uno de padre se le queda el dolor y la impotencia y yo no quiero que a nadie le ocurra lo que a mí; que estén atentos, porque a lo mejor no sólo es gripa y es otra cosa, que exijan que los atiendan como debe ser y no se tienen por qué enojar, porque es su trabajo, porque luego no atienden bien; a veces uno acude a ciertos lugares porque el dinero no permite para más, lo malo es que luego no saben nada y recetan algo sólo para callar a la gente”, denuncia con un dejo de dolor en el rostro y en el tono de su voz, debido al gran dolor que sigue atormentándola.

La angustia de esta familia es inmensa y María, al no poder recuperar a sus hijos, no quiere que nadie más pase por esto.

¿NEGLIGENCIA?

A decir de la madre de familia, la situación de sus hijos empeoró después del suministro de medicamentos, por lo que no está conforme y pide se le hable claro, pues asegura ellos no estaban tan mal hasta que tuvieron contacto con la penicilina.

“El medicamento aceleró la muerte de mis hijos, es lo que yo creo, porque los estaban medicando para cosas que ellos no tenían y justo cuando se los tomaron ya todo se puso muy feo y ya no se pudo hacer nada”, afirma María envuelta en llanto pues es sumamente impactante que en cuestión de horas una bacteria le arrebatara a sus hijos, sin aviso alguno.

La tía de los pequeños, Lorena Almaguer, también estuvo internada ya que también le detectaron un posible caso de rickettsia. Ella afirma que la atención médica que recibió en el Hospital General fue pésima, pues la mantuvieron aislada, ningún médico quería tocarla, ni siquiera ponerle un dedo encima para revisarla, y para colmo no le decían claramente de qué estaba enferma.

“Yo también estuve internada porque me dijeron que también tenía un posible caso de rickettsia, pero los médicos no me decían qué era lo que tenía, sólo entraban todos cubiertos a atenderme como si yo hubiera tenido algo incurable y me trataban mal; no saben tratar a la gente, les falta informarse, yo estaba aislada, así duré una semana y me sentía muy mal, porque no me decían qué era lo que tenía, luego me informaron que me quedaban cinco días de vida, pero en 20 días le dirían a mis familiares cuáles habían sido las causas, me decían cosas irracionales”.

Afortunadamente Lorena salió con vida, pero no olvidará el mal trato por parte de los médicos y la manera tan fría de tratar a las
personas.

El menor de los hijos de María también estuvo internado, y aunque salió airoso y en estos momentos se encuentra con una salud plena, también vivieron momentos de angustia, pues los doctores no daban razón de qué era lo que pasaba con el pequeño.

“A mi niño más chiquito también me lo internaron y sólo me decían ‘los análisis están alterados’, pero no me decían en qué, sólo me dijeron ‘es probable que sea lo mismo’, pero ¿qué es lo mismo?, ellos no saben realmente si fue un piquete de garrapata o qué fue lo que provocó esa bacteria, lo tuvieron internado una semana, junto con mis otras dos niñas. Afortunadamente están bien, pero yo insisto en que las cosas no están claras y para mí murieron por los medicamentos que les dieron”.

INCERTIDUMBRE

María no puede creer que después de casi tres meses aún no le den los resultados de la autopsia que le realizaron al mayor de sus hijos, pues el plazo para que le fueran entregados era un lapso de 20 días después del fallecimiento.

“Me dicen que se tarda, que porque vienen de México, pero me dijeron que me los darían después de 20 días y ya van a ser tres meses; yo no sé realmente qué fue lo que les pasó a mis hijos, sólo me decían que era por posible rickettsia y que los análisis salían alterados, pero jamás me dieron las verdaderas razones del porqué fallecieron y yo necesito saberlo, porque siento que no murieron por eso, sino por otra cosa, porque después de que me les administraron la penicilina y otros medicamentos ellos empeoraron. El día que se murieron no estaban tan mal y después de eso todo se puso peor; yo dejé que les hicieran la autopsia para saber claramente qué les sucedió y no me han dado razón alguna, pero al más chiquito ya no me le hicieron, porque no tenía caso ya que tenían los mismos síntomas”.

La ineficiencia por parte de las instituciones médicas salta a la vista, pues además de no haberles proporcionado una buena atención, es fecha que no les entregan los resultados que revelarían cuál fue la verdadera causa de la muerte de los pequeños.

DOLOROSA LECCIÓN

“A partir de esto tuvimos como una lección de vida: ahora amamos a nuestros hijos día con día porque no sabemos si mañana vamos a estar; ahora el futuro es incierto y ya no es bueno hacer planes, ya no pensamos en el mañana, ya no pensamos en lo que queremos que los niños hagan y lo que queremos hacer con ellos, porque a lo mejor mañana ya no están. Quién se iba a imaginar que mis niños, que estaban llenos de vida, que reían, jugaban y estaban sanos, ahora ya no están, hemos perdido las ilusiones; cuando pasa algo así se te acaban, pero sabemos que debemos estar bien para nuestros otros tres hijos, que gracias a Dios están bien”.

La familia Almaguer Garza debe aprender a vivir con el dolor de la pérdida de dos de sus hijos, algo que jamás se supera, pues el amor de padre va más allá de la muerte.

Hay que resaltar que los recientes casos de rickettsia son una alerta a toda la población para que estén al pendiente de sus familiares y que si notan alguna cosa extraña de inmediato acudan al médico y exijan una atención de calidad.

Sin duda, el relato de María será de gran ayuda para que la sociedad en general esté siempre alerta y no dejen pasar por alto situaciones que tal vez desaten la muerte si no son atendidas como es debido.

Por su parte, María espera que su testimonio quede en la memoria de las personas para que nadie viva lo que ella pasó.

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