sábado, 7 de abril de 2012

YAQUIS EN AFRICA



Santos García Wikit

Grandes buques españoles de pasajeros transportaron a los contingentes mexicanos entre julio y agosto de 1922. La travesía se hizo vía La Habana para recoger allí a nuevos mercenarios proporcionados por otros países latinoamericanos. Todos ellos tenían un rasgo en común : eran elementos indeseables para los gobiernos de sus respectivos países. 

Tras haber sido concentrados en Cádiz, las fuerzas latinoamericanas
fueron enviadas a Ceuta y Tetuán. Los yaquis, patéticamente inclinados a luchar contra cualquier enemigo, eran incapaces de captar la injusticia con que combatieron a los patriotas rifeños.

La principal acción en la que participaron fue la toma de Melilla, a finales de 1922. 

Días antes del combate habían empezado a concentrarse frente a Melilla los enemigos de la República del Rif. Los Rifeños habían cavadotrincheras frente a la ciudad, dispuestos a replegarse posteriormente hacia el frente de Melilla.

Los sitiadores dieron principio a la batalla bombardeando el fuerte para “reblandecer” las posiciones enemigas. El ataque parecía de opereta : por turno, las fuerzas francesas o españolas cargaban contra la línea de trincheras de los rifeños; a una orden de clarín ponían pecho a tierra, disparaban y se retiraban. Finalmente tocó el turno de atacar a los yaquis.

Dos de sus tres batallones estaban dirigidos por oficiales mexicanos.
Comandaba el tercero cuya oficialidad era latinoamericana, el coronel peruano Luis Miguel Sánchez Cerro. 

Cuando estas fuerzas, cargando a paso veloz, llegaron a la zona de peligro, el clarín tocó para indicar que se  pusieran a resguardo; más los yaquis continuaron el avance.

Los feroces guerreros sonorenses alcanzaron las posiciones rifeñas e iniciaron la lucha cuerpo a cuerpo cargando a la bayoneta calada. 

Ante el
ataque suicida, los defensores de la República del Rif iniciaron la retirada hacia el fuerte. 

Los yaquis invadieron Melilla y el coronel Sánchez Cerro juzgó que era el momento de solicitar apoyo y disparó una bengala, según la señal convenida.

Atacó entonces el grueso de las tropas y tras algunas horas de combate, el último reducto de los rifeños cayó en poder de los sitiadores.

 Se considera que las pérdidas de los yaquis fueron considerables aunque no se tienen cifras exactas.

Una vez más habían demostrado su valor y su arrojo, pero la guerra en la que estaban empeñados era a todas luces injusta. 

Pronto comenzaron las protestas de escritores y periodistas europeos, en un tono como el que hoy se usa para condenar la guerra de Vietnam y ante la presión de la prensa y algunos organismos internacionales, entre ellos la naciente Liga de las Naciones, los mercenarios se retiraron. 

A principios de 1923, los oficiales mexicanos que lucharon en Africa del Norte, desembarcaron de regreso en Veracruz<, no así los soldados yaquis que jamás fueron repatriados y cuya suerte se ignora; posiblemente se asimilaron a la población mora de Marruecos.

Jesús de San Juan permaneció en la Legión Extranjera española. Cuenta que entre los ocho indios que había reclutado destacaban dos : Bacasegua y Buitimea, ambos originarios de la población de Añil, Sonora. 

Habían luchado en la batalla de Celaya, se conocían desde niños y eran compadres.

Los legionarios de Nueva Orleans, como se llamaba a los mexicanos por haber sido reclutados en ese lugar, fueron enviados al campamento de Oxar Riffien para librar su primera batalla : ocupar el vado de Cudiasarriet que estaba defendido por 300 rifeños.

Después de ascender el monte Beni Hassam, los legionarios quedaron frente a su objetivo, el Cudiasarriet. A media mañana se iniciaba el tiroteo. 

Los rifeños habían ocupado con tiempo sus posiciones y desde una
casa estratégicamente situada donde estaban emplazadas algunas
ametralladoras, hostigaban con éxito a los legionarios.

Cuenta San Juan que Bacasegua se le acercó para que le dijera al
comandante que si se le proporcionaban algunas granadas, se ofrecería como voluntario para atacar la posición enemiga. El comandante era un norteamericano y el yaqui no pudo contener una sonrisa de oreja a oreja cuando aceptó su proposición : ingenuamente trataba de mostrar a los blancos que en valentía los yaquis no cedían ante nadie.

Bacasegua partió ágilmente. Poco después pudieron verlo desde las
alturas, arrastrándose al estilo indio hacia su objetivo. Finalmente se perdió de vista y los legionarios temieron por su suerte. Pero no tardó en regresar :traía a un oficial español a quien había rescatado herido. Jactanciosamente rindió su parte; “Para llegar a la casa tuve que matar a cuatro moritos que habían quedado vivos después que arrojé las granadas”.

Volada la casa donde se atrincheraban los rifeños, los legionarios
tomaron el vado de Cudiasarriet. San Juan asegura que Bacasegua fue condecorado por el general español Dámaso Berenguer. Tanto el valiente yaqui como su compadre Buitimea siguieron algún tiempo con la legión, hasta cumplir su contrato. 

Entonces dejaron Africa del Norte y partieron para Algeciras, según dijeron, con la intención de llegar a algún puerto del norte de España y embarcarse después rumbo a México. No se sabe si alcanzaron su destino.

Publicado en la revista “Sonora Mágica” de Agosto-Septiembre de 1989.

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