Integrantes de dos pandillas rivales se embriagaban
en sus respectivos barrios sintiéndose seguros por el control que tenían en su
territorio, pero la ansiedad de uno de ellos por inhalar una dosis de cocaína
los pondría frente a frente en una riña mortal.
HERMOSILLO,
Sonora(PH).- Integrantes de dos pandillas rivales se embriagaban en sus
respectivos barrios sintiéndose seguros por el control que tenían en su
territorio, pero la ansiedad de uno de ellos por inhalar una dosis de cocaína
los pondría frente a frente en una riña mortal.
“Diego”, “Éver”, “Memo”,
“Álex”, “Luis” y “Pablo”, integraban la banda de los “Vatos Locos” en una
colonia al Sur del territorio de sus rivales.
La pandilla “Lado Norte”
que aquel día se encontraban reunida tomando cerveza eran “Paulo”, “Nico”,
“Lino” y otros dos jóvenes menores de 30 años que no se involucraron en la riña.
Fue en una tarde de abril que los dos grupos de pandilleros se reunieron
como lo hacían a diario en sus respectivos barrios, sólo que en esa ocasión
ocurrió algo diferente.
En territorio de los “Vatos Locos”, “Memo”,
“Diego” y “Luis” habían estado tomando cerveza desde el mediodía; a las 6:00 de
la tarde se le unió “Éver” y cuatro horas más tarde llegó “Luis”.
Antes
que llegara “Luis”, el joven “Diego”, de 28 años, se había retirado del lugar
donde se encontraban tomando frente a su casa, para ir a buscar una dosis de
cocaína.
A sus amigos les dijo que iría solo a bordo de su camioneta
Chevrolet Blazer de modelo atrasado, pues el amigo que iría a buscar era muy
desconfiado en eso de la venta de drogas.
Directo a la “boca del
lobo”
En realidad no era un amigo a quien “Diego” iría a buscar esa
noche, se trataba de “Nico”, integrante de la banda rival con quien tenía un
extraño pacto sólo para asuntos de drogas.
En cualquier otra situación
los jóvenes se enfrascaban en una riña si se topaban de frente, pero
curiosamente ambos establecían una especie de tregua cuando de compraventa de
droga se trataba.
Los amigos de “Diego” ignoraban esa relación con el
enemigo, mientras que “Nico”, tenía tiempo esperando el momento oportuno para
traicionar la confianza de su rival.
El momento de “Nico” llegaría esa
noche cuando “Diego” llegó a bordo de su camioneta al sitio donde “Los de
Arriba” se encontraban tomando en el parque del barrio.
Exponiéndose a ser
agredido por la banda rival, “Diego” hizo unas señas a “Nico” invitándolo a
acercarse a su carro para indicarle que quería comprar 200 pesos de coca.
Mientras caminaba hacia la camioneta “Nico” pensaba que era una buena
oportunidad para atacar a “Diego” aprovechando que se encontraba metido en su
territorio y ante la presencia de varios integrantes de la pandilla “Lado
Norte”.
Pero al ver que su rival iba en busca de drogas “Nico” calmó sus
ansias y con un silbido hizo voltear a “Paulo” para indicarle que lo acompañara,
mientras abría la puerta del copiloto de la Blazer de “Diego”.
“Paulo”,
de 20 años, alto, delgado, moreno y la cabeza a rape, sin titubear se puso de
pie frente a las escaleras donde se encontraba sentado y abordó la camioneta.
“Es él quien conoce al tirador con el que vamos, por eso lo invité”,
dijo “Nico” tratando de controlar las sospechas de “Diego” que reviraba hacia el
asiento trasero donde se acomodó “Paulo”.
Sin revelar la dirección
completa, sólo el rumbo y guiando en el camino a su enemigo, “Nico” llevó hasta
un fraccionamiento próximo a su barrio a “Diego” para buscar una cura de
cocaína.
El fin de la tregua
Al llegar a la casa del
“tirador” “Paulo” exigió que le entregaran los 200 pesos, ya que sólo él se
bajaría a comprar la droga porque su proveedor no vendía a desconocidos.
Tras un par de minutos, “Paulo” regresó al carro manifestando que la
compraventa de cocaína se había realizado, pero en esos momentos no entregó la
mercancía a “Diego”.
Sin más opción que confiar que la droga había sido
comprada por “Paulo”, “Diego” puso en marcha su carro para regresar al parque
donde había “levantado” a los pandilleros rivales.
Pero al llegar a ese
sitio “Nico” y “Paulo” bajaron apresurados de la camioneta para echarse a correr
sin entregarle el dinero ni la droga a “Diego”.
El consumidor de cocaína
al verse burlado se bajó del carro para ir tras sus timadores, pero a los pocos
metros de correr se dio cuenta que era inútil seguirlos.
En esos
momentos “Diego” recibió una llamada en su teléfono celular; era su hermano
“Álex” preguntando dónde se encontraba porque sus amigos de pandilla
consideraban que había tardado demasiado comprando droga.
“Diego” sólo
dijo a su hermano que “Nico” le había ganado con el dinero que tenía para
comprar cocaína y luego cortó la llamada para ir a buscarlo a bordo de su
camioneta.
Luego de recorrer varias calles del barrio del “Lado Norte”,
“Diego” encontró a sus timadores juntos y les reclama el dinero o la droga, no
estaba dispuesto a irse con las manos vacías.
Con actitud pasiva ante
los reclamos de “Diego”, “Nico” abordó nuevamente la camioneta por el lado del
copiloto y “Paulo” ocupó otra vez el asiento trasero.
Fue hasta entonces
que la actitud de “Nico” se tornó agresiva al indicarle a “Diego” que no le
entregaría el dinero al mismo tiempo que le ponía una navaja en el lado derecho
del cuello.
“Y si te enojas”, dijo “Nico” cuando “Diego” se dio cuenta
que le encajaría la navaja y sólo alcanzó a tomar las llaves de su carro antes
de bajarse para echarse a correr.
Al filo de la muerte
Luego de darse cuenta que había dejado su celular y la billetera en
el tablero del carro, “Diego” regresó a buscarlos y ya no estaba “Paulo”,
tampoco “Nico”.
El estéreo, la billetera, el celular, tres estuches de
discos compactos y varias bocinas, habían desaparecido también del interior del
vehículo de modelo atrasado.
“Paulo” y “Nico” además del dinero para
comprar droga habían desvalijado el carro de “Diego”, quien esa noche no
sospechó que había ido a meterse a la boca del lobo.
Antes de regresar a
su territorio “Diego” pasó a buscar a “Nico” y a “Paulo” tratando de recuperar
sus pertenencias, pero sólo encontró a uno de ellos.
En el camino
encontró a “Nico”, lo encaró, lo retó a golpes para obligarlo a regresarle sus
cosas, pero luego de un breve intercambio de golpes la pelea terminó.
“Nico” resultó con varios golpes en la cara, los labios reventados y los
pómulos inflamados, nada grave que lo obligara a regresar los objetos robados.
Frustrado por la burla, “Diego” regresó a su casa a buscar a sus amigos
de pandilla para informarles lo sucedido y desatar esa noche un enfrentamiento
con los “Lado Norte”.
Era cerca de la medianoche cuando “Diego” regresó
a su barrio para darse cuenta que la pandilla había ido a buscarlo al parque
donde se reunían los “Lado Norte”.
Sin sospechar que esa noche perdería
algo más que objetos materiales, “Diego” invitó a su hermano “Álex” para que lo
acompañara a enfrentar a la pandilla rival.
Al internarse en territorio
enemigo, “Diego” encontró a “Éver”, “Memo”, “Luis” y “Pablo” en casa de una
prima donde habían acudido a buscarlo.
Tras juntarse los “Vatos Locos”,
decidieron ir a enfrentar a los “Lado Norte” para recuperar las pertenencias de
“Diego”, sin saber que la muerte aguardaba por uno de ellos.
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