domingo, 18 de diciembre de 2011

UN "INFIERNITO" PARA EL DIABLO AZUL



Alejandro Sicairos   
Cuando el impresionante espectáculo de luces y pirotecnia concentró a los mazatlecos en el malecón, el sábado 3 de diciembre por la noche, todos daban por hecho que se trataba de la despedida apoteósica del alcalde Alejandro Higuera Osuna, el político que de tantas veces que se ha ido ya a nadie le causan tristeza sus ausencias. Sí, era el adiós oropelesco del Diablo, pero horas después los fuegos artificiales tuvieron que apagarse con las lágrimas de frustración de aquel que tanto anunció su partida y ahora trata de esconder su fallida candidatura a senador.


En los planes del controversial Alejandro Higuera no figuraba la claudicación. El viernes rindió su adelantado primer informe y todo un equipo de campañistas preparaba simultáneamente un aparatoso registro ante el Partido Acción Nacional como aspirante a una curul en el Senado. Llegó el lunes y las horas pasaron angustiosamente para el edil mazatleco. Sorteó el martes la sesión del Cabildo en que supuestamente pediría licencia y aguantó hasta el miércoles para anunciar la sorpresiva declinación.

La época dorada en la política ha acabado para Alejandro Higuera. Está ante su peor momento de una carrera que siempre ha tenido como meta final la gubernatura. El desgaste propio del ejercicio del poder, la confrontación con los dirigentes y principales figuras del panismo estatal y la edad marcan hoy el ocaso de un éxito electoral que recurrentemente fue despilfarrado al trasmutar en arrogancia y mesianismo.

El futuro que le espera en áreas del Gobierno es incierto. Tal vez Mario López Valdez lo rescate dentro de dos años del yonke panista y le dé una secretaría, o quizá acierte al jugársela con Ernesto Cordero, uno de los aspirantes a la candidatura panista a la Presidencia de la República. Lo que se ve difícil es que aquello que le susurraba Juan Millán de “tú vas a llegar un día a ser gobernador de Sinaloa”, se le pueda convertir en realidad. Sin círculo de influencia, su órbita de poder, tiende a cerrarse.

Es la segunda vez que Alejandro Higuera se ve obligado a hacerse a un lado. A finales de marzo de 2010 tuvo que replegarse en su último reducto, la Presidencia Municipal de Mazatlán, para permitir que el Comité Ejecutivo Nacional del PAN consumara la imposición de Malova como candidato al Gobierno de Sinaloa. En esa ocasión se le cayó también el viejo sueño de competir por las riendas del estado.

Es verdad que el aguerrido Diablo Azul se ha levantado de peores circunstancias, pero igualmente es cierto que su propuesta y aspiración viven una decadencia tanto ideológica como cronológica. El desapego a la doctrina panista es evidente debido a que en su tránsito por el poder, estilo brincolín, ha sido muy cercano a los priistas al grado que en su primer lapso como alcalde de Mazatlán (1999-2001) fue considerado más millanista que el propio Juan Millán y en el segundo periodo (2005-2007) se alió con el exgobernador en la confrontación que este sostuvo con el entonces mandatario Jesús Aguilar Padilla. El año pasado se disciplinó ante el propósito de Millán de hacer a López Valdez la elección de gobernador.

La inconclusa aspiración de Higuera al Senado es una derrota a la cual él mismo contribuyó con una cauda de actos desprovistos de ética política. En su momento pudo ser la figura emblemática de un electorado que vomitaba todo lo que oliera a PRI, pero optó por impregnarse del mismo tufo que asqueaba a los sinaloenses. Actualmente, al cobijarse en el malovismo, la mala suerte lo ha seguido al grado de estar a punto de un atentado, el reciente 7 de noviembre, y padecer la peor embestida violenta que ha puesto a Mazatlán en la lista roja de destinos de playa peligrosos.

Por algo tuvo que salir junto con Malova a encarar el complot que sus “compañeros” de partido habían armado contra él. Apesadumbrado, con inusitada prisa por cerrar el episodio, entraba obligado al infiernito que Francisco Solano Urías, Carlos Felton y Salvador Reynosa le habían construido a su medida. Ya para entonces se habían apagado las bengalas que el sábado anunciaron fallidamente la culminación del efímero tercer reinado de Higuera en la alcaldía y la todavía palpitante pretensión por el Senado.

Re-verso
Toda el hambre que él sentía,
por un hueso en el Senado,
que la sacie en la “senaduría”,
allá en la plaza Machado
.

Primero el yerno
A la muestra Huellas de la vida que desde hace semanas se exhibe en Culiacán le hacía falta un dinosaurio hembra, hasta que llegó la maestra Elba Esther Gordillo a imponer a su yerno, Fernando González Sánchez, como candidato al Senado. El cinismo al límite del último cacicazgo que, por desgracia, implica a un sector magisterial que se niega a sacudirse el peor lastre que en todos los tiempos haya tenido el sistema educativo en México. La inmensa pisada de la eterna lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación aplasta la poca dignidad que les quedaba a los priistas sinaloenses.

Una afrenta más

Por cada policía que sale libre —de los 32 que fueron detenidos en Los Mochis un día antes del primer informe de Mario López Valdez— sale a relucir también la misma forma miserable en que se aplica la ley por una Procuraduría de Justicia que primero detiene y luego investiga. ¿Cuál cambio, gobernador?

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario