Las encuestas posteriores al
segundo debate deben ser abrumadoramente favorables a AMLO (además del
incentivo de la víspera que al final refiero). Sólo así se entiende el mensaje
que Los Pinos emite el día de hoy a través de diversos columnistas con acceso
al primer círculo del poder. Uno de ellos, incluso, se desmiente a sí mismo,
sin recato alguno. Hoy dice exactamente lo contrario de lo que ayer escribió.
El mensaje, con matices, es que el régimen decidió tirar la toalla y parar de
manera anticipada la contienda, a fin de evitar que su pupilo sea noqueado en
el centro del cuadrilátero. A rescatar lo que quede. Sálvese el que pueda.
A eso equivalen las columnas
de hoy de: 1) Pablo Hiriart, vocero de Carlos Salinas, en El Financiero; 2)
Joaquín López Dóriga, de Televisa, en Milenio; y 3) Héctor Aguilar Camín, de
Nexos, también en Milenio. Las razones se pueden encontrar en otros dos textos
publicados también este día por Carlos Loret, de Televisa, en El Universal; y
por Leo Zuckerman, de Oráculus, en Excélsior.
Ayer hubo un esbozo de lo que
hoy es, ya con pocas dudas, el mensaje unificado. El portador fue López Dóriga.
Sin embargo, y en virtud de que tres de los conductos favoritos del régimen
(Pablo Hiriart, Francisco Garfias y Raymundo Riva Palacio), ofrecieron
simultáneamente señales equívocas de resistencia, el recado tuvo que ser
repetido por López Dóriga, amplificado por Aguilar Camín y clarificado por
Hiriart, aunque ello implicara desmentirse a sí mismo. Lo único que faltó a los
portavoces, dada la similitud de explicaciones y argumentos, fue que
escribieran: “Con los atentos saludos de Enrique Peña Nieto”.
Los mensajeros Hiriart (hoy)
y López Dóriga (ayer y hoy), señalaron, en resumen, que el presidente: a) no
meterá las manos en el proceso a favor de nadie; b) que respetará el resultado
de los comicios, sea cual sea; c) que Meade no declinará su candidatura a favor
de Anaya, como lo pedía el Consejo Mexicano de Negocios, a fin de impedir la
victoria de AMLO; d) que Meade sigue y seguirá siendo su candidato hasta el
final; e) que no tiene Plan B; f) que una alianza de facto con Anaya es
imposible, en virtud de que éste lo agravió personalmente de manera
irreparable; g) que los agravios entre Anaya y Meade fueron de tal magnitud,
que resulta imposible el traspaso de uno a otro de sus votantes; h) que en caso
de que uno u otro quedara al margen de la contienda, sus votantes solamente
agrandarían la ventaja de AMLO, pues es la segunda opción de ambos; i) que, en
tales circunstancia, la suerte está echada.
Es interesante, y altamente
ilustrativo, observar cómo los tres columnistas que la semana previa al debate
homogeneizaron sus espacios para escribir sobre el presunto estado de salud
debilitado de AMLO, a quien le atribuyeron incluso la utilización de antisicóticos,
ayer suscribieran igualmente textos sindicados, ya no tan obvios como los
anteriores, pero sí sobre la misma línea argumentativa: que AMLO todavía no
ganaba, si el segundo lugar obtenía un voto útil de quienes se oponen al
tabasqueño (Hiriart, El Financiero); que Anaya todavía tenía posibilidades y
que incluso existían negociaciones en lo oscurito para una alianza de facto con
el PRI (Garfias, Excélsior y Arsenal); que incluso Meade podía ganar si lograba
romper el Frente, arrebatándole personajes como Miguel Ángel Mancera (Riva
Palacio, El Financiero y Eje Central). Los títulos de las tres columnas son
claridosos: “AMLO siente los pasos de Anaya” (Hiriart); “Pelea de tres” (Riva
Palacio); “Sí hay negociaciones en lo oscurito para un pacto PRIAN…” (Garfias).
Pues bien: hoy López Dóriga
les corrige la plana: “No declinan ni Peña ni Meade”. Hoy también, Hiriart tuvo
que conceder: “No hay Plan B”. Ambos describen lo que les dijo el presidente a
los empresarios que lo presionaron para que Meade declinara por Anaya. Es
decir, la fuente es Peña Nieto.
Así, Hiriart se tuvo que
tragar, sin hacer gestos, lo que ayer suscribió: “AMLO mintió, Anaya no”. Según
el columnista, AMLO estaba enojado por una razón: “Dijo que era falso que la
contienda presidencial fuese de dos. ¿De dónde le salió la preocupación?
Seguramente él tiene otras cifras y se puso nervioso. Por algo será. Ya siente
sus pasos. No ha ganado”.
Hoy volvió sobre sus pasos y
concluyó: “En el peor de los escenarios para el 1 de julio, se van a requerir
dos partidos de oposición fuertes y cohesionados para impedir que López Obrador
mande al diablo las instituciones desde la presidencia de la República. Que a
la oposición en México no le pase lo que a la venezolana”.
¿La razón?: “Ya no hay posibilidad
de alianza ni de declinaciones. La suerte está echada y así vamos a llegar al 1
de julio. No hay más (…) Los acuerdos PRI-PAN que transformaron al país han
sido obra de las cúpulas conducidas por talentos privilegiados. Eso ya no es
posible, a pesar de los riesgos que hay para México y para los dos partidos
mencionados (…) Priistas y panistas se ofendieron demasiado. No fue así en la
elección de Calderón. No fue así en la elección de Peña Nieto (…) Anaya y Meade
pagan las consecuencias de haberse peleado con todo, durante seis meses, por el
segundo lugar y no por el primero”.
Héctor Aguilar Camín es
todavía más claro hoy (El fin del voto útil). El historiador ha jugado del lado
de su compinche Jorge Castañeda, es decir, a favor de Anaya. Pero poco a poco
se ha ido distanciando del Frente. Este día, de plano, firmó su rendición:
“La incertidumbre democrática
no está puesta hoy en el resultado de la elección, sino en cómo será el
gobierno ganador. Las democracias suelen tener elecciones inciertas (competidas)
y gobiernos previsibles. No aquí. Al menos no esta vez”.
Leo Zuckerman, por su parte,
da una pista del fenómeno en su columna de hoy en Excélsior:
“Si las elecciones
presidenciales fueran el día de hoy, López Obrador arrasaría en Tabasco,
Chiapas, Ciudad de México, Quintana Roo, Nayarit, Guerrero, Oaxaca, Tlaxcala,
Morelos, Campeche e Hidalgo. Con gran probabilidad se llevaría Baja California
Sur, Puebla, Veracruz, Baja California, Colima, Sinaloa, Zacatecas y el Estado
de México. Tendría una lucha apretada por ganar en Sonora, Michoacán,
Chihuahua, San Luis Potosí, Durango, Nuevo León, Tamaulipas y Querétaro.
Prácticamente estaría empatado con Anaya en Aguascalientes. La fuerza de AMLO
es impresionante: podría llevarse nada menos que 28 de las 32 entidades del
país.
“Por su parte, Ricardo Anaya
sólo arrasaría en Guanajuato y con toda probabilidad se llevaría Jalisco. Le
pelearía el primer lugar a López Obrador, con un poco de ventaja, en Yucatán y
Coahuila. Cuatro de 32 estados.
“Lo de Meade es tristísimo:
no ganaría en ni una sola entidad de la República.
“Saco estos datos de un nuevo
estudio de Javier Márquez, 'La elección presidencial en los estados', publicado
a partir de ayer en oraculus.mx, sitio especializado en elecciones en México”.
Carlos Loret de Mola aporta
hoy una información relevante en su columna de El Universal (El tsunami, AMLO y
los buzos):
“Con el 1 de julio a la
vista, gobernadores del PRI y (d)el PAN considerados electoralmente relevantes
por su capacidad de operación y su nutrido padrón de votantes están observando
que viene un tsunami llamado AMLO. Y ya toman sus precauciones.
“Cuando el paso del tsunami
te toma en el mar hay buenas posibilidades de sobrevivir. Si te toma en tierra
costera, no queda nada que hacer.
“Existe un caso de un hombre
que buceaba en 2004 en aguas frente a Phucket, Tailandia, cuando el tsunami que
terminó matando a más de 200 mil personas en Indonesia le pasó por encima.
Sintió un movimiento fuerte bajo el mar pero nada más. Salió ileso.
“Algo parecido intentan hacer
algunos mandatarios estatales en esta temporada electoral”.
Tiene razón Pablo Hiriart: la
suerte está echada. Lo demuestra Zuckerman con números de su empresa Oráculus.
Y la metáfora de Loret de Mola es aleccionadora, por precisa. Por eso el
régimen ya tiró la toalla y hoy lo grita a los cuatro vientos a través de sus
portavoces.
Ocurre justo un día después
de que Santiago Nieto, ex titular de la Fiscalía de Delitos Electorales, que
conoce a detalle el caso Odebrecht, el cual involucra directamente a Peña
Nieto, se sumó a la campaña de Morena. Y en política, como saben los avezados,
no hay casualidades, sino causalidades.
(DOSSIER POLITICO/ RAMÓN ALFONSO SALLARD /FACEBOOK/
2018-05-25)
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