martes, 29 de mayo de 2018

EL RÉGIMEN YA TIRÓ LA TOALLA (Y DESMINTIÓ A TRES DE SUS VOCEROS)


Las encuestas posteriores al segundo debate deben ser abrumadoramente favorables a AMLO (además del incentivo de la víspera que al final refiero). Sólo así se entiende el mensaje que Los Pinos emite el día de hoy a través de diversos columnistas con acceso al primer círculo del poder. Uno de ellos, incluso, se desmiente a sí mismo, sin recato alguno. Hoy dice exactamente lo contrario de lo que ayer escribió. El mensaje, con matices, es que el régimen decidió tirar la toalla y parar de manera anticipada la contienda, a fin de evitar que su pupilo sea noqueado en el centro del cuadrilátero. A rescatar lo que quede. Sálvese el que pueda.

A eso equivalen las columnas de hoy de: 1) Pablo Hiriart, vocero de Carlos Salinas, en El Financiero; 2) Joaquín López Dóriga, de Televisa, en Milenio; y 3) Héctor Aguilar Camín, de Nexos, también en Milenio. Las razones se pueden encontrar en otros dos textos publicados también este día por Carlos Loret, de Televisa, en El Universal; y por Leo Zuckerman, de Oráculus, en Excélsior.

Ayer hubo un esbozo de lo que hoy es, ya con pocas dudas, el mensaje unificado. El portador fue López Dóriga. Sin embargo, y en virtud de que tres de los conductos favoritos del régimen (Pablo Hiriart, Francisco Garfias y Raymundo Riva Palacio), ofrecieron simultáneamente señales equívocas de resistencia, el recado tuvo que ser repetido por López Dóriga, amplificado por Aguilar Camín y clarificado por Hiriart, aunque ello implicara desmentirse a sí mismo. Lo único que faltó a los portavoces, dada la similitud de explicaciones y argumentos, fue que escribieran: “Con los atentos saludos de Enrique Peña Nieto”.

Los mensajeros Hiriart (hoy) y López Dóriga (ayer y hoy), señalaron, en resumen, que el presidente: a) no meterá las manos en el proceso a favor de nadie; b) que respetará el resultado de los comicios, sea cual sea; c) que Meade no declinará su candidatura a favor de Anaya, como lo pedía el Consejo Mexicano de Negocios, a fin de impedir la victoria de AMLO; d) que Meade sigue y seguirá siendo su candidato hasta el final; e) que no tiene Plan B; f) que una alianza de facto con Anaya es imposible, en virtud de que éste lo agravió personalmente de manera irreparable; g) que los agravios entre Anaya y Meade fueron de tal magnitud, que resulta imposible el traspaso de uno a otro de sus votantes; h) que en caso de que uno u otro quedara al margen de la contienda, sus votantes solamente agrandarían la ventaja de AMLO, pues es la segunda opción de ambos; i) que, en tales circunstancia, la suerte está echada.

Es interesante, y altamente ilustrativo, observar cómo los tres columnistas que la semana previa al debate homogeneizaron sus espacios para escribir sobre el presunto estado de salud debilitado de AMLO, a quien le atribuyeron incluso la utilización de antisicóticos, ayer suscribieran igualmente textos sindicados, ya no tan obvios como los anteriores, pero sí sobre la misma línea argumentativa: que AMLO todavía no ganaba, si el segundo lugar obtenía un voto útil de quienes se oponen al tabasqueño (Hiriart, El Financiero); que Anaya todavía tenía posibilidades y que incluso existían negociaciones en lo oscurito para una alianza de facto con el PRI (Garfias, Excélsior y Arsenal); que incluso Meade podía ganar si lograba romper el Frente, arrebatándole personajes como Miguel Ángel Mancera (Riva Palacio, El Financiero y Eje Central). Los títulos de las tres columnas son claridosos: “AMLO siente los pasos de Anaya” (Hiriart); “Pelea de tres” (Riva Palacio); “Sí hay negociaciones en lo oscurito para un pacto PRIAN…” (Garfias).

Pues bien: hoy López Dóriga les corrige la plana: “No declinan ni Peña ni Meade”. Hoy también, Hiriart tuvo que conceder: “No hay Plan B”. Ambos describen lo que les dijo el presidente a los empresarios que lo presionaron para que Meade declinara por Anaya. Es decir, la fuente es Peña Nieto.

Así, Hiriart se tuvo que tragar, sin hacer gestos, lo que ayer suscribió: “AMLO mintió, Anaya no”. Según el columnista, AMLO estaba enojado por una razón: “Dijo que era falso que la contienda presidencial fuese de dos. ¿De dónde le salió la preocupación? Seguramente él tiene otras cifras y se puso nervioso. Por algo será. Ya siente sus pasos. No ha ganado”.

Hoy volvió sobre sus pasos y concluyó: “En el peor de los escenarios para el 1 de julio, se van a requerir dos partidos de oposición fuertes y cohesionados para impedir que López Obrador mande al diablo las instituciones desde la presidencia de la República. Que a la oposición en México no le pase lo que a la venezolana”.

¿La razón?: “Ya no hay posibilidad de alianza ni de declinaciones. La suerte está echada y así vamos a llegar al 1 de julio. No hay más (…) Los acuerdos PRI-PAN que transformaron al país han sido obra de las cúpulas conducidas por talentos privilegiados. Eso ya no es posible, a pesar de los riesgos que hay para México y para los dos partidos mencionados (…) Priistas y panistas se ofendieron demasiado. No fue así en la elección de Calderón. No fue así en la elección de Peña Nieto (…) Anaya y Meade pagan las consecuencias de haberse peleado con todo, durante seis meses, por el segundo lugar y no por el primero”.

Héctor Aguilar Camín es todavía más claro hoy (El fin del voto útil). El historiador ha jugado del lado de su compinche Jorge Castañeda, es decir, a favor de Anaya. Pero poco a poco se ha ido distanciando del Frente. Este día, de plano, firmó su rendición:

“La incertidumbre democrática no está puesta hoy en el resultado de la elección, sino en cómo será el gobierno ganador. Las democracias suelen tener elecciones inciertas (competidas) y gobiernos previsibles. No aquí. Al menos no esta vez”.

Leo Zuckerman, por su parte, da una pista del fenómeno en su columna de hoy en Excélsior:

“Si las elecciones presidenciales fueran el día de hoy, López Obrador arrasaría en Tabasco, Chiapas, Ciudad de México, Quintana Roo, Nayarit, Guerrero, Oaxaca, Tlaxcala, Morelos, Campeche e Hidalgo. Con gran probabilidad se llevaría Baja California Sur, Puebla, Veracruz, Baja California, Colima, Sinaloa, Zacatecas y el Estado de México. Tendría una lucha apretada por ganar en Sonora, Michoacán, Chihuahua, San Luis Potosí, Durango, Nuevo León, Tamaulipas y Querétaro. Prácticamente estaría empatado con Anaya en Aguascalientes. La fuerza de AMLO es impresionante: podría llevarse nada menos que 28 de las 32 entidades del país.

“Por su parte, Ricardo Anaya sólo arrasaría en Guanajuato y con toda probabilidad se llevaría Jalisco. Le pelearía el primer lugar a López Obrador, con un poco de ventaja, en Yucatán y Coahuila. Cuatro de 32 estados.

“Lo de Meade es tristísimo: no ganaría en ni una sola entidad de la República.

“Saco estos datos de un nuevo estudio de Javier Márquez, 'La elección presidencial en los estados', publicado a partir de ayer en oraculus.mx, sitio especializado en elecciones en México”.

Carlos Loret de Mola aporta hoy una información relevante en su columna de El Universal (El tsunami, AMLO y los buzos):

“Con el 1 de julio a la vista, gobernadores del PRI y (d)el PAN considerados electoralmente relevantes por su capacidad de operación y su nutrido padrón de votantes están observando que viene un tsunami llamado AMLO. Y ya toman sus precauciones.

“Cuando el paso del tsunami te toma en el mar hay buenas posibilidades de sobrevivir. Si te toma en tierra costera, no queda nada que hacer.

“Existe un caso de un hombre que buceaba en 2004 en aguas frente a Phucket, Tailandia, cuando el tsunami que terminó matando a más de 200 mil personas en Indonesia le pasó por encima. Sintió un movimiento fuerte bajo el mar pero nada más. Salió ileso.

“Algo parecido intentan hacer algunos mandatarios estatales en esta temporada electoral”.

Tiene razón Pablo Hiriart: la suerte está echada. Lo demuestra Zuckerman con números de su empresa Oráculus. Y la metáfora de Loret de Mola es aleccionadora, por precisa. Por eso el régimen ya tiró la toalla y hoy lo grita a los cuatro vientos a través de sus portavoces.

Ocurre justo un día después de que Santiago Nieto, ex titular de la Fiscalía de Delitos Electorales, que conoce a detalle el caso Odebrecht, el cual involucra directamente a Peña Nieto, se sumó a la campaña de Morena. Y en política, como saben los avezados, no hay casualidades, sino causalidades.

(DOSSIER POLITICO/ RAMÓN ALFONSO SALLARD /FACEBOOK/ 2018-05-25)

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