Están enojados algunos
barones del dinero aglutinados en el Consejo de Hombres de Negocios, y todo
porque su candidato no ha levantado.
Resultó un fiasco José
Antonio Meade, un candidato que no es del PRI y que Enrique Peña Nieto esperaba
que en tropel los priistas irían corriendo a ofrecerle su apoyo y levantarlo en
hombros y besarle los pies. Pero eso no pasó, es ajeno al PRI, y muy distante.
Ese fue el primer error de Peña Nieto.
El segundo error de Peña
Nieto fue poner al frente del PRI a una persona que no conocía al PRI, un
hablantín que cuando habría lo boca era para darle más fuerza a la oposición.
Una persona que desconocía lo que era el PRI y a sus grupos regionales. A lo mejor
alguna vez leyó el libro de Luis Javier Garrido sobre el PRI, y pensó que con
eso bastaba. Nunca conectó su persona con eso que se llama PRI.
Y la tercera razón que hizo
que José Antonio Meade no funcionara como candidato, es que nunca pudo y nunca
quiso separarse de la Presidencia de la República. Para la inmensa mayoría de
mexicanos, el gobierno de Enrique Peña Nieto es de los más corruptos de los
últimos decenios. Esa corrupción de Enrique Peña Nieto no la vio Meade cuando
fue Secretario de Hacienda, ni tampoco vio la corrupción en los gobernadores de
extracción priista y panista que se dedicaron a saquear el erario público.
Candidato no priista, un
presidente del PRI mediocre, y una presidencia de la república corrupta, son
los tres factores que impidieron que Meade levantara y que hoy lo colocan en un
lejano tercer lugar, del que muy difícilmente saldrá. Un José Antonio Meade al
que el político-empresario Enrique Coppel le juró amor eterno hace unos meses
al llevarlo a comer a la zona residencia la Primavera, a un costado de los
Huizaches, y que hoy busca deshacerse de él. Hace esfuerzos por cambiarlo, y en
forma desesperada hace un llamado al PRIAN a escoger un solo candidato. Pero
Francisco Labastida Ochoa le dice que eso no se puede, pues si se hace, una
parte importante del PRI se iría automáticamente a apoyar la candidatura de
Andrés Manuel López Obrador.
Este grupo de empresarios
están acostumbrados a mandar y creerse dueños de México, no les gusta pagar
impuestos, y quieren seguir haciendo negocios con dinero público. Saben que con
la llegada de Andrés Manuel López Obrador las reglas cambiarían, y que tendrán
que pagar impuestos, tal y como lo hacen los trabajadores. Eso no lo quieren,
quieren seguir viviendo de privilegios y gastar el dinero público como si fuera
propio.
Es muy difícil que el PRI y
el PAN alcance electoralmente a López Obrador, la ventaja es hoy mayor que la
del 2006, y la pandilla que ha gobernado nuestro país desde entonces hasta la
fecha, ha robado en forma cínica y descarada. Lo han hecho a manos llenas. Pero
hay un despertar de la sociedad mexicana, está cansada de tanto político
corrupto y rata, ya sea del PRI o del PAN. El hartazgo es mayor que el miedo.
Por esa razón no lo alcanzarán.
Los políticos-empresarios que
financiaron la campaña de miedo en el 2006 están dispuestos a hacerlo en el
2018, y lo están haciendo, pero no les está funcionando la guerra sucia. La
televisión ya no convence y además, no es el único medio de comunicación. Hoy
los jóvenes se informan y se comunican principalmente por las redes sociales.
Televisa apesta y está desacreditada.
En Sinaloa se han expresado
dos visiones distintas del empresariado sobre la sucesión presidencial. Una que
hace un llamado a conocer todas las opciones y emitir un voto en forma
razonada, expresada por Juan Manuel Ley Bastidas, y la otra que encabeza
Enrique Coppel, expresión violenta que llama al enfrentamiento contra López
Obrador. Cerebro y víscera.
E-mail: riosrojo@hotmail.com
Twitter: @riosrojo
Artículo de opinión publicado el 6 de
mayo de 2018 en la edición 797 del semanario Ríodoce.
(RIODOCE/ JOSÉ ANTONIO RÍOS ROJO/8 MAYO, 2018)
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