MONTERREY, N.L. (apro).- El
secuestro de cinco personas en un hotel de esta capital, en abril 2010, y la
matanza de Allende, Coahuila, en marzo de 2011, “fueron perpetradas por los
Zetas y provocadas por filtraciones de inteligencia que había sido provista
(por la DEA) a la UIS (Unidad de Investigaciones Sensibles)”.
La información se desprende
de un reportaje difundido en el portal ProPublica por la periodista Ginger
Thomson, ganadora del Premio Pulitzer.
El 21 de abril de 2010,
alrededor de las 2 de la madrugada, una caravana de 15 camionetas con hombres
armados arribó al Hotel Holliday Inn ubicado sobre la calle Fray Servando
Teresa de Mier, en esta ciudad.
Unos 50 pistoleros
encapuchados y vestidos con uniformes similares a los de la Policía Federal
tomaron el centro de hospedaje. En pocos minutos registraron los cuartos del
quinto piso. En algunos derribaron las puertas para sacar a cuatro huéspedes,
tres hombres y una mujer. También se llevaron a un recepcionista.
El convoy se movió una cuadra
para registrar otro hotel: el Mission, que también se ubica sobre la calle
Padre Mier. De ahí se llevaron a un empleado que posteriormente fue liberado.
Las investigaciones de las
autoridades estatales sobre el secuestro no rindieron resultados. Las víctimas
desaparecieron.
El hecho quedó en el olvido,
hasta que la periodista Ginger Thomson publicó un reportaje en el portal
ProPublica, con el título: “La conexión de la DEA al ataque del Holiday Inn,
que no había sido revelada hasta ahora”.
La desaparición de los cuatro
hombres y la mujer derivó de una filtración de los altos mandos de una Unidad
Especial de la Policía Federal a Los Zetas, quienes encabezaron el operativo
aquella madrugada de 2010.
Thomson describe que los
pistoleros zetas en realidad buscaban a cinco policías federales encubiertos
que intentaban capturar al jefe de Plaza en esta ciudad.
“Varios miembros de la Unidad
de Investigaciones Sensibles (UIS), un equipo de policías federales mexicanos
especialmente seleccionados y entrenados por la DEA, se habían hospedado en el
hotel. El equipo había estado trabajando de forma encubierta, intentando
rastrear los movimientos de un jefe de Los Zetas llamado Héctor Raúl Luna Luna,
conocido como ‘El Tori’”.
Uno de los mandos de la UIS
filtró al capo Arturo Beltrán Leyva las acciones de la DEA y la UIS, y también
les advirtió a Los Zetas, sus socios en esa época.
Cuando ‘El Tori’ supo del
operativo en su contra mandó a sus pistoleros al Holiday Inn para acabar con
los policías federales. Pero un día antes los agentes habían abandonado el
lugar por un “error técnico”.
No fue la única filtración de
la UIS que provocó la muerte de inocentes. En junio pasado ProPublica y
National Geographic difundieron una investigación detallada sobre la masacre de
Allende, ocurrida en marzo de 2011.
Tanto la matanza en ese
municipio de Coahuila, como el secuestro de las cuatro personas en Monterrey,
“fueron perpetradas por los Zetas y provocadas por filtraciones de inteligencia
que había sido provista (por la DEA) a la UIS”.
La DEA concluyó que uno de
los responsables de esas filtraciones fue Iván Reyes Arzate, jefe de
supervisores de la UIS, acusado en una corte federal de Chicago “por haber
compartido información sensible con narcotraficantes”.
LAS VÍCTIMAS
La madrugada del 21 de abril
de 2010, Los Zetas se llevaron a la gente equivocada: un ejecutivo de marketing
de una empresa de productos ópticos, un ingeniero químico de una fábrica de
cosméticos, un vendedor de zapatos que iba a ser padre por primera vez y una
profesora de una universidad de Reynosa, madre de dos hijos.
“Cuando descubrieron su
error, Los Zetas intentaron sacar una pequeña ganancia”. Uno de los
secuestradores llamó por teléfono al jefe de Luis Miguel González, el ejecutivo
de marketing.
La empresa pagó dos rescates,
pero la víctima nunca apareció.
“González sólo tenía 35 años
cuando fue secuestrado del Holiday Inn. Estaba disfrutando un capítulo feliz de
su vida en aquel momento, habiendo terminado un mal matrimonio y comenzado uno
bueno. Estaba esperando su primer hijo y le iba bien en la empresa óptica”.
Otro familiar de una de las
víctimas del ataque al hotel preguntó:
“¿Por qué no dijo nada la
DEA? Con todo su poder y autoridad, ¿por qué no intentaron ayudar? Supongo que
las vidas mexicanas no importan”.
El jefe de plaza de Los
Zetas, Héctor Lula Luna, no solo recibió información sensible de la Policía
Federal, también tenía en su nómina a altos mandos de la Secretaría de
Seguridad de Nuevo León y al menos a 30% de la corporación policiaca estatal.
El Ejército Mexicano los
detuvo en junio de 2010. Al filo de las 7 de la mañana de aquel 10 de abril, el
Ejército juntó a toda la policía estatal que cuidaba la zona de ‘El Tori’, con
el pretexto de una revisión de su armamento.
Después de la captura del
narco, la ciudad se paralizó con 40 narcobloqueos en diversas calles y avenidas
de la ciudad. El objetivo: detener tres camionetas que trasladaban al detenido
a la zona militar.
Para su reportaje, Ginger
Thomson habló con agentes de la DEA, bajo la condición del anonimato, sobre las
filtraciones de la Policía Federal a los narcotraficantes.
“Si esto hubiera pasado en
Estados Unidos, habría habido todo tipo de indignación, dijo un exagente en
referencia al incidente en el Holiday Inn. “Pero en México, siento decirlo, a
nadie le importa una mierda”.
(PROCESO/ JUAN ALBERTO CEDILLO/ , 22 DICIEMBRE,
2017)
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